Dentro de la tradición musical y espiritual japonesa destaca el shakuhachi, una flauta de bambú que se toca verticalmente como la flauta dulce y a diferencia de la travesera. Los monjes zen de la secta Fuke, conocidos como “los monjes del vacío”, utilizaban este instrumento dentro de la práctica ritual del suizen. Parece ser que la música se adaptaba a la respiración del intérprete mezclando la melodía con la meditación.
El shakuhachi llega al archipiélago nipón en el siglo VI procedente de China, pero su interpretación evoluciona de una forma totalmente autónoma e independiente de la que tiene lugar en el continente debido al aislamiento al que se somete Japón.
Volviendo a los monjes Fuke, resulta curioso que, aunque el sistema feudal japonés o shogunato prohibía a los súbditos viajar libremente por el país, estos religiosos consiguieron una exención de la ley dado que su culto implicaba moverse de un lugar a otro tocando el shakuhachi para rogar por las almas. El shogun, a cambio de la dispensa, requería que los miembros de la secta Fuke actuasen como espías a su servicio, y a su vez mandaba espías disfrazados de monjes (supongo que para controlar a los primeros), lo que supongo que provocaba no poca intriga y confusión en la época.
Una forma de identificar a un espía consistía en hacerle interpretar alguna pieza musical al shakuhachi especialmente difícil, como Shika no tone, que solamente un verdadero Fuke podría ejecutar con destreza.
Hay que destacar que los monjes Fuke portaban una especie de cesto de mimbre en la cabeza, que les cubría la cara por completo, como símbolo de su desapego terrenal. El hecho de que el shakuhachi se interprete en vertical y no en horizontal, como la flauta travesera, les permitía tocar sin tener que descubrirse la cabeza.
No voy a entrar en temas de técnica musical que no entiendo, pero por aportar más información, el shakuhachi produce una nota Re4 como nota base. Los cinco agujeros del instrumento están afinados como la escala pentatónica. A pesar de su asociación con la cultura tradicional japonesa, el shakuhachi es utilizado brillantemente en jazz y en otros tipos de música más moderna.
Debo decir que desconocía por completo la existencia de este instrumento (a lo mejor lo había visto en alguna película de Akira Kurosawa) y que ha sido gracias a Rodrigo Rodríguez, intérprete de shakuhachi, que he llegado a conocerlo. Este músico ha estudiado en Japón música clásica y tradicional bajo los linajes de Katsuya Yokoyama en «The International Shakuhachi Kenshu-kan School» a cargo del Maestro Kakizakai Kaoru. Tiene una amplia trayectoria profesional en este campo y una discografía que se puede consultar en su página web.