Bach fue contemporáneo de algunos de los grandes científicos del siglo XVII, como Newton, Euler o Leibniz, y siempre ha sido destacado el rigor matemático de su obra, de forma que se considera que contribuyó con su música a la revolución intelectual de su era.
Y sin embargo, la precisión y el rigor geométrico de sus composiciones no las exime de portar una importante carga emotiva, puesto que invocan todo un espectro de sentimientos: desde la desesperación a la alegría, de la tristeza al alivio, desde el deleite a la melancolía.
Esta faceta emocional de la creación de Johann Sebastian Bach es la que ha elegido el clavecinista Javier Núñez como eje de su nuevo proyecto en solitario, el disco Affectus.
Javier Núñez Rivera es miembro de grupos de música antigua como Accademia del Piacere, More Hispano e I Fedeli, aunque también lleva a cabo una intensa carrera como solista.
Ha participado en numerosas grabaciones discográficas, entre las que destaca su primer disco en solitario à modo Italiano de 2014 en donde interpretó música para tecla barroca de compositores de Nápoles, Roma y Ferrara.
En su último lanzamiento los afectos articulan la obra, pues como explica el propio Núñez, “el Barroco pretendía agitar y mover el espíritu humano (affectus exprimere) hacia las pasiones más extremas”. Es en esta época cuando la representación de las pasiones se convierte en la esencia misma de la música y, si bien se trata de un fenómeno que se extiende por toda Europa, es en Alemania donde se estudia con más intensidad esta relación entre música y sentimiento.
La denominada Doctrina de los afectos, en alemán Affektenlehre, es un movimiento estético que se extiende aproximadamente del año 1600 al 1750 y está basado en la idea de que las pasiones se podían representar a través de las artes: la música, la pintura y el teatro.
Ya el filósofo francés René Descartes afirmaba, como enmarcando esta vocación de la música barroca, que “la base de la música es el sonido” y que su función es “agradar y despertar emociones variadas en nosotros”.
El compositor y teórico alemán Johann Mattheson (1681-1764) abundó en el estudio de los afectos musicales, especialmente a través del uso de intervalos.
La obra de Mattheson de 1739 Der vollkommene Capellmeister (El perfecto maestro de capilla) estudia las emociones asociadas a los intervalos y señala, como por ejemplo, la tercera mayor transmite vitalidad, mientras que la menor lamento, la quinta, energía y la séptima, súplica.
También la armadura musical tenía establecida una relación con los estados de ánimo.
En concreto, se asocian las siguientes relaciones entre armaduras y pasiones del alma humana:
- Do mayor: regocijo
- Do menor: dulzura triste
- Re mayor: testarudez, beligerancia
- Re menor: devoción, gravedad, paz de espíritu
- Mi bemol mayor: lastimero
- Mi mayor: la separación fatal entre cuerpo y alma
- Mi menor: doliente, pero con esperanza
- Sol bemol menor: agotamiento, abandono
- Sol mayor: persuasivo y brillante
- Sol menor: amabilidad, belleza
- La mayor: cautivante, claro
- La menor: honorable, calmado
- Si bemol mayor: magnífico aunque modesto
- Si menor: desagradable y desesperado
El tempo era un elemento más para inyectar distintas pasiones en la música.
De nuevo Mattheson nos ilustra en este sentido, planteando cómo el adagio expresa tristeza, lento transmite alivio, andante, esperanza, affettuoso, amor o allegro, consuelo.
Johann Mattheson fue un teórico de los afectos, pero músicos como Johann Sebastian Bach pusieron en práctica de forma activa la generación de emociones a través de sus composiciones. La Doctrina de los Afectos podía estar presente en la música vocal, como la Kreuzstab Cantata (BWV 56) de Bach que analiza Georg Corall[1], pero también en la instrumental, en la que cada movimiento o parte de una obra se centra en una emoción o sentimiento en particular.
Javier Núñez ha reunido en su disco una selección de piezas para clave de Bach que ilustran los distintos estados emocionales del alma que puede producir la música.
La colección, que califica el intérprete de “caleidoscópica” en el libreto que acompaña al CD, incluye obras célebres y otras pertenecientes a algunos de sus libros más conocidos, como El arte de la fuga (BWV 1080) y de los ciclos El clave bien temperado.
El arte de la fuga fue publicado en 1751, ya muerto Bach, y es una de las grandes obras de la historia de la música.
Núñez ha incluido en su grabación dos contrapuntos procedentes de este libro, la Fuga I sobre el tema principal a cuatro voces y la doble fuga al espejo a tres voces basada en el principio (Contrapunto IX).
Por su parte, de la obra El clave bien temperado, también publicada a título póstumo, el CD contiene dos de los preludios y fugas (BWV 849 y BWV 870), uno de cada uno de los dos volúmenes.
También están presentes en el volumen la suite para laúd en mi menor BWV 996, la coral Lobt Gott, ihr Christen, allzugleich BWV 732 y la Fantasía cromática y fuga en re menor BWV 903, entre otras piezas.
Tenemos en este disco una rica muestra de cómo uno de los grandes maestros universales de la música crea o potencia los distintos estados anímicos del ser humano a través de sus composiciones. Un bello catálogo de los estados del alma.
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[1] Georg Corall, Johann Sebastian Bach’s Kreuzstab Cantata (BWV 56): Identifying the Emotional Content of the Libretto. 2015