jueves, 29 de diciembre de 2022

Johanna Rose y la pureza de la viola da gamba

 


7 Movements

Johanna Rose

Todo apasionado de la música antigua se enfrenta a un rito iniciático cuando empieza a escuchar música para viola da gamba. Especialmente, cuando el encuentro es con piezas en las que el instrumento se desenvuelve en absoluta soledad, apartado de los componentes de un bajo continuo barroco o de cualquier consort compuesto por cordófonos variados y elementos de tecla. El canto ronco de la viola al principio puede asustar y sorprender por su aparente crudeza, pero, cuando el oído se amolda a ese sonido tan característico que emiten sus seis cuerdas, se abre ante nuestros sentidos un universo desbordante de belleza, que supone una comunión real con las músicas del pasado, más allá de los lugares comunes y de las piezas de fácil escucha.

La violagambista Johanna Rose nos invita con su nuevo disco, 7 Movements, a emprender ese viaje en la búsqueda de los sonidos más puros de la viola da gamba, interpretando música para el instrumento de los compositores franceses Sainte-Colombe, padre e hijo, así como transcripciones de las suites para cello 5 y 6 del colosal Johann Sebastian Bach. Rose milita en la formación sevillana Accademia del Piacere, uno de los ensembles de música antigua de mayor proyección internacional en la actualidad, que este año ha lanzado un exitoso trabajo discográfico dedicado al manuscrito renacentista Cancionero de la Colombina.

Pero aparte de participar en la discografía de la Accademia, Johanna Rose lleva a cabo su propia carrera de grabaciones, en la que destacan un trabajo sobre las piezas para viola da gamba de Carl Philipp Emanuel Bach, y otro posterior dedicado a Marin Marais. No obstante, no ha sido hasta el presente 7 Movements en que Johanna ha acometido una interpretación de la viola da gamba en soledad absoluta, sin acompañamiento ni de tecla ni de tiorba, como en las ocasiones precedentes.

La viola da gamba es un instrumento de la antigüedad en la medida en que ya solamente se utiliza para interpretar música renacentista y barroca, puesto que en el siglo XVIII fue completamente sustituida por la familia del violín, a saber, la viola, el cello y el contrabajo. A pesar de la similitud en la forma y de la proximidad del sonido de las distintas violas da gamba con los anteriores, el origen es completamente distinto, pues estas descienden de la misma familia que la guitarra, y probablemente nacieron en la España medieval como una evolución de la vihuela de arco. Su popularidad se extendió por Europa, y, de hecho, en Italia comenzó a tocarse sobre las piernas -de ahí el nombre da gamba-, frente a la interpretación ibérica sobre el hombro, como defendía, entre otros, el teórico toledano Diego Ortiz.

El grueso del repertorio seleccionado para el disco son las suites para cello números 5 y 6 de Johann Sebastian Bach, debidamente transcritas por Rose para la viola da gamba. El musicólogo Manfred Bukofzer destacaba la complejidad de las seis piezas para cello solo que compuso el alemán, a las que consideraba “los documentos más monumentales de la música polifónica para cuerda”.

La grabación incluye también creaciones para viola da gamba en solitario del músico barroco francés Monsieur de Sainte-Colombe y de su hijo. Se trata de una figura que vivió en París y que estaba asociada a la corte, pero de cuya vida no se conoce demasiado, aparte de que fue un virtuoso del instrumento -se dice que fue quien incorporó la séptima cuerda-, que fue maestro entre otros músicos de la época del gran Marin Marais, y que tuvo dos hijas también muy hábiles como intérpretes de la viola. Johanna Rose ha estrenado una viola de gamba de siete cuerdas en este disco, construida por el lutier Robert Louis Baille, precisamente para tocar la música de  Sainte-Colombe.

Por su parte, Monsieur de Sainte Colombe le Fils fue de acuerdo con algunas fuentes hijo ilegítimo del anterior y también alumno suyo. Desarrolló gran parte de su carrera en Inglaterra, donde su talento fue muy celebrado. El álbum incluye dos piezas suyas pertenecientes a sendas suites.

