martes, 26 de diciembre de 2023

La olvidada obra instrumental de Luis Misón

 


Luis Misón (1727-1766) Sonatas y tríos para flauta travesera, violín y bajo

La Fontegara México

Lindoro

Aunque el músico Luis Misón es principalmente recordado por su contribución a la tonadilla española del siglo XVIII, existe otra faceta de su obra asociada a la música instrumental que no desmerece de la anterior. En concreto, Misón destacó en su momento como un notable oboísta y flautista, y el ensemble La Fontegara México ha querido reflejar en su último trabajo la habilidad del compositor catalán grabando una serie de sus sonatas y tríos para flauta travesera.

La Fontegara México es uno de los grupos más veteranos de aquel país, con más de treinta años de andadura, y está especializado en el repertorio de música barroca y novohispana de los siglos XVII y XVIII. Sus miembros han colaborado con otras formaciones de renombre, como Capella Reial de Jordi Savall, La Real Cámara de Emilio Moreno, Camerata Ventapene, Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Orquesta Sinfónica Nacional de México, La Camerata, Risonanze o Boston Camerata, entre otros.

Luis Misón, nacido en Mataró en 1727, accedió a la Real Capilla a través de una muy dura oposición en junio de 1748, y estuvo al servicio de ésta hasta 1766, año en que muere de forma prematura. Su perfil como intérprete tiene su momento durante el reinado de Fernando VI (1713-1759) y Bárbara de Braganza (1711-1758), una época de esplendor en la música cortesana. Alguna fuente de la época le atribuye la invención del género de la tonadilla, en concreto, el artículo Origen y progresos de las tonadillas que se cantan en los Coliseos de esta Corte, incluido en el Memorial Literario, Instructivo y Curioso de septiembre de 1787 afirma: “en el año de 1757 D. Luis Mison abrió nuevo camino a las canciones del Teatro, y para una función de Corpus presentó una nueva composición a dúo, que fue el modelo, o principio de las que ahora se llaman Tonadillas”. Con todo, la experta Aurelia Pessarrodona Pérez pone en duda esta paternidad indicando que con toda probabilidad el género ya existía anteriormente como canción suelta, incluida bien en otras obras teatrales breves u otros géneros (Guerrero y Misón en la conformación de la tonadilla como género teatral autónomo).

Misón ha pasado a la posteridad como un destacado instrumentista, hasta el punto de que fue alabado por su amigo el escritor Félix María Samaniego en El tordo flautista:

Era un gusto el oír, era un encanto

a un tordo, gran flautista: pero tanto

que en la gaita gallega

o la pasión me ciega

o a Misón le llevaba mil ventajas.

Frente a la cantidad de música escénica que compuso Misón, sus creaciones instrumentales para oboe y flauta resultan en proporción exiguas. Así, existen ciento cuarenta tonadillas catalogadas y tan solo se conservan once sonatas completas. Este hecho resalta la relevancia de esta iniciativa de La Fontegara México de reivindicar y dar a conocer la parte más olvidada y desconocida de la obra del compositor. El disco contiene seis piezas inéditas, tres sonatas para flauta con bajo y tres tríos para flauta, violín y bajo. Las sonatas de Misón se encuadran estilísticamente en su época, es decir, entre el estilo galante del barroco tardío y el estilo clasicista.

 

 

 

lunes, 11 de diciembre de 2023

La sonata a trío: los más escondidos secretos de la armonía en la ejecución más artística

 


J. G. Goldberg & W. F. Bach: Trio Sonatas

Ensemble Diderot

Audax Records

La presente grabación constituye la celebración de los quince años en activo del conjunto Ensemble Diderot. La formación, fundada y dirigida por el violinista austriaco Johannes Pramsohler ha dedicado sus esfuerzos y su talento a la exploración y puesta en escena del repertorio de la música barroca de cámara. De esta forma, sus programas se han centrado mayormente en el inmenso acervo de trío sonatas, cuartetos y sonatas para grandes conjuntos de los siglos XVII y XVIII, y su producción discográfica -editada con el sello propio Audax Records- supera la veintena de discos, ordenados temáticamente en los dedicados a sonatas a trío, los centrados en conciertos o la serie asociada a ciudades europeas.

