Ayer miércoles de madrugada falleció la genial soprano
Montserrat Figueras, esposa de Jordi Savall y una de las voces de referencia en
el campo de la música antigua española. Nacida en 1942, desde la década de los
setenta se dedicó junto a su marido a estudiar y difundir sobre todo la música
española, aunque también la europea y sudamericana, a través de los grupos Hespèrion
XXI, La Capella Reial
de Catalunya y Le Concert des Nations.
No voy a resumir su biografía porque está más completa en la
web de Alia Vox, su sello discográfico,
pero quiero resaltar la importante labor que han desempeñado tanto ella como su
marido por difundir la música antigua española por el mundo, y lo que es más
importante, por descubrirnos a nosotros mismos el maravillosos patrimonio
cultural que tenemos en este campo, y que por desgracia no solemos conocer. Resulta
patético que los volúmenes sobre historia universal de la música solamente se
acuerden de España a partir del siglo XIX, cuando tenemos una tradición desde la
Edad Media muy rica y variada, capaz de
competir tanto en elRenacimiento y el
Barroco con cualquier otra nación.
He encontrado en YouTube un bonito vídeo de fotos suyas que
pueden servir de homenaje a su memoria.
A pesar del título, este post no
trata de labores culinarias, ni siquiera de hortalizas oproductos de la huerta. La ensalada a la que
me refiero es un género musical del siglo XVI que tuvo su máximo exponente en
el músico tarraconense Mateo Flecha, “el Viejo”, cuyo sobrenombre pretende
distinguirle en los anales de su sobrino homónimo, también compositor,al que la historia recuerda como Mateo
Flecha, “el Joven”.
La ensalada, al igual que el
plato del mismo nombre, combina distintos ingredientes de diversa índole en una
misma pieza musical. Por una parte, mezcla idiomas variados como el latín,
castellano, catalán, francés, italiano y portugués. Adicionalmente, introduce
tanto elementos profanos como religiosos. Finalmente, trata tanto temas serios
como cómicos. Este abanico de tendencias tiene su equivalente en el tratamiento
musical, dado que presenta frecuentes cambios de ritmo y una alternancia de las
distintas voces que entran en juego: diálogos entre dos pares de voces, partes
interpretadas en solitario…
En el currículum de Mateo Flecha
figura el haber sido maestro de la catedral de Lérida a partir de 1523, y según
su sobrino, el haber ostentado el título de maestro de capilla de las
Serenísimas Infantas de Castilla, doña María y doña Juana, hacia 1547.
Prácticamente su obra conocida se reduce a las ensaladas, aunque también ha
llegado hasta nosotros algún villancico suyo, cuya persistencia en el tiempo
hay que agradecer al otro Mateo Flecha, “el Joven”, que las publicó en Praga
(no sé por qué precisamente en dicha ciudad) en 1581. De hecho, el buen sobrino
destaca “la cuales (las ensaladas) aunque
son viejas, ninguno antes de él las compuso, ni después (con preciarse todos de
ellas) nadie las ha recopilado ni hecho estampar”. Vamos, que si no llega a
ser por él, nunca hubiéramos disfrutado de la obra de “el Viejo”. Sin embargo,
de las once ensaladas conocidas por sus títulos, solamente han sobrevivido
hasta nuestros días seis: Jubilate, El
fuego, la Bomba,
La negrita, La guerra y La justa.
El experto Higinio Anglés, editor
de la edición moderna de las ensaladas de 1954, pone en evidencia la relación
de éstas con los temas navideños, como por ejemplo “en La guerra describe con una realidad pasmosa la valentía del Gran
Capitán, el Redentor recién nacido, que viene a luchar contra Lucifer”.
Añade Anglés un juicio general sobre la obra de Flecha: “en estas piezas de las ensaladas, Flecha se presenta como el
polifonista de más fuerza y de más genio entre los compositores españoles del
siglo XVI que cultivaron la música profana.”