La escucha de 7 Movements es una magnífica ocasión para conocer todo el potencial estético que tiene en solitario ese maravilloso instrumento que fue la viola da gamba, cuyo legado se mantiene vivo gracias al talento y al esfuerzo de músicos como Johanna Rose.

 

 

lunes, 12 de diciembre de 2022

El maestro Joaquín Lázaro y la capilla musical de la catedral de Oviedo en el siglo XVIII

 


Sancta Ovetensis

Forma Antiqua

La catedral de Oviedo conoció un singular esplendor musical durante el siglo XVIII. Aunque la música siempre había tenido una presencia importante en el templo, a partir del siglo XVII queda reflejado en las Actas Capitulares un aumento de la actividad en este campo, y, en paralelo, un incremento en el número de partituras conservado allí, que llega a resultar abrumador en el siglo siguiente. Otros hitos que impulsan este siglo de oro de la capilla ovetense son, por una parte, la fundación del Colegio San José por el arcediano Pedro Díaz de Oseja, que la nutriría de niños cantores, y, por otra, la dotación de dos nuevos órganos para la catedral - a sumarse a los dos preexistentes- en 1749 y 1751, respectivamente. Pero a menudo se asocia el brillo de las capillas catedralicias con la grandeza de los maestros que las dirigieron y la obra que en ellas compusieron. En este sentido, el ensemble asturiano Forma Antiqua ha querido reflejar en su nueva grabación discográfica, Sancta Ovetensis, la riqueza contenida en los archivos del cabildo a través de la obra de Joaquín Lázaro, que fue maestro de capilla entre 1781 y 1786.

Lázaro, a pesar de ejercer brevemente la dirección musical de la capilla, pues murió cuando solo llevaba cinco años en el cargo, dejó una sólida huella musical en el Archivo Capitular de la ciudad, y su obra fue sin duda apreciada, dado que algunas de sus composiciones siguieron sonando entre los muros de la catedral hasta principios del siglo XX. Oviedo alberga alrededor de cien obras del compositor, parte en latín y parte en romance, entre recitados, arias y villancicos, además de un oratorio, distribuidas en ocho legajos del archivo. En uno de los libros del facistol hay cuatro piezas suyas más: Stabat Mater, Pange lingua, Sacris Solemniis, y Verbum Supernum.

Se trata del primer disco que publica la formación de los hermanos Zapico desde el lanzamiento en 2020 del volumen dedicado a las sinfonías del violinista Vicente Baset. Para este proyecto, Forma Antiqua ha contado con la voz de la soprano Jone Martínez, y con el violinista Jorge Jiménez. El repertorio está compuesto por obras de Joaquín Lázaro, excepto un concierto para violín en Sol Mayor y dos temas instrumentales de procesión, todos procedentes de los fondos documentales del Cabildo.

Inmaculada Quintanal (La música en la catedral de Oviedo en el siglo XVIII, 1983) explica que, para el musicólogo, la música de la catedral ovetense empieza, de facto, en el siglo XVIII, puesto que hay muy pocas obras conservadas de épocas anteriores. El firme crecimiento de la actividad musical de la catedral de Oviedo durante dicho siglo no es ajeno al largo magisterio de Enrique Villaverde, cincuenta años nada más y nada menos, entre 1724 y 1774, que aportó una estabilidad necesaria para formar un conjunto de cantantes e instrumentistas de gran calidad. Le sucedió en el cargo Pedro Furió, entre 1775 y 1780, y después de este, la figura que nos ocupa, el maestro Lázaro.