El volumen que nos ocupa ha seguido de cerca en el tiempo a Travel Concertos, publicado a finales del año pasado, y a Sonate a quattro, que vio la luz en mayo, lo que ofrece una muestra de lo prolífico del ensemble. Ahora le ha tocado el turno a las trío sonatas de Johann Gottlieb Goldberg, compositor cuya obra ya protagonizó el anterior disco Sonate a quattro, y Wilhelm Friedemann Bach, el hijo mayor del genio de Eisenach. El espíritu de Johann Sebastian planea sobre esta obra, pues, como indica Pramsohler, podemos asumir que llegó a escribir sonatas para dos violines y bajo continuo, aunque no haya llegado ninguna hasta nosotros. Así que nos tendremos que conformar con las que tenemos de sus alumnos aventajados, que no es poco.

Este proyecto ha reunido a la formación original del Ensemble Diderot, es decir, Johannes Pramsohler y Roldán Bernabé en los violines, y Gulrim Choï y Philippe Grisvard interpretando el chelo y el clavicémbalo, respectivamente, a modo de bajo continuo. El disco contiene la grabación de cuatro piezas de Johann Gottlieb Goldberg (1727-1756) y una de Wilhelm Friedemann Bach (1710-1784).

Goldberg ha pasado a la posteridad por las famosas variaciones que llevan su apellido compuestas por J. S. Bach por encargo del conde Hermann Carl von Keyserlingk. De acuerdo con el biógrafo de Bach Johann Nikolaus Forkel, el noble le habría encargado estas piezas para que fuesen interpretadas por su teclista, el joven y talentoso Johann Gottlieb Goldberg, con el fin de que le ayudasen a conciliar el sueño. No obstante, el director del ensemble, Johannes Pramsohler, en las notas que acompañan a la edición, sugiere tratar con cautela las historias y anécdotas que nos han llegado sobre Goldberg a través de Forkel, quien apenas tenía siete años cuando falleció el músico, pues es probable que las hubiera sometido a cierto embellecimiento y mitificación.

Con todo, la imagen que ha llegado hasta nosotros es la de un niño prodigio de la tecla, que recibió su elevada formación musical primero de Wilhelm Friedemann Bach, y, posteriormente, de su padre, el mismísimo Johann Sebastian. Otra de las fuentes sobre su persona, el escritor Johann Friedrich Reichardt, lo presenta como terco y melancólico, con tendencia a destruir sus propias composiciones, de forma que, según Reichardt, la pequeña parte de las que han sobrevivido constituyen “aburridas miniaturas para damas”. Se sabe que compuso cantatas, piezas para tecla, conciertos para clave, preludios corales y seis sonatas a trío, cuatro de las cuales integran este disco.

Pramsohler nos informa en su texto que J. S. Bach buscaba que sus alumnos más aventajados, entre los que se encontraba Goldberg, lograsen un grado tal de perfección como para poder “implantar los más escondidos secretos de la armonía en la ejecución más artística”. En este sentido, la sonata a trío constituía la prueba de fuego de la excelencia para los músicos de la época.

La trío sonata o sonata en trío es un formato de música instrumental compuesta en tres líneas polifónicas: dos correspondientes a instrumentos melódicos -en los ejemplos que nos ocupan, violines-, más la del bajo continuo, que es ejecutada generalmente por dos instrumentos, uno melódico, como la viola da gamba o el chelo, y el otro polifónico, por ejemplo, clave u órgano. Este género se difundió a lo largo del siglo XVII por toda Europa -menos a España, que parece que quedó ajena al fenómeno-, de manera que se han llegado a contar hasta ocho mil compuestas en el periodo de cien años. La sonata impulsó el protagonismo del violín como la nueva estrella de la música barroca, si bien en el formato a trío el despunte del instrumento está más limitado, dado que los dos violines tienden más al diálogo en patrones rítmicos complementarios que a la realización de deslumbrantes ejercicios de estilo, como en el formato a solo.