A continuación dejo un vídeo con
la representación de la ensalada “La
bomba” y reproduzco el texto.
La
bomba
Bomba, bomba y agua fuera!
Vayan los cargos al mar
que nos ymos anegar,
do remedio no se espera!
A l'escota socorred! socorred!
Vosotros id al timón!
Qué espacio! corred, corred!
No veis nuestra perdición?
Esas gúmenas cortad porque se amaine la vela!
Hazia acá contrapesad! Oh, que la nave se asuela!
Mandad calafatear que quizá dará remedio!
Ya no ay tiempo ni lugar
que la nao se abré por medio!
Qué haremos?
Si aprovechara nadar?
Oh, que está tan bravo el mar,
que todos pereçeremos!
Pipas y tablas tomemos!
Más, triste yo, qué haré?
Que yo, que no sé nadar moriré!
Virgen madre, yo prometo rezar con tino tus horas.
Si Juán, tú escapas hiermo moras.
Montserrate luego meto.
Yo triste ofrezco tambien, en saliendo de este lago
ir descalzo a Santiago
Eu yendo a Jerusalem.
Santa Virgen de Loreto, San Ginés, socorrednos!
Que me ahogo Santo Dios!
San Telmo, santo bedito!
Oh, Virgen de Guadalupe nuestra maldad no te ocupe!
Señora de Monserrate oý señora gran rescate!
Oh, gran socorro y bonança!
nave viene en que escapemos!
Allegad que perescemos!
Socorred no haya tardança, socorred!
No sea un punto detenido señores, ese batel!
Oh, que ventura he tenido
pues que pude entrar en él!
Gratias agamus Domino Deo nostro
Dignum et justum est.
De tan grande benefiçcio rescebido en est día
Cantemos con alegría todo hoy por su servicio!
Ea, ea, sus, empeçemos!
empieçe tú, Gil Piçarra a tañir con tu guitarra
y nosotros te ayudaremos.
Esperad que esté templada
Tiemplala bien, hi de ruín.
Din di rin din...
Oh, como está destemplada!
Acaba, maldito ya!
Din di rin din...
Es por demás!
Sube, sube un poco más!
Din di rin din...
Muy bien está!
Ande, pues, nuestro apellido
el tañer con el cantar
concordes en alabar
a Jesús rezien nascido.
Din di rin din...
Bendito el que ha venido a librarnos de agonía
Bendito sea este día que nascio el contentamiento
remedió su advenimiento mil enojos.
Din di rin din...
Benditos sean los ojos que con piedad nos miraron
y benditos que así amansaron tal fortuna.
No quedé congoja alguna
demos prisa al navegar
poys o vento nos ha de llevar.
Garrido es el vendaval!
No se vió bonança igual
sobre tan gran desatiento
bien ayas tú, viento que ansi me ayudas contra fortuna.
Grita todos a una: Bonança, salvamiento!
Miedo ovistes al tormento no tuviendo ya esperança
o modicae fidei!
Ello está muy bien ansí.
Gala es todo a nadie hoy duela la gala chinela,
de la china gala, la gala chinela
Mucho prometemos en tormenta fiera,
más luego ofreçemos infinita çera
De la china gala, la gala chinela.
Adios, señores, a la vela!
Nam si pericula sunt in mari
pericula sunt in terra
et pericula in falsis fratribus.
Un festival con solera dentro del panorama musical de
nuestro país dado que su primera edición tuvo lugar en 1997. Se celebra en
distintos lugares de las ciudades de Úbeda y Jaén y está promovido por la Junta de Andalucía, la Diputación de Jaén y
los ayuntamientos de las dos ciudades, entre otras instituciones.
La edición de este año pretende confrontar las tendencias clásicas
con las modernas que se han ido produciendo a lo largo de la historia de la música:
conservadores/progresistas, acción/reacción. Para ello, los organizadores han
elaborado un esmerado y completo programa que se ejecutará entre
el 25 de noviembre y el 13 de diciembre en las distintas sedes del evento,
y que cubre un amplio abanico de géneros y estilos de distintas épocas.
