Dentro de este maravilloso proceso de recuperación del Barroco musical español que vivimos en la actualidad -por desgracia tan ausente para el gran público-, a los esfuerzos de conjuntos como La Galanía o Accademia del Piacere, tenemos que sumar el espléndido trabajo que nos presenta Cantar alla Viola dedicado a uno de los más importantes compositores de tonos humanos de nuestro siglo XVII, Juan Blas de Castro, que lleva por título The Complete Polyphonic Works of Juan Blas de Castro.
El interés de las grabaciones de este dúo, compuesto por la soprano Nadine Balbeisi y el violero Fernando Marín, ya había quedado patente en los espléndidos discos que dedicaron a los libros de ayres de los músicos ingleses William Corkine y Robert Jones, protagonistas de una época en la que la viola da gamba y la lira-viola estaban sustituyendo a laúd como instrumento de acompañamiento del canto.
Nuestro Juan Blas de Castro, el protagonista de la nueva aventura de Marín y Balbeisi, fue contemporáneo de Corkine y de Jones, y a pesar de que su vida no está excesivamente documentada, sabemos que fue un músico del más alto prestigio en su época que gozo de la admiración y amistad de figuras de la talla de Lope de Vega y Tirso de Molina.
Es el propio Lope, su amigo personal, el que pone el talento de Blas de Castro a la máxima altura cuando escribe en La Filomena los versos:
“Las ninfas os harán ricos altares,yo villancicos y Juan Blas los tonosque cantarán en voces singulares.”
Nos ilustra sobre un proceso de trabajo en el que él, Lope, escribe el texto y Juan Blas se encarga de la música, un tándem que parece que fue común en la música escénica del Siglo de Oro. También en El acero de Madrid menciona Lope de Vega a su amigo y colega:
“Arroyuelos cristalinos,ruido sonoroso y mansoque parece que corréistonos de Juan Blas cantando,porque ya corriendo aprisay ya en las guijas despacio,parece que entráis en fugasy que sois tiples y bajo.”
Lo cierto es que el XVII es el siglo de la palabra; la música se somete y conjuga con la poesía. Por ello, no es extraño que poetas y músicos uniesen sus fuerzas para desarrollar las obras más sublimes.
De la vida de Juan Blas de Castro sabemos que era originario de Aragón, que nació en 1561 y que en su juventud fue gran amigo del Fénix de los Ingenios. Al igual que Lope y Calderón, en un momento de su vida renunció al mundo y abrazó el estado eclesiástico, más o menos en la primera década del siglo XVII.
El denominado Tono Humano del Barroco español es cualquier pieza musical con un texto profano para una o varias voces, que se diferencia del Tono Divino en que éste lