viernes, 31 de mayo de 2019

Se presenta en Madrid el libro “Los archivos de Alvise Contarini” de José María Herrera



El próximo lunes 3 de junio a las 19:30 horas, la librería La Fugitiva de Madrid acogerá la presentación de la obra Los archivos de Alvise Contarini del escritor malagueño José María Herrera. El escritor, traductor y crítico Eduardo Lago, debatirá con el autor sobre el enigma del sabio veneciano Alvise Contarini, la figura que ejerce de eje de este singular recorrido por la historia de la música y de las artes plásticas de la ciudad de la laguna.

La obra es un gran monumento a la historia de la cultura y las costumbres de Venecia, una ciudad en cuyos patios y oscuros pasajes laberínticos todavía podemos cruzarnos, como hace José María Herrera, con Claudio Monteverdi, Francesco Cavalli, Tomaso Albinoni o  Benedetto Marcello, entre muchos otros.

A través de la reconstrucción de la obra y el pensamiento de un personaje tan enigmático como Contarini, que podría ser una máscara en la plaza de San Marcos o una sombra reflejada en un canal, Herrera nos sumerge en la fascinante historia de la música veneciana, con sus grandes figuras y leyendas. De su mano, el lector descubrirá cuánta razón tenía Contarini al decir que «en Venecia hay caminos que comunican con el mundo de los sueños».

Librería La Fugitiva / Santa Isabel, 7; Madrid / Lunes 3 de junio / 19:30 h

lunes, 27 de mayo de 2019

El nuevo disco de Oniria recupera el sonido de los códices renacentistas de santa Eulalia en Huehuetenango, Guatemala


El estudio de la música que en la época colonial se interpretaba en el Nuevo Mundo sigue siendo un tema apasionante de investigación. La música española tuvo una gran aceptación entre los nativos americanos. Los primeros franciscanos que llegaron al continente -en concreto a México-Tenochtitlan-, como Toribio de Benavente, Pedro de Gante y Juan de Zumárraga, informaron a la metrópoli de la buena aceptación que tenía la música polifónica entre la población indígena. Al escribir sobre las actividades llevadas a cabo por los indios, ponían en evidencia que “todo se hacía con la debida solemnidad y que a los niños se les enseñaba a leer, escribir, cantar y tocar instrumentos musicales” (Alfred Lemmon y Fernando Horcasitas. Manuscrito teórico musical de santa Eulalia: un estudio de un tesoro musical y lingüístico de Guatemala colonial, 1980).

A pesar de la importancia de México como capital, la actividad de enseñanza y ejecución musical se extendía por todo el continente, incluyendo Guatemala, que es el tema que nos ocupa. En concreto, la catedral de Guatemala, que tenía la misma constitución que la catedral de Sevilla, gozó siempre de maestros de capilla de renombre, y mantuvo, por lo menos mientras estuvo Rafael Antonio Castellanos como maestro, una intensa actividad de intercambio musical con la catedral de México.

En 1964, el musicólogo norteamericano Robert Stevenson anunció el hallazgo de un legajo de manuscritos en la aldea de Santa Eulalia, en el departamento guatemalteco de Huehuetenango, que arrojó un potente rayo de luz sobre nuestro conocimiento de la música colonial renacentista. En concreto, de los nueve manuscritos que concentran la polifonía, los siete primeros fueron hallados en Santa Eulalia, y los otros dos en las poblaciones de San Juan Ixcoi y San Mateo Ixtatán, respectivamente.

El contenido de este códice es un espejo de la cultura musical española de la época y de su proyección americana. Entre las piezas que lo integran se encuentran algunas firmadas por grandes figuras españolas como Francisco de Peñalosa o Cristóbal de Morales, aunque también aparecen grandes nombres de la música europea, como Claudin de Sermisy, Jean Mouton o Heinrich Isaac.

Pero el manuscrito es mucho más que un repositorio de música del viejo continente, también refleja cómo estos sones traídos del otro lado del Atlántico eran asimilados por la población nativa. Entre sus páginas aparecen temas en dialecto náhuatl y también otros firmados por indios de la región maya, como Francisco de León y Tomás de Pascual. Este último fue maestro de capilla de San Juan Ixcoy, Huehuetenango, en la década de 1590 a 1635, y está considerado como el primer músico indígena de quien existen composiciones originales.