Joaquín Lázaro nació en la localidad turolense de Aliaga en 1645, y recibió formación musical como infantico en el Pilar de Zaragoza. En 1771 es nombrado maestro de capilla y racionero del Pilar, y se ordena sacerdote. Sin embargo, su frágil estado de salud le lleva a abandonar el cargo y asumir el magisterio de la capilla de la catedral de Mondoñedo, buscando un puesto más tranquilo y que demandase menos trabajo. En enero de 1781 se presenta a la plaza vacante para el mismo cargo en la catedral de Oviedo y la obtiene, ejerciendo hasta su muerte, el 13 de septiembre de 1786. De este breve periodo data su producción musical, que los expertos sitúan a caballo entre el Barroco y el Clasicismo, lo que indica, a juicio de Emilio Casares, que “o bien conocía las tendencias de otros países europeos, o simplemente había llegado a ellas por el desarrollo lógico de su creatividad” (Maestros de capilla de la catedral de Oviedo. Siglo XVIII. Monumentos históricos de la música española). El musicólogo Baltasar Saldoni describió alguna de sus obras como “de un gusto admirable”.

Forma Antiqua ha seleccionado seis arias para tiple de la producción de Joaquín Lazaro, como forma de dar a conocer toda la grandeza de su obra. Cuatro de ellas tienen temática navideña: Noche preciosa, clara y divina, Reparad qué luz clara y peregrina, Del risco se despeña y Dios mío calla. Las dos restantes, A Eulalia dichosa y Encendida en vivo fuego, están dedicadas a Santa Eulalia, patrona de Asturias, cuya festividad era bien celebrada por el Cabildo.

El resto de los temas incluidos en el disco son piezas instrumentales de autoría anónima. Aunque se sabe que Lázaro tuvo una importante producción instrumental, no ha sido identificada ninguna obra suya entre las que figuran en el archivo catedralicio. No obstante, Forma Antiqua ha grabado dos cortes de música de procesión para violines, oboes, trompas y continuo, que nos da una idea de la pompa y la solemnidad que adquirían las celebraciones religiosas del templo, y, también, un concierto en Sol Mayor, para violín solista, violines y continuo, que es testimonio de que también las obras profanas tenían cabida en el ámbito de la catedral.

Sancta Ovetensis es un excelente trabajo de recuperación y difusión de la música que sonaba en la catedral de Oviedo a finales de la época barroca, y también un vehículo para dar a conocer al gran público el valor de la obra de Joaquín Lázaro, uno de los muchos nombres injustamente olvidados que jalonan la historia de la música española.

 

lunes, 5 de diciembre de 2022

Conciertos barrocos alemanes para llevar de gira

 


Travel Concertos

Ensemble Diderot

Sabemos que Johann Sebastian Bach y otros músicos brillantes de su generación viajaron a tocar por las distintas cortes germánicas, invitados por nobles y príncipes. Podemos presumir que, al no contar fuera de su ciudad con el elenco de intérpretes acostumbrado, llevaban en su equipaje partituras especialmente escritas para las giras. El conjunto afincado en París Ensemble Diderot ha grabado una serie de estos conciertos en formato reducido, que presentan en su disco Travel Concertos.

El álbum contiene piezas de Bach, Johann Jakob Kress, Johann Georg Pisendel, Johann David Heinichen y Paul Karl Durant. Se trata de conciertos del comienzo de la era en que estos virtuosos comenzaron a itinerar, de forma que están concebidos en formato pequeño, con partes solistas muy elaboradas, para el lucimiento de la estrella, pero con un acompañamiento orquestal muy escaso. De esta forma, el músico de gira necesitaba una cantidad mínima de instrumentistas locales para poner en escena su música y lucirse.

Ensemble Diderot fue fundado por el violinista Johannes Pramsohler, quien además ejerce de director artístico, y está especializado en la música de cámara barroca. Aunque está basado en el núcleo de un cuarteto de músicos, presenta una estructura flexible y escalable que permite abordar distintos repertorios, incluyendo óperas y oratorios. El conjunto tiene en su haber una notable producción discográfica ordenada en varias colecciones, entre las que destacan la de sonatas a trío y la de conciertos, a la que pertenece el volumen que nos ocupa. De hecho, Ensemble Diderot graba con su propio sello, Audax Records, fundado en 2013 por Pramsohler, algo que garantiza su independencia artística, y que ha granjeado a las creaciones del grupo numerosos premios, como el Diapason d’Or o el premio alemán a la crítica discográfica (Preis der deutschen Schallplattenkritik).

