jueves, 23 de diciembre de 2021

Dolce Rima y el legado musical de Barbara Strozzi



Saffo Novella 

Dolce Rima 

Han pasado casi diez años desde que el dúo Dolce Rima lanzó su primer álbum, Al alba venid (2013), un trabajo que abordaba, con una frescura y gracia inusitadas, piezas del Renacimiento español. Estos días finales del año hemos podido conocer su segundo trabajo dedicado a la obra y la persona de la grandísima compositora barroca Barbara Strozzi. Y hay que decir que la espera ha merecido la pena, y con creces. Los once temas de la veneciana incluidos en el disco deslumbran en su cometido de reflejar toda la belleza explosiva que emana su creación, y que la sitúan, sin lugar a dudas, en uno de los lugares más destacados dentro de la música del Seicento italiano.

Dolce Rima está integrado por las artistas valencianas Julieta Viñas Arjona, soprano, y Paula Brieba del Rincón, cuerda pulsada, aunque en este álbum están acompañadas por la también soprano Laura Martínez Boj, y por Xurxo Lois Varela Diaz, quién aporta la viola da gamba en los temas grabados. Como dúo integrado por la voz y la tiorba, Dolce Rima llevan años familiarizadas con el repertorio basado en el Barroco italiano, y han interpretado con frecuencia sobre los escenarios obras de Monteverdi, Frescobaldi, Merula, o de la misma Strozzi, entre otros nombres de la época.

Barbara Strozzi fue una compositora de renombre, reconocida en su propia época en un mundo de hegemonía masculina como lo era la música, que consiguió destacar guiada por su propia ambición y brillar con luz propia, gracias a la sensibilidad y expresividad emocional que supo imprimir en su obra. No obstante, no queda tan claro que en la Venecia de ese momento la mujer -de clase noble, se entiende- ocupase un papel socialmente secundario. Por ejemplo, José María Herrera, en su volumen tan inclasificable como maravilloso Los archivos de Alvise Cortarini (2018), defiende que los principales discípulos del compositor más célebre del momento, Francesco Cavalli, fueron mujeres, a saber, Betta Mocenigo, Fiorenza Grimani, Antonia Padoani, y la propia Barbara Strozzi. Pero este no es lugar para entablar un debate al respecto.

En el caso de la Strozzi, su intensa actividad creativa dio como fruto hasta ocho libros de música, una cifra que la sitúa entre los compositores más prolíficos de su momento, y su obra rebasó las fronteras de Italia, llegando a ser conocida en el resto de Europa, y siendo incluida en algunas de las principales antologías musicales de la época. Rachel Rubin (Barbara Strozzi’s Feminine Influence on the Cantata in 17th-Century Venice, 2017) subraya con determinación la importancia de esta figura para la evolución de la música barroca:

“Ella dejó un impacto duradero en compositores y músicos, especialmente en mujeres, de las generaciones que siguieron, recibiendo el distinguido mérito de ser una de las primeras compositoras seglares de Europa occidental.”

Barbara Valle -pues ese era su apellido original- era hija de Isabella Garzoni, a veces conocida como La Griega-, una sirvienta empleada en la casa del músico Giulio Strozzi, fundador de varias academias o grupos para intelectuales, y miembro él mismo de la prestigiosa Accademia degli Incogniti del escritor Giovanni Francesco Loredano, colectivo al que se responsabiliza de la expansión de la ópera. Aunque no ha quedado completamente demostrado, pudo ser su hija ilegítima, pues el propio Giulio se refiere a ella en su testamento, fechado en 1628, como su “hija electiva” (figliuola elettiva), reconociendo de alguna forma su paternidad. En cualquier caso, Barbara recibió una formación musical elevada y pudo frecuentar los círculos intelectuales que modelaron su sensibilidad artística y su habilidad técnica como intérprete, y como compositora.

De su presencia como cantante en los círculos culturales de la época, y en concreto en el de los Incogniti, quedan testimonios, como el de la dedicatoria de Nicolò Fontei en la antología de canciones Bizzarrie poetiche, en donde reconoce haberse inspirado “principalmente en la gentilísima y virtuosa señora Barbara” (“principalmente la gentilissima, e virtuosissima donzella la Signora Barbara”), y a la que en el libro segundo del Bizarrie, publicado un año después del primero en 1636, define como “la virtuosissima cantatrice”.

Entre las más de cien piezas que componen los volúmenes que publicó Barbara Strozzi entre 1644 y 1664, destacan en número las arias, las ariettas y, especialmente, las cantatas profanas, género cuyo desarrollo y evolución Strozzi impulsó en Venecia de tal manera, que hay hasta quien la identifica como una de las creadoras del mismo. No obstante, Charles Burney, el conocido musicólogo viajero que recorrió Italia y Francia investigando, desestimó la candidatura de Strozzi. Él afirmaba haber encontrado el término cantata en el poema lírico Musiche varie a voce sola de Benedetto Ferrari da Reggio, que fue impreso en Venecia en 1638, es decir, quince años antes que el libro de la compositora.