Como afirman Lemmon y Horcasitas, “este documento confirma las numerosas crónicas religiosas que describen con tan vivos colores la habilidad musical de los indígenas, y nos demuestra además, con gran exactitud, la importancia del `imperio musical´ fundado por Pedro de Gante”.

El conjunto de sacabuches Oniria ha llevado una intensa labor de investigación en torno al códice de Santa Eulalia, que ha desembocado en la grabación que hoy nos ocupa, Huehuetenango. Ministriles from Guatemala. Se trata de una obra que recupera toda la riqueza musical del renacimiento colonial y que nos muestra cómo florecieron las formas llegadas de Europa.

Oniria es una de las formaciones más relevantes del panorama de la música antigua española actual. Especializados en la música para sacabuche -el padre del trombón actual- de los siglos XVI, XVII y XVIII, en 2011 grabaron un disco dedicado a la música de Georg Daniel Speer (1636-1707), Trébol Musical de Cuatro Hojas. Aparte de haber recibido el Premio de la Akademia Music Award de EEUU en el apartado de “Mejor vídeo de música clásica”, el grupo ha tenido varias candidaturas a los Premios GEMA, que concede la Asociación Española de Grupos de Música Antigua, recibiendo el galardón en 2017 en la categoría “Mejor Productor-Gerente”, otorgado a Caroline Astwood.

El origen de este proyecto tiene su origen en una serie viajes a América Latina que realizó Daniel Anarte, el director del ensemble y principal impulsor de la iniciativa, para colaborar con el  Syntagma Musicum, grupo residente de la Universidad de Santiago de Chile –USACH. Durante una de sus estancias, Anarte recibió como regalo del fundador de Syntagma, el musicólogo chileno Víctor Rondón, un conjunto de fotografías del manuscrito de Huehuetenango.

Aparte de su valor cultural y artístico, el presente despertó una inquietud profesional en el músico malagueño, dado que se percató de que, en el total de los 15 manuscritos que integran la colección, están incluidas más de 193 piezas sin letra, -o con solo el título o un brevísimo íncipit-, lo que puede llevar a considerarlas como música instrumental, del mismo modo que los libros de música “para ministriles” que han llegado hasta nosotros. En concreto, estos últimos son el manuscrito 975 de la biblioteca de Manuel de Falla (E-GRmf 975), el libro de ministriles de la Colegiata de Lerma, el archivo C19 de música para ministriles de la catedral de Puebla, en México, y el libro 6 para ministriles de la catedral de Segovia.

Daniel Anarte considera que existe un punto diferenciador entre el legajo de Santa Eulalia y el resto de música sin letra considerada “para ministriles”, y es que, presumiblemente, el guatemalteco fue copiado a mano por los propios indígenas nativos de la región”.

Y es que el propio fray Bartolomé de las Casas destacaba la magnífica predisposición y habilidad que mostraban los indios hacia la música. Por una parte, cuenta cómo reproducían con propias manos los instrumentos llegados de España, como los sacabuches o las chirimías:

“…Ninguna cosa ven, de cualquiera oficio que sea, que luego no la hagan y contrahagan.

Luego como vieron las flautas, las cherimias, los sacabuches, sin que maestro ninguno se los enseñase, perfectamente los hicieron, y otros instrumentos musicales.

Un sacabuche hacen de un candelero; órganos no se que hayan hecho, pero no dudo que no con dificultad bien y muy bien los hagan…”.

Pero también subraya la increíble capacidad para la interpretación, e incluso la composición, de la que hacían gala:

“La música, cuanto en ella y en el arte excedan, cantando así por arte canto llano y de órgano y en componer obras en la música y en hacer libros della por sus manos, como en ser muy diestros en tañer flautas y cheremias y sacabuches y otros instrumentos semejantes, a todos los destas partes es muy notorio.”

