jueves, 22 de septiembre de 2022

El archilaúd y la tiorba en la Italia del Barroco

 


The Art of Resonance. Archlute & Theorbo Music of the Italian Seicento

Luca Pianca

La revolución musical del Barroco en Italia le devolvió el protagonismo a la palabra como vehículo para expresar emociones humanas.El movimiento intelectual surgido en Florencia a finales del siglo XVI y bautizado como Camerata se rebeló contra la tradición contrapuntística característica del Renacimiento, pues sus miembros consideraban que destrozaba la poesía (laceramento della poesía). Cada verso y cada palabra eran cantados a la vez por distintas voces superpuestas que formaban una textura de sonido confusa, impidiendo escuchar debidamente la letra.

La Camerata Florentina, capitaneada por los condes Bardi y Corsi, abogó por recuperar la sencillez de la monodia en la que la música se mantiene sometida a la poesía cantada, lo que dio lugar a que cobrase una importancia creciente en el siglo XVII el formato basado en el canto acompañado por instrumentos de cuerda. Y ello tuvo como efecto colateral el imponer la evolución del cordófono renacentista por excelencia, el laúd. Los registros de voz muy agudos apagaban el sonido de las cuerdas, de forma que hubo que reforzar la sonoridad de este instrumento, dando lugar al nacimiento de otros nuevos, como fueron el archilaúd y la tiorba. A pesar de que en su origen estuvieron concebidos como complemento a los cantantes en solitario o junto a otros instrumentos, pronto desarrollaron una trayectoria dentro de la música instrumental, que es lo que recoge el disco The art of resonance.

Luca Pianca es un veterano músico suizo especializado en los instrumentos antiguos de cuerda pulsada. Con más de veinte grabaciones publicadas, fue pionero en el campo de la recuperación de la música antigua italiana con su grupo Il Giardino Armonico, formado en 1985. En este trabajo, Pianca se ha centrado en aquellos músicos del siglo XVII que en Italia impulsaron el protagonismo del archilaúd y la tiorba a través de su utilización para la música instrumental.

A medida que avanza el Seicento, el laúd clásico renacentista va quedando en desuso, y, en cambio, cobran relevancia dentro de la nueva música barroca sus parientes cercanos, el archilaúd y la tiorba, que incorporan un juego de cuerdas de bajo más largas sumadas a las convencionales, sujetas a un segundo mástil que emerge de la parte trasera de la caja del instrumento. El músico boloñés Alessandro Piccinini -cuya obra está presente en el disco- publicó en 1623 el tratado de música para laúd y tiorba Intavolatura di Liuto et di Chitarrone, libro primo, en cuyo prefacio se atribuye la invención del archilaúd. El instrumento en cuestión, conocido primero como liuto attiorbato, pronto ganó popularidad y fue ampliamente adoptado.

Por su parte, la tiorba comparte la estructura del archilaúd, pero el segundo mástil del que penden las cuerdas de bajo para aportar mayor resonancia es mucho más largo, y, en consecuencia, el sonido más profundo.El origen de la tiorba o chitarrone, como también es conocido este cordófono, se sitúa en la década de 1580, y probablemente su diseño fue obra de Antonio Naldi, un músico de la corte de Ferrara, como forma de acompañamiento del nuevo estilo de canto recitativo, según se cita en una carta de Emilio Cavalieri a Luzzasco Luzzaschi. La primera referencia al chitarrone se encuentra en la descripción que hace Bastiano de Rossi de los seis intermezzi que se ejecutaron en Florencia durante la boda de Fernando I de Médici y Cristina de Lorena, en mayo de 1589.



