Los músicos ingleses de la era isabelina
no concebían las letras de sus composiciones como una mera percha sobre
la que colgar la música para darle volumen; el texto tenía entidad
propia independiente de la melodía y era tratado como un producto final
merecedor de toda voluntad perfeccionista y preciosista.
Los cancioneros de la época constituyen
verdaderos volúmenes de la mejor poesía que poco tienen que envidiar a
los libros de poetas como Sir Philip Sidney, Henry Constable o del
mismo Shakespeare.
De hecho, con frecuencia los compositores recurrían a la ayuda de los
más destacados escritores de las letras inglesas para suministrar a su
música de los versos lo suficientemente sublimes.
En ocasiones el mismo músico componía las letras, como sucede con Thomas Campion, que era tan buen poeta como compositor.
Al igual que en el caso de los
escritores de sonetos, forma métrica que estuvo muy en boga en los
ambientes culturales cortesanos en el cambio del siglo XVI al XVII, las
letras de las canciones profanas inglesas tienen en el amor como uno de
sus ejes principales.
El poeta o músico suele estar perdidamente enamorado de una dama de
singular belleza que, o bien no le corresponde en la pasión, o lo que es
peor, correspondiéndole, le traiciona.
De esta forma, y salvo honorables
excepciones como pueden ser los alegres madrigales de Thomas Morley, el
tono anímico de las composiciones va desde la melancolía más profunda
hasta la desesperación.
El amor suele personificarse como la figura de un niño, al que se
pinta como un ser inconsciente o como abiertamente cruel y como un
peligroso enemigo.
En este post he querido recoger algunas
estrofas de las muchas que pueblan los libros de canciones ingleses de
la época isabelina para ilustrar, aunque de forma sucinta, la grandeza
de las palabras que se esconden tras la música.
La figura y la obra de William Byrd
son quizá las que abren este periodo tan espectacular y maravilloso de
la música británica que se encuentra a caballo entre el Renacimiento
tardío y el primer Barroco.
Su obra Psalms, Sonnets, and Songs of Sadness and Piety,
publicado en 1588 el año de la invasión fracasada de la Armada
Invencible, está considerado como el primer libro de canciones de
consideración. Byrd fue un músico sobresaliente que destacó en todos los géneros existentes en su época, tanto sacros como laicos.Compuso numerosos madrigales que están repartidos en tres libros: el citado de 1588, Songs of sundrie natures en 1589 y Psalms, Songs and Sonnets, publicado en 1611.
William Byrd de Psalms, Sonnets, and Songs of Sadness and Piety, 1588.
Farewell, false Love, the oracle of lies,
A mortal foe and enemy to rest,
An envious boy from whom all cares arise,
A bastard vile, a beast with rage possest;
A way of error, a temple full of treason,
In all effects contrary unto reason.
Adiós, falso amor, el oráculo de las mentiras,
un adversario mortal y enemigo del descanso,
un niño envidioso del que surge toda preocupación,
un bastardo vil, una bestia poseída por la ira;
una equivocación, un templo lleno de traición,
a todos los efectos contrario a la razón.
John Dowland es la mayor estrella del laúd de la música isabelina (un soneto definía su estilo de tocar como“heavenly touch upon the lute”), y sus composiciones son el paradigma del sentir melancólico que impregnaba las artes británicas en la época.
Piezas suyas como Come Again o Flow My Tears son estándares habituales en los repertorios de los conjuntos dedicados a la interpretación de música antigua.Publicó tres libros de aires en 1587, 1600 y 1603, respectivamente.
John Dowland de First Book of Songs and Airs, 1597.
If my complaints could passions move,
Or make Love see wherein I suffer wrong;
My passions were enough to prove
That my despairs had governed me too long.
O Love, I live and die in thee!
Thy wounds do freshly bleed in me.
Si mis quejas pudieran conmover,
o hacer que Amor viera cómo soy maltratado;
mis pasiones bastarían para probar
que mi desesperación me ha gobernado demasiado tiempo.
¡Oh Amor, yo vivo y muero en ti!
Tus heridas sangran frescas en mí.