El cedé de Ensemble Diderot incluye también una pieza de Wilhelm Friedemann Bach, complementando las cuatro de Goldberg. El primogénito de J.S. Bach, que ejerció como el primer profesor de Johann Gottlieb Goldberg, es considerado el músico más avezado de toda la progenie del compositor. Sin embargo, de acuerdo con su biógrafo David Schulenberg (The Music of Wilhelm Friedemann Bach, 2010) su música nunca fue ampliamente distribuida, y ha sido poco interpretada y publicada en comparación con las de sus hermanos Emanuel y Christian, de forma que a su juicio “Friedemann ha sido una especie de nota al pie en la historia de la música”. Una posible explicación alude a que su música resulta mucho menos diversa que la de otros creadores de su época, o, también, que haya sobrevivido una pequeña parte poco representativa de ella. Schulenberg también se plantea si se trataba de un carácter tan perfeccionista que solamente dejaba salir de su estudio las piezas más conseguidas técnicamente. La trío sonata incluida en el disco fue compuesta poco antes de su muerte, que tuvo lugar de manera prematura en 1756, y, aunque en principio estaba concebida para dos violines solistas, fue arreglada posteriormente para violín y flauta. Ensemble Diderot, no obstante, ha basado su grabación en la versión original para violines.

Como es habitual en los programas ejecutados por este conjunto, esta obra nos permite disfrutar de piezas del Barroco tardío que no son muy conocidas o que no han sido en exceso interpretadas, reflejando toda su grandeza y colorismo. Se trata de un gran regalo de aniversario para todos los que seguimos la carrera de este brillante grupo.

 

 

viernes, 1 de diciembre de 2023

Forma Antiqua revive el arte y la gracia de la tonadillera dieciochesca La Caramba

 


La Caramba

Forma Antiqua

Winter&Winter

 

La Caramba es el nuevo proyecto discográfico de los hermanos Zapico centrado en la vida y el arte de la tonadillera del siglo XVIII María Antonia Vallejo Fernández, uno de los personajes más sobresalientes de la escena de la época. Descrita como desgarrada, popular y primitiva, La Caramba llevó el formato musical de la tonadilla escénica a su punto más alto, logrando que casi se convirtiese en un género en sí mismo que llenaba de público los teatros madrileños. Para esta grabación, el grupo Forma Antiqua ha contado con la voz de la soprano barcelonesa María Hinojosa.

Este trabajo del ensemble asturiano sigue a sus recientes discos dedicados a los archivos musicales de la catedral de Oviedo (Sancta Ovetensis, 2022) y a las sinfonías de Vicente Baset (Baset, 2020). Parte de una línea de investigación sobre las actrices cantantes de la segunda mitad del siglo XVIII -La Tirana, La Pulpillo, La Lavenana, La Guzmana, La Granadina o La Divina- que les ha llevado directamente hasta La Caramba, sin duda la más singular de todo el palmarés de la época, que entró en las leyendas y los romances por su arrepentimiento de la vida disoluta que había llevado, y por su muerte relativamente temprana. José Blas Vega (La canción española: de La Caramba a Isabel Pantoja) subraya que su vida fue relatada por ciegos y copleros, y que fue objeto de obras de literatura y películas de cine, como María Antonia 'La Caramba' (1950) de Arturo Ruiz-Castillo, así como de un pasacalle que popularizó la mismísima Concha Piquer.