El disco Saffo Novella reúne una selección de temas para dos voces femeninas y bajo continuo procedentes de cinco de los ocho libros de música de Barbara Strozzi, a saber, Il primo libro di madrigali (1644), Cantate, ariette e duetti (1651), Cantate e ariette (1654), Ariette a voce sola (1657) y Diporti di Euterpe ovvero Cantate e ariette a voce sola (1659). Dolce Rima ha escogido de cada volumen dúos con bajo continuo, en los que las voces de Julieta Viñas Arjona y Laura Martínez Boj consiguen proyectar toda la grandeza de la técnica de composición de la veneciana. El álbum se completa con dos interludios instrumentales firmados respectivamente por el laudista Bellerofonte Castaldi y por Giovanni Girolamo Kapsberger, conocido como Il tedesco della tiorba.

Saffo Novella es una gran ocasión para conocer toda la belleza y sensibilidad que encierra la obra de una de las más grandes figuras de la música barroca europea.

viernes, 3 de diciembre de 2021

El clave del emperador: el jesuita Diego de Pantoja en la Ciudad Prohibida

 


Todos los Tonos y Ayres
Íliber Ensemble
El clave del emperador

El clave del emperador es un homenaje al cruce cultural que se produce a principios del siglo XVII entre China y Europa a través de la figura del jesuita Diego de Pantoja, uno de los primeros occidentales en conseguir el favor del emperador, junto con su mentor Mateo Ricci. Gracias a a sus dotes diplomáticas y a los presentes que trajeron consigo, ambos religiosos recibieron el prestigio extraordinario de ser recibidos en audiencia simbólica por el emperador Wan Li de la Dinastía Ming, además del permiso para residir en Beijing y entrar en la Ciudad Prohibida sin previo aviso. Esta hazaña fue considerada como un triunfo significativo en el proceso de evangelización de Oriente.

La música tuvo un papel relevante en toda esta iniciativa, y esto es algo que justifica esta joint venture creada por los conjuntos de música antigua Íliber Ensemble y Todos los Tonos y Ayres para llevar hasta las pistas del disco el espíritu de la misión jesuita. Y es que Ricci, conocedor de la inclinación del emperador hacia los “objetos exóticos”, planeó llevarle como presente, amén de una serie de relojes, un clavicordio, y, de esta forma, se aseguró de que Pantoja -que previamente se hubo formado en la técnica de interpretación del instrumento- tuviese la entrada franca a la Ciudad Prohibida para enseñar a los eunucos de la corte a extraer melodías de sus teclas. Diego de Pantoja tuvo que aprender en cuatro meses a tocar el clave para cumplir esta misión que acercaba a la Compañía al trono al trono de dragón del emperador Wan Li. 


 

El clave del emperador propone una selección de la música que pudo escucharse en aquel momento en la corte Ming, tanto entre las piezas europeas de la época laicas y sacras, como canciones chinas. De esta forma, entre otras piezas, está presente una obra del gran polifonista del Renacimiento Cristóbal de Morales, así como dos laudi de Francisco Soto de Langa, dos sonatas para violín del músico barroco y misionero en China Teodorico Pedrini, y una versión de Les sauvages del francés Jean-Philippe Rameau. Una selección de música occidental que va entrelazándose a lo largo de las distintas pistas del disco con temas de la tradición china.

Íliber Ensemble es una formación de cámara dedicada a la investigación e interpretación de la música antigua, dirigida por el clavecinista Darío Tamayo. Su labor se centra principalmente en la recuperación y difusión de aquellos repertorios que, a pesar de su gran calidad e interés, permanecen sumidos en el abandono y el olvido, con especial atención al patrimonio musical barroco español. En este proyecto han colaborado con Tamayo Mar Blasco, Aníbal Soriano, Javier Utrabo y Luis Vives.

Por su parte, Todos los Tonos y Ayres es la primera agrupación de música china en España, y está integrada por el dúo formado por Abigail R. Horro y Rubén García Benito. Tras formarse en China, los dos miembros fundaron este proyecto que tiene entre sus objetivos dar a conocer las relaciones históricas y musicales que se dieron en tiempos pasados entre Europa y Asia, así como la presencia de músicas ibéricas más allá de sus propias fronteras, siempre desde el máximo respeto y rigor históricamente informado hacia las manifestaciones musicales de todos los contextos culturales que trabajan.

El clave del emperador es una iniciativa que sitúa en el contexto de la música las relaciones entre la España del Siglo de Oro y la corte de la Dinastía Ming, subrayando el valor de las relaciones de intercambio cultural entre Oriente y Occidente.