La península itálica siempre ha sido un importante foco difusor de formas y estilos musicales. En la segunda mitad del siglo XVI tiene lugar la exportación al resto de Europa del género cancioneril conocido como madrigal, que en las islas Británicas es adoptado y transformado por los músicos locales, que lo hacen evolucionar hacia un formato autóctono que gozó de gran popularidad en la época.
El madrigal aparece en la década de 1520 en Italia como una respuesta a la necesidad de musicar los versos del poeta del siglo XIV Petrarca y de sus imitadores, como Tasso, Ariosto o Miguel Ángel, entre otros. La inmensa popularidad de adquirió el “Cancionero” de este poeta en la primera mitad del siglo XVI obligó a los músicos a inventar un estilo de canción que pudiese transmitir la profunda pasión amorosa que emana de dicha obra. El resultado fue el madrigal, una forma musical compuesta para ser cantada por varias voces – entre tres y siete -, en principio sin acompañamiento, aunque en caso de faltar alguna de las voces ésta podía ser sustituida por un laúd.
El madrigal italiano llevaba escuchándose y apreciándose en Inglaterra desde la década de los sesenta. Tanto el rey Enrique VIII, que se sabe que cantaba y tocaba el láud, como su hija Isabel, eran grandes amantes de la música y mantuvieron en la corte a músicos italianos, como es el caso del madrigalista Alfonso Ferrabosco. En 1588 se publica en Londres la primera recopilación de madrigales italianos traducidos, “Musica Transalpina”, y en los diez años siguientes aparecen cinco antologías más que empiezan tímidamente a incluir material británico. Comienza aquí la gestación del madrigal inglés, un género híbrido que nunca fue ni completamente italiano ni completamente británico.
Esto da lugar a un amplio abanico estilístico en torno al madrigal inglés: desde las composiciones de Thomas Morley fieles al formato original importado, hasta las “canciones de separación” de William Byrd, que se negaba a escribir según el estilo italiano, a pesar de que demostró que podía hacerlo más que brillantemente. Morley fue el principal abanderado del madrigal italiano en Inglaterra y su obra “Plain and Easy Introduction to Practical Music” de 1597 es el mejor manual escrito en la época sobre canto, música vocal y composición. Fue un compositor prolífico que publicó numerosos volúmenes, tanto con sus obras como con traducciones de los originales italianos, y cuya labor editorial culminó en 1601 con “Triumphs of Oriana”, un proyecto en el que participaron veinte compositores para rendir homenaje a la reina Isabel I, en el que se relatan a través de distintas piezas sus triunfos sobre sus enemigos.
Dentro de la escuela inglesa del madrigal destacan también los nombres de Thomas Weelkes y John Wilbye. El primero está considerado como el madrigalista más original, conduciendo el género más allá del amor a la dama petrarquiano e introduciendo otros temas “sociales” en sus canciones, como pueden ser la bebida y el tabaco. Por su parte, Wilbye fue el más perfeccionista de los creadores de madrigales ingleses. Sus sesenta y cuatro composiciones publicadas en dos volúmenes suponen la culminación del género, en el sentido de que, después de ellas, resultó difícil llegar más lejos estilísticamente. Y en cualquier caso, en la época de su muerte, que tuvo lugar en 1638, el madrigal en Inglaterra empezaba a ser un estilo pasado de moda.