Sin duda, el protagonista de The art of resonance es el anteriormente citado Alessandro Piccinini, que firma diez piezas de las veinticinco que contiene el disco. Trabajó en Ferrara para la casa de Este, y publicó dos libros para cuerda pulsada, el arriba mencionado de 1623, y otro a título póstumo en 1639, titulado Intavolatura di liuto, nel quale si contengono toccate, ricercate musicali, corrente, gagliarde, chiaccone, e passacagli alla vera spagnola, un bergamasco, con varie partite, una battaglia, & altri capricci. Como curiosidad, su hermano Filippo fue el autor de la música de la primera ópera estrenada en España, La selva sin amor (1627), cuyo libreto fue escrito por Lope de Vega.

También está muy presente en el disco la música de Giovanni Girolamo Kapsberger, conocido en Italia como Il tedesco della tiorba, por su ascendencia germana y por su habilidad con dicho instrumento, para el que publicó varios tratados. Luca Pianca también interpreta en esta obra dos piezas de Pietro Paolo Raimondo, un noble del norte de Italia que en 1601 recopiló un manuscrito de tocatas, fugas, intabulaciones y danzas para laúd, denominado Libro de sonate diverse.

Otro compositor destacado que aparece en el CD es Pietro Paolo Melli, nacido en Reggio Emilia en 1579, que trabajó como laudista en la corte del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Matías I. Publicó entre 1614 y 1616 cinco libros de Intavolatura di Liuto Attiorbato de donde proceden los cortes que aparecen en el disco. También de Reggio Emilia era Maurizio Cazzati, organista y prolífico compositor de música tanto sacra como profana, que fue maestro de música de cámara de Vespasiano I Gonzaga, duque de Sabbioneta. Finalmente, completa el repertorio del disco una versión instrumental de Giovanni Battista Spadi del madrigal de Cipriano de Rore Ancor che co'l partire, incluida en su publicación de 1624 Libro de passaggi ascendenti et descendenti.

The art of resonance es una excelente muestra de la proyección como solistas de música instrumental tanto del archilaúd como de la tiorba, que pone en evidencia la importancia de estos cordófonos más allá del acompañamiento del canto o de integrar la composición del bajo continuo.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Isabella Leonarda y la música de los conventos de la Italia barroca

 


Leonarda. A Portrait of Isabella Leonarda

Cappella Artemisia

La historiografía musical, en general escrita por plumas masculinas, ha ocultado y ninguneado la creación femenina a lo largo de los siglos. Figuras como Kassia o Hildegarda de Bingen, trovadoras provenzales como Clara de Anduza o la condesa de Día, la teclista española Gracia Baptista, o las afamadas venecianas Antonia Bembo y Barbara Strozzi, se consideran como excepciones y anécdotas dentro de la corriente de composición musical de los siglos. El papel de la mujer en la historia de la música europea poco a poco va adquiriendo claridad y difusión gracias al trabajo de investigadores y artistas que redescubren y ponen en escena repertorios firmados por compositoras. Entre estos, resulta destacable la labor del conjunto italiano Cappella Artemisia, que dedica su actividad a interpretar la música de los conventos italianos de los siglos XVI y XVII, tanto la creada por las propias monjas, como aquella compuesta por hombres, aunque en este caso es interpretada solo con voces femeninas, tal y como hubiera sonado en su día. Precisamente, el último lanzamiento discográfico del ensemble está dedicado a la obra de la religiosa Isabella Leonarda, que vivió en la ciudad de Novara en el siglo XVII.

Los conventos de monjas fueron verdaderos focos musicales, donde se podían encontrar hermanas instrumentistas, cantantes, y, también, compositoras. La clausura imponía un veto a la presencia de músicos masculinos, de forma que toda la actividad musical asociada al culto tenía que ser desarrollada por las propias internas. No obstante, las autoridades eclesiásticas se afanaron porque la música conventual se mantuviese en la mayor privacidad y sin separarse del marco religioso, por lo que ahora nos sorprende descubrir lo dilatado del espectro musical de las religiosas en el Renacimiento, y, especialmente, en el Barroco, que ha permanecido oculto. Como afirma Graig A. Monson (Divas in the Convent: Nuns, Music, and Defiance in Seventeenth-Century Italy, 1995), desde 1550 los archivos de los conventos italianos recogen testimonios de la existencia de cientos -e incluso miles- de organistas, cantoras y compositoras, y aunque las más destacadas han sido olvidadas, en su día tuvieron su fama relativa entre los melómanos.