A través del estudio detallado del contenido del códice, ha llegado Daniel Anarte a realizar un descubrimiento de gran valor musicológico. Ha consistido en identificar una versión instrumental del Romance del Moro de Antequera contenida en el legajo, que figura como una pieza anónima bajo el título Romance, con el tema De Antequera sale el Moro, atribuido a Cristóbal de Morales por el vihuelista Miguel de Fuenllana en su libro de cifra Orphenica Lyra. El experto en el códice Omar Morales confirmó que relación entre ambas piezas no había sido detectada con anterioridad.

El disco Huehuetenango. Ministriles from Guatemala contiene la versión del romance incluida en el segundo manuscrito del códice y la compara con la intabulación que realizó Miguel de Fuenllana de la pieza de Morales, de forma que se pueda apreciar la concordancia entre ambas. Algo semejante sucede con la canción francesa Tant que vivray de Claudin de Sermisy, presente en los legajos de Santa Eulalia bajo el título Tranqui mi pres. En este caso, la versión americana es comparada con la sutil y maravillosa interpretación que realiza la vihuelista Paula Brieba de la intabulación correspondiente  del tema que incluye Fuenllana en quinto libro de Orphenica Lyra.

No acaban aquí las coincidencias entre los manuscritos de santa Eulalia y la obra de Fuenllana. Al Romance del Moro de Antequera y Tant que vivrey, se le suman Teresica Hermana de Mateo Flecha, renombrado Delesica Hermana en el códice, y el villancico Con qué lavaré de Juan Vásquez. Curiosamente, todas estas piezas pertenecen al libro V de la obra de Miguel de Fuenllana.

Y, aunque no se puede establecer una relación directa entre ambos documentos, no deja de ser curioso que el editor de Orphenica Lyra, Martín de Montesdoca, emigró a Guatemala en 1561, y existen testimonios de que ocupó cargos en la antigua catedral de Santiago. Quién sabe si fue el responsable de llevar el libro de cifra de Fuenllana al Nuevo Mundo.



A pesar de que el proyecto resalta el carácter instrumental del códice, el disco incluye también varios temas cantados, varios en dialecto náhuatl, que han sido interpretados por el contratenor Gabriel Díaz. La formación que ha participado en la grabación del disco incluye los sacabuches de Daniel Anarte, Carmelo Sosa, Manuel Quesada y Ramón P. Peñaranda, así como las flautas de Jacobo Díaz y el cornetto de José Antonio Martínez.

Por el lado de la cuerda, Paula Brieba pone la vihuela y la guitarra barroca, Luis Gómez la guitarra flamenca y Juan Ramón Hernández el arpa barroca. Finalmente, la percusión corre a cargo de Eugenio García y Rafa Garrido.

Huehuetenango. Ministriles from Guatemala es un trabajo francamente interesante, tanto por lo que aporta a la musicología, como por la exquisita sonoridad de las piezas en él incluidas.



jueves, 16 de mayo de 2019

El manuscrito Stark de Wohlmuth, un primer método húngaro de instrumento



A principios del siglo pasado, los hermanos húngaros Zsófia y Lajos Stark ordenaban en su residencia familiar de la ciudad de Sopron una serie de documentos familiares, heredados de sus ascendientes y antepasados. Entre los legajos encontraron un manuscrito que, por alguna razón, Zsófia intuyó que tenía una importancia especial, de forma que se lo confió al profesor Sándor Payr. Este comprendió de inmediato su relevancia y sugirió que fuese donado al museo de la ciudad, algo a lo que lo hermanos Stark accedieron.

El denominado manuscrito Stark es un tratado de teclado barroco, fechado en 1689, es el método para instrumentos más antiguo de Hungría. La investigación sobre sus páginas ha establecido como autor del mismo al compositor Johann Wohlmuth, y como destinatario, al joven Johann Jacob Stark, según figura en la portada de la obra: Tabulatur Johann Jacob Starcken zugehorig –1689- (Tablatura perteneciente a Johann Jacob Stark –1689-).