Para entender la relevancia de la figura de María Antonia Vallejo, nacida en una familia de campesinos de Motril en 1751, hay que conocer el panorama de la escena del Madrid de aquellos primeros Borbones. El teatro de principios del siglo XVIII se debatía entre la herencia barroca autóctona, cuyas formas repetitivas ya mostraban síntomas de agotamiento, y un tímido movimiento modernizador que apostaba por equiparar las formas escénicas españolas a las corrientes renovadoras que se daban en otros puntos de Europa. La pasión que despertaba el espectáculo se traducía en distintos bandos que chocaban con furia entre sí. Por una parte, estaban los denominados chorizos, partidarios del Teatro del Príncipe cuyo distintivo era una cinta de color oro en el sombrero. Enfrentados tenían a los polacos, fanáticos seguidores del Teatro de la Cruz, quienes se identificaban con una cinta azul celeste. Finalmente, cerraban el catálogo de tribus urbanas los panduros, defensores de los artistas que actuaban en el Teatro de Los Caños del Peral, que había sido inaugurado por Farinelli en 1735, y que estaba dedicado a la representación de óperas y de otras músicas para gustos más señoriales.

Precisamente, a mediados de siglo nace la tonadilla como una reacción nacional a la influencia extranjera en la música escénica que representaba Farinelli. Este cantante, primero protegido por Isabel de Farnesio y después por Bárbara de Braganza, intentó por todos los medios introducir la ópera italiana en nuestro país, pero, quizá por su excesivo academicismo, fue superada en popularidad por la tonadilla, cuyo carácter más desenfadado cautivó al público de la Villa y Corte.

La tonadilla escénica ha sido descrita como una especie de ópera cómica que constaba de una serie de piezas intercaladas entre las jornadas o actos de los teatros de Madrid -el de la Cruz y el del Príncipe-, que incluían entre seis y ocho números de música. Aunque su vida abarca toda la segunda parte del siglo XVIII, el máximo apogeo tiene lugar entre 1771 y 1790, años en los que está absolutamente de moda entre el público de la corte de todos los estamentos sociales.

Durante esta etapa de mayor esplendor, se convierte en un género cuyo éxito reposa en mayor medida sobre la gracia y la picaresca de las artistas que lo interpretan, y es aquí donde destacó María Antonia Vallejo. Llegó a Madrid con veinticinco años después de haberse labrado una fama sobre los escenarios gaditanos, y fue contratada en la Compañía del Teatro de la Cruz. Para su debut en la capital, el compositor Pablo Esteve le escribió una tonadilla de la que recibió el sobrenombre de La Caramba, pues decía la pieza:

Un señorito muy petimetre

se entró en mi casa cierta mañana

y así me dijo al primer envite:

¡Oye, usted! ¿Quiere usted ser mi maja?

Yo le respondí con mi sonete,

con mi canto, mi baile y soflama:

¡Qué chusco que es usted, señorito!

Usted quiere... ¡Caramba, caramba!

Después de dos años de actuar noche tras noche sobre el escenario, le llega a La Caramba el éxito masivo, y su estilo provocativo y picarón se impone en el gusto de la gente, hasta el punto que el Salón del Prado las mujeres lucen el peinado que ha puesto de moda, y como describen Rosalía Domínguez Díez y Ángela Gallego García (La elegancia y el desgarro en el teatro madrileño del XVIII), su figura se convierte en un fenómeno social: Se "carambea" en los salones y en la calle; se comen dulces "carambelos" e incluso los habitantes de los Carabancheles llegarán a denominarse familiarmente "carambancheleros".

El disco que presenta Forma Antiqua ofrece una muestra de lo que pudo ser el arte de La Caramba, y, para ello, sus miembros han seleccionado a la cantante María Hinojosa para encarnar a la singular tonadillera porque, pues, como ellos mismos indican, aparte de sus dotes artísticas, destaca por su presencia, su garbo y su dominio de la escena. Por otro lado, la grabación cuenta con piezas de dos de los más renombrados compositores de tonadillas de la época: el citado Pablo Esteve y el tudelano José Castel. Asimismo, se incluye una composición de José de Nebra, y un fandango de Bernardo Álvarez Acero, quien fuera maestro de música en el teatro de los Caños del Peral a finales del XVIII.

La Caramba es un disco que atrapa por lo fresco y alegre de sus piezas, y por cómo nos transporta al chispeante y bullicioso Madrid dieciochesco, con su variada vida social y su peculiar panorama escénico.