Hace tiempo discutía yo con mi
amiga Paloma Mantilla de Coralea
sobre música sacra. Yo defendía que los himnos protestantes son infinitamente
más bonitos que la música que se canta en las misas católicas (de hecho, creo
que dije que “realmente elevaban el corazón hacia el Señor”), mientras que ella
argumentaba que había una gran tradición de música maravillosa asociada a la Iglesia. Y yo con ironía
respondí que sí, pero que no se solía interpretar el Stabat Mater de Pergolesi en la misa de ocho de Santa María,
iglesia de Sigüenza, localidad en la
que ambos coincidimos. Pues cuál no sería mi sorpresa cuando unos meses después
vi anunciado el Stabat Mater en el
citado templo a cargo de un conjunto vocal de Guadalajara capital, con motivo
de la celebración de la Semana Santa.
Me está bien empleado por bocazas.
Anécdotas cómicas aparte, Stabat Mater es uno de esos textos
recurrentes a lo largo de la historia, siendo musicado por compositores de
distintas épocas, y que alcanza su punto culminante con la versión que aporta
Giovanni B. Pergolesi en la primera mitad del siglo XVIII. La obra en cuestión
es un poema de veinte estrofas y sesenta versos, compuesto por el franciscano
Jacopone de Benedetti en el siglo XIII, que narra la muerte de Cristo desde los
ojos de su madre. Jacopone adoptó los hábitos tras la muerte de su esposa y
parece ser que fue un espíritu rebelde de su época, llegándose a enfrentar al
mismísimo papa Bonifacio VIII y pagando por ello con la cárcel. Muy en la línea
operativa de la Orden
de San Francisco, escribió Stabat Mater
como un vehículo didáctico para acercar la Historia Sagrada
al pueblo inculto, utilizando en sus versos un lenguaje sencillo y comprensible
por todos.
A pesar de que ya en la época de
Jacopone el poema se incorporó a la liturgia entonándose durante la celebración
en marzo de los Siete Dolores de la Santa
Virgen María, numerosas versiones se han ido sucediendo a lo
largo de la historia, destacando las de Josquín Després en 1519 y la de
Palestrina en la segunda mitad del siglo XVI, hasta las de compositores tan
conocidos como Vivaldi, Haydn o Schubert. Sin embargo, la partitura de Stabat Mater que ha quedado en los
anales ha sido la de Giovanni Pergolesi, realizada por encargo de la Cofradía de la Virgen de los Dolores y
estrenada en 1736, el año de la muerte del compositor. Inmediatamente gozó de
un gran éxito por todo Europa y su manuscrito fue copiado, profusamente interpretado
e incluso adaptado por otros músicos. La obra original está compuesta para dos
castrados (la Iglesia
prohibía a las mujeres exhibirse y cantar en lugares de culto), uno soprano y
otro contralto, aunque en la actualidad es interpretada por una soprano y una
mezzosoprano. Pergolesi concibió el Stabat
Mater para una orquesta de cuerda y bajo continuo, con los violines
distribuidos en dos grupos.
Al igual que el poeta británico
John Keats, Pergolesi tiene el record de alcanzar la genialidad universal en el
menor tiempo de vida, 26 años. A pesar de su corta existencia, ha dejado a la
posteridad numerosas obras; desde óperas bufas y serias a cantatas, amen de
otros tipos de piezas. Gozó de una gran popularidad en su época como compositor
teatral, aunque la mala salud que arrastraba desde la niñez acabó con su vida
en 1736. De hecho, su estado físico había empeorado tanto ese año que le
escribió en una carta a uno de sus maestros, Francisco Feo, que no sabía si le
iba a dar tiempo a acabar su Stabat Mater
por el que le habían pagado diez ducados.