El documento contiene hasta cincuenta y seis piezas para tecla anónimas utilizadas con el fin didáctico de instruir en la técnica de esta familia de instrumentos. El joven Stark, antepasado lejano de Zsófia y Lajos, recibía lecciones del renombrado músico Johann Wohlmuth, nacido en la ciudad húngara de Ruszt en 1643, y considerado un gran compositor de la época, si bien solamente han llegado hasta nosotros cinco salmos y un miserere suyos.

Wohlmuth se inició en la música de niño en el coro de su ciudad natal que estaba dirigido por el conocido músico Andreas Rauch. Al acabar sus estudios en la escuela secundaria luterana, uno de sus maestros dejó escrito sobre él: “Oh musicae artem, in qua haud mediocriter valet” (A través de la música demuestra sus condiciones nada mediocres). Completó su formación musical en Breslau y en Wittenberg, Alemania, volviendo a su ciudad en 1671 para ocupar el cargo de rector y maestro de coro de la escuela luterana de Ruszt.

La persecución religiosa le llevó a establecerse en Ratisbona, donde impartió formación musical a las familias nobles locales, y donde se codeó con grandes compositores alemanes, como  Samuel Scheidt. No obstante, vuelve a Sopron en 1686 convocado para desempeñar el puesto de director de música del templo luterano de la ciudad.

Ejerció el cargo durante treinta y ocho años, pero además impartía clases privadas a miembros notables de la comunidad, como, por ejemplo,  los hijos delpríncipe palatino Pál Esterházy, Mihály y Gábor, a los que enseño la interpretación del clavicordio.

Volviendo al manuscrito Stark, los estudiosos han determinado la autoría de Wohlmuth gracias al apunte que lleva en la portada: “Tablatura perteneciente a Johann Jacob Stark, quien el 3 de diciembre de 1689, se inició en el tocar, en nombre de Dios, que nos otorgue Él su bendición”. Una de las pistas que nos lleva a nuestro hombre es su profunda religiosidad, que justificaría el comentario piadoso. Pero hay más, si se compara la caligrafía del texto del manuscrito con la que figura en un inventario del templo donde el músico firma sus honorarios, se llega a la conclusión de que es la misma.

Sylvia Leidemann, en un artículo muy rico en información y referencias (“El manuscrito Stark (Sopron, Hungría, 1689): aspectos didácticos para la enseñanza del teclado barroco”, Ensayos. Historia y teoría del arte, 2017), describe las características del manuscrito Stark:

“Las piezas del manuscrito se presentan como melodías con acompañamiento, armonizadas homofónicamente a dos, tres, cuatro o cinco voces. Aisladamente se observan breves y sencillos pasajes que sugieren una polifonía a dos voces. La ausencia de polifonía más compleja pone en evidencia un material destinado a principiantes.”

El contenido es un compendio de piezas anónimas de la tradición húngara de la época en que fue escrito. Desde el punto de vista de la investigación histórica, permite estudiar géneros del barroco temprano, incluyendo preludios, arias y danzas renacentistas, como la Ungaresca y Bergamasca.

El manuscrito designa el instrumento como virginálkönyv, es decir, virginal, el teclado pequeño tan de moda entre la alta sociedad europea de la época. No obstante, en los escritos en alemán de Wohlmuth habla de clavichordium, una expresión que en el momento en que fue escrito el manuscrito podía hacer referencia a cualquier instrumento de tecla que no fuera el órgano, es decir, clavicémbalos, virginales, espinetas y clavicordios.

Leidemann destaca el valor didáctico de esta obra y el testimonio que constituye de las formas musicales en boga:

“A diferencia de otras propuestas posteriores para el estudio instrumental, en este manuscrito se organizan en forma didáctica materiales musicales existentes y obras que efectivamente circulaban en su época en diversas comunidades. No constituye un artificio especialmente compuesto para el estudiante, sino más bien una secuencia organizada de melodías vivas en los intercambios sonoros de la época.”

Y concluye identificando una corriente musical común en la Europa de aquellos siglos, que rebasaba las distintas fronteras y lenguas:

“Las piezas contenidas en el manuscrito evidencian la práctica de un lenguaje musical común, extendido en toda Europa occidental en los siglos XVI y XVII y aceptado como propio en los diferentes círculos sociales a pesar de las diversas costumbres y lenguas.”