John Dowland de Second Book of Songs and Airs, 1600
You men that give false worship unto Love,
And seek that which you never shall obtain;
The endless work of Sisyphus you prove,
Whose end is this, to know you strive in vain.
Hope and Desire, which now your idols be,
You needs must lose, and feel Despair with me.
O sweet woods! the delight of solitariness!
O how much do I love your solitariness!
Vosotros hombres que falsamente adoráis al Amor,
y buscáis aquello que jamás obtendréis;
asemejáis el trabajo eterno de Sísifo,
cuyo fin no es otro que saber que habéis trabajado en vano.
Esperanza y Deseo, que ahora son vuestros ídolos,
debéis abandonar, y sentir Desesperación conmigo.
¡Oh dulces bosques! ¡La delicia de la soledad!
¡Oh cómo amo vuestra soledad!
Thomas Campion
fue una figura muy peculiar. Aparte de ejercer como médico, fue un gran
compositor y un poeta sobresaliente. Además escribió para la escena
dentro del género de las mascaradas y se le considera casi tan bueno
como Ben Johnson, el principal nombre de este estilo. Campion era un
notable latinista (de hecho publicó un libro de epigramas en esta
lengua), y estos conocimientos le convirtieron en un experto en métrica
en su propio idioma.
Thomas Campion de Third Book of Airs , 1613
Fire that must flame is with apt fuel fed,
Flowers that will thrive in sunny soil are bred:
How can a heart feel heat that no hope finds?
Or can he love on whom no comfort shines?
Fair, I confess there’s pleasure in your sight;
Sweet, you have power, I grant, of all delight;
But what is all to me if I have none?
Churl that you are t’enjoy such wealth alone!
El fuego que debe arder es alimentado con el combustible adecuado,
las flores que florecerán son criadas en soleada tierra:
¿cómo puede un corazón sentir un calor que no encuentra esperanza?
¿o puede amar a quien no emite consuelo?
Bella, confieso que tu visión es placentera;
Dulce, tienes el poder, lo garantizo, de toda delicia;
¿pero qué significan para mí si no las tengo?
¡Eres mísera por disfrutar tú sola de toda esa riqueza!
Robert Jones
fue un gran laudista y bastante prolífico, hay que decir, pues entre
1601 y 1611 publicó hasta seis libros de música. El fragmento aquí
incluido pertenece a una pieza de contenido moral que desprecia la
búsqueda de fama social en aras de la vida humilde y retirada.
Robert Jones de Ultimum Vale or Third Book of Airs, 1608
Happy he Who, to sweet home retired,
Shuns glory so admired,
And to himself lives free,
Whilst he who strives with pride to climb the skies
Falls down with foul disgrace before he rise.
Feliz aquel quien, a dulce hogar retirado,
evita la tan admirada gloria
y vive libre para sí,
mientras que quien lucha orgulloso para trepar a los cielos
cae en el oprobio antes de ascender.
Algo menos conocido que otros nombres del panorama musical de las islas británicas, William Corkine tiene unas series de piezas para viola de gamba (o su variante la lira-viola que él tocaba) de singular belleza que han recuperado Fernando Marín y Nadine Balbeisi en su maravilloso trabajo discográfico Each Lovely Grace. Han llegado hasta nosotros dos de sus obras: Airs to Sing and Play to the Lute and Basse Violl (1610) y The Second Book of Ayres (1612).
William Corkine de Airs, 1610
Shall a frown or angry eye,
Shall a word unfitly placèd,
Shall a shadow make me flie
As if I were with tigers chasèd?
Love must not be so disgracèd.
¿Puede un ceño o mirada de enfado,
puede una palabra mal utilizada,
puede una sombra hacerme huir
como si fuese perseguido por tigres?
El amor no debe ser tan desgraciado.
Poco o nada se conoce de la vida de Henry Lichfild aparte de su libro de madrigales que es nuestra única referencia sobre su obra, First Set of Madrigals of 5 Parts: apt both for Viols and Voyces.
