Existe una opinión muy extendida que defiende que la revolución digital que estamos viviendo ha dañado seriamente el sector de la producción musical. La facilidad para copiar y distribuir un archivo de sonido que ha traído consigo Internet hace casi imposible impedir la copia ilegal y su difusión masiva, minando el modelo de negocio que ha manejado la industria del disco prácticamente desde la invención de los medios para registrar sonido. Sin embargo, la producción musical también se puede beneficiar de modelos emergentes asociados a la economía de redes y reiventarse, buscando nuevas soluciones de financiación. Una de estas soluciones puede ser el denominado crowdfunding.
El crowdfunding es una variante del crowdsourcing, un método de trabajo colaborativo en red cuyo máximo exponente es Wikipedia, una inmensa enciclopedia on line construida con las aportaciones de miles de redactores voluntarios de todo el mundo. El crowdfunding por su parte busca la financiación de un determinado proyecto, como puede ser el rodaje de una película o la grabación de un disco, mediante multitud de pequeñas aportaciones individuales recogidas a través de la web. A cambio, cada patrocinador del proyecto recibe alguna prebenda de los promotores una vez que se ha llevado a cabo el proyecto, como puede ser una invitación a un pase privado del film, ediciones especiales del CD, merchandising...
Uno de los primeros ejemplos de crowdfunding que ha conocido nuestro país es el largometraje El cosmonauta, un proyecto transmedia que sugiere una nueva forma de financiación, producción y distribución, sacando el mayor partido de las herramientas de comunicación disponibles en Internet, al margen de los canales tradicionales de difusión. El cosmonauta se estrena el 14 de mayo y ha recibido financiación de más de 5.000 internautas que han hecho posible el film. Marca un antes y un después de la cinematografía en nuestro país.
La música antigua no es ajena al crowdfunding, lo que demuestra que sus intérpretes y expertos, además de poseer una sensibilidad especial hacia las melodías arcaicas, también hacen gala de una creatividad excepcional a la hora de financiar y proyectar su trabajo. Veamos un ejemplo.
El dúo Dolce Rima, formado por la soprano Paula Brieba y la vihuelista Julieta Viñas, se ha especializado en la interpretación de piezas musicales del Renacimiento español procedentes tanto de los cancioneros de la época como de los tratados para vihuela. Tras cuatro años trabajando juntas han decidido que ha llegado el momento de cumplir una vieja ilusión, como es grabar un CD con sus interpretaciones. Para ello han abierto una página en la web para recaudar aportaciones de todos aquellos que quieran colaborar en el proyecto (pretenden recaudar 2.400 euros), ofreciendo siete tipos de recompensas en función del apoyo prestado. Se puede participar desde 5 euros y a cambio se obtiene la posibilidad de realizar una descarga digital del CD. La máxima aportación son 350 euros, a cambio de los cuales el patrocinador obtiene dos copias del CD y la posibilidad de recibir un concierto privado del dúo en el local por él elegido, entre muchas otras prebendas.
¿No es acaso una forma original de seguir creando y difundiendo la música antigua, aunque no exista una industria alrededor, utilizando los propios medios de Internet y la web social? Supongo que en breve oíremos hablar de nuevos ejemplos de crowdfunding.