En las notas que acompañan al disco, Johannes Pramsohler nos advierte de que no existe oficialmente el género de “concierto de viaje” que da título a la obra, pero que, con frecuencia, los músicos buscando repertorio se topan con conciertos barrocos que comparten ciertas características que llevan a pensar que fueron pensados para ser interpretados fuera de casa. Y es que lo que hoy es Alemania no fue una nación unificada como tal hasta la segunda mitad del siglo XIX, y en la época que nos ocupa, las seis primeras décadas del siglo XVIII, todavía era una miríada de cortes de tamaño pequeño y mediano, cada una con su propia Hofkapelle o capilla cortesana.

El gobernante de cada corte ya fuese rey elector, duque, príncipe, príncipe-obispo, landgrave o margrave, elegía a los miembros que formaban su capilla, compitiendo con otras -en la medida de sus posibilidades-, para traerse a las figuras de mayor renombre. Sin embargo, además de los músicos residentes en cada corte, los compositores más destacados del momento eran invitados a mostrar su arte en cada plaza, de forma que aparece el concepto de “salir de gira”. El músico en cuestión podía llevar como carta de presentación una muestra de su genio, como un concierto con una destacada pieza solista, y un acompañamiento más sencillo que pudiese ser ejecutado por los intérpretes locales. Este tipo de composición es lo que Pramsohler denomina travel concerto.

Abre el disco una pieza muy conocida por los melómanos, el Concierto de Brandeburgo n.º 5 en re mayor de Johann Sebastian Bach, en su primera versión, que pudo haber sido compuesta para ser interpretada en las visitas a los baños de Karlsbad con el príncipe de Köthen. También está presente en la grabación un concierto de Johann David Heinichen, quien fuera maestro de capilla en la corte de Augusto II de Polonia en Dresde desde 1716 hasta su muerte en 1729. Parece ser que en 1718 un grupo de intérpretes virtuosos viajó desde Dresde a la corte de Viena, y fue precisamente para tocar este travel concerto de Heinichen. Por cierto, en 1730 hicieron lo propio en Berlín.

Resulta muy curioso que viviendo como vivimos en una sociedad saturada de producción multimedia, los cuatro restantes conciertos que incluye el CD nunca hayan sido grabados anteriormente. De esta forma Travel Concertos presenta en primicia dos composiciones inéditas de Pisendel, más una de Kress y otra de Durant. Resulta notable el esfuerzo que los miembros del Ensemble Diderot dedican a encontrar repertorio poco trillado, huyendo de opciones más fáciles, pues, a menudo, la puesta en escena e interpretación de piezas complicadas requiere de un trabajo de investigación para dotarlas de un sentido.

Johann Georg Pisendel también trabajó como violinista en la corte de Dresde como Heinichen, y, de hecho, recibió clases de él. Johannes Pramsohler considera que su obra no tiene en la actualidad el peso que realmente merece, probablemente debido a que es corta y no contiene colecciones. Por su parte, Johann Jakob Kress fue desde 1712 violinista de la orquesta de la corte de Darmstadt, antes de ser nombrado concertino unos años más tarde. El concierto que contiene el disco tiene la particularidad de que la parte solista está escrita para ser tocada afinando el violín medio tono más agudo que el resto de la orquesta, se supone para que este destacase y brillase por encima de los otros instrumentos, y con él, el virtuosismo del violinista. La última pieza del disco es un concierto para laúd, clave y cello de Paul Karl Durant, un músico bastante más joven que los anteriores, que ejerció de laudista en la corte de Bayreuth del margrave Federico y su esposa Wilhelmina, la hermana de Federico II de Prusia.

Además de Johannes Pramsohler, en la grabación han intervenido Simone Pirri, violín, Alexandre Baldo, viola, Guirim Choï, cello, Françoise Leyrit, contrabajo, Jadran Duncumb, tiorba y laúd, y Philippe Grisvard, clave.

Travel Concertos es una oportunidad para conocer la música que llevaban de gira aquellas estrellas alemanas del siglo XVIII, y una gran ocasión para disfrutar de una serie de piezas de una gran belleza formal.