Henry Lichfild de First Set of Madrigals, 1613
I always loved to call my lady Rose,
For in her cheeks roses do sweetly glose,
And from her lips she such sweet odours threw
As roses do ‘gainst Ph[oe]bus’ morning-view:
But when I thought to pull’t, hope was bereft me,
– My rose was gone and naught but prickles left me.
Siempre me gustó llamar Rosa a mi dama,
porque en sus mejillas las rosas dulcemente aparecían,
y emitía de sus labios tan dulces olores
como hacen las rosas al enfrentar la visión de Febo en la mañana:
pero cuando pensé en cogerla, la esperanza me abandonó,
–mi rosa se había ido y no me dejó nada más que espinas.
John Wilbye
es junto a Thomas Weelkes la cumbre de la escuela madrigalista inglesa.
Publicó dos libros de madrigales, uno en 1598 y otro en 1609.
John Wilbye de Second Set of Madrigals, 1609
I live, and yet methinks I do not breathe;
I thirst and drink, I drink and thirst again;
I sleep and yet do dream I am awake;
I hope for that I have; I have and want:
I sing and sigh; I love and hate at once.
O, tell me, restless soul, what uncouth jar
Doth cause in store such want, in peace such war?
Vivo, y sin embargo pienso que no respiro;
tengo sed y bebo, bebo y vuelvo a tener sed;
duermo y sin embargo sueño que estoy despierto;
deseo aquello que tengo; tengo y deseo:
canto y suspiro; amo y odio a la vez.
Oh dime, alma inquieta, ¿qué extraña jarra
puede almacenar tal deseo, en la paz tal guerra?
El experto Edmund Fellows (The English Madrigal, 1925) considera a Thomas Weelkes
el mejor madrigalista, no sólo de Inglaterra, sino de toda Europa.
Destaca la genialidad y originalidad de este compositor en el uso
armónico puesto que fue el primero en utilizar acordes cromáticos
libremente.
Thomas Weelkes de Madrigals of Six Parts, 1600
Like two proud armies marching in the field,
– Joining a thund’ring fight, each scorns to yield,
– So in my heart your beauty and my reason:
One claims the crown, the other says ’tis treason.
But oh! your beauty shineth as the sun;
And dazzled reason yields as quite undone.
Como dos orgullosos ejércitos marchando en el campo de batalla,
–entablando una tronante lucha, cada uno desdeñado la rendición,
–así están en mi corazón tu belleza y mi razón:
una demanda la corona, la otra acusa de traición.
Pero ¡oh! Tu belleza brilla como el sol;
y la razón deslumbrada se rinde derrotada.
Del oscuro madrigalista Thomas Greaves solamente se conoce su libro Songs of Sundry Kinds que contiene este fragmento en el que una tal Laura lleva al poeta a la desesperación por su inconstancia.
Thomas Greaves de Songs of Sundry Kinds, 1604
Inconstant Laura makes me death to crave,
For wanting her I must embrace my grave;
A little grave will ease my malady
And set me free from love’s fell tyranny.
Intomb me then and show her where I lie,
And say I died through her inconstancy.
La inconstante Laura me mata de deseo,
por quererla debo abrazar mi tumba;
una pequeña tumba curará mi enfermedad
y me liberará de la cruel tiranía del amor.
Enterradme pues y mostrarle a ella dónde yazgo,
y decidle que morí por su inconstancia.
Cerramos este post con un tema del siempre maravilloso Thomas Morley, cuyo estilo es lo que popularmente se asocia con la idea de madrigal.Morley se especializó en ballets, un subgénero alegre y desenfadado que suele llevar consigo coros del tipo “fa-la-la”. Parece que el nombre no es mera coincidencia y que el ballet estaba originalmente asociado a la danza, aunque con el tiempo se disociaron y la música adquirió una entidad propia.
Thomas Morley de First Book of Ballets, 1595
The spring clad all in gladness
Doth laugh at winter’s sadness,
And to the bagpipe’s sound
The nymphs tread out their ground.
Fa la la!
La primavera vestida de alegría
se ríe de la tristeza del invierno,
y al son de la gaita
las ninfas pisan su terreno
Fa la la
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