A modo de ejemplo del renombre que tenía la música de los conventos, el escritor Giovanni Battista Spaccini refiere como en 1596 una procesión paró en el convento San Geminiano de Módena para escuchar interpretar a las monjas, cuyo ensemble incluía “todo tipo de instrumento musical”, y tocó y cantó motetes escritos por la hermana Sulpitia Cesis. Igualmente, el gran duque Cosimo III de Medici describe una visita que hizo en 1664 al convento Santa Radegonda de Milán, en donde actuaban dos conjuntos musicales compuestos por “cincuenta monjas contando cantantes e instrumentistas de suma perfección”.

Entre las hermanas compositoras más conocidas aparecen los nombres de la milanesa Chiara Margarita Cozzolani, la citada Sulpitia Cesis, la boloñesa Lucrezia Orsina Vizzana, la benedictina Rosa Giacinta Badalla, la carmelita Alba Tressina, Claudia Sessa o Bianca Maria Meda del convento de San Martino del Leano, en Pavía. Una pequeña muestra que ha llegado hasta nosotros de lo que constituyó un fenómeno verdaderamente importante.

Cappella Artemisia, ensemble fundado por la mezzosoprano estadounidense Candance Smith, ha dedicado su dilatada discografía a registrar los sones históricos de los conventos italianos. Desde el primer lanzamiento de 1995, Songs from the cloisters, sus grabaciones han sido dedicadas a compositoras como Chiara Margarita Cozzolani, Sulpitia Cesis, Raphaella Aleotti o Blanca María Meda, entre muchas otras. Este año han presentado su nuevo trabajo centrado en el trabajo de la monja Isabella Leonarda.

Nacida en 1620 en la ciudad piamontesa de Novara, Isabella Leonarda vivió desde los dieciséis años en el convento Sant’Orsola de dicha ciudad. Allí probablemente estudió música con Gasparo Casati, que fue maestro de capilla de la institución hasta su muerte en 1641. Ocupó diversos cargos a lo largo de su vida: madre (1676), superiora (1686), madre vicaria (1693), y consigliera (1700). Parece ser que también tuvo entre sus competencias impartir enseñanza de música a las novicias.

Aunque la composición era una práctica habitual entre las monjas de clausura, Isabella Leonarda destaca por no haberse limitado a crear música vocal religiosa, como era la norma, y haber escrito igualmente piezas instrumentales siguiendo los cánones de la música italiana de su época. De hecho, fue la primera mujer en publicar sonatas, mayormente para violín y órgano.

Leonarda no comenzó a componer con regularidad hasta la edad de 50 años. Su legado que ha llegado hasta nosotros consta de 22 motetes, 18 conciertos sagrados, 12 sonatas (para 1,2 3 y 4 instrumentos), 17 Misas y 11 salmos de concierto. Cappella Artemisia ha realizado una surtida selección de las composiciones de esta monja en A Portrait of Isabella Leonarda, que refleja los distintos aspectos de su obra.

De esta manera, como ejemplo de la música instrumental de Leonarda, el disco incluye sus sonatas 1, 2, 3 y 4 Op. 16, que fueron publicadas en 1693, cuando tenía 73 años, aunque probablemente habían sido escritas mucho antes. También podemos escuchar en la grabación cuatro de sus conciertos sagrados, y otros cuatro motetes, género en el que fue más prolífica.

Leonarda. A Portrait of Isabella Leonarda constituye una ocasión excelente para descubrir a esta gran compositora barroca, y, en general, para acercarse a la música que se hacía en los conventos italianos de monjas en el siglo XVII. Hay que agradecer esfuerzos como el que lleva a cabo desde hace años Cappella Artemisia de dar a conocer la obra de compositoras de música antigua injustamente olvidadas por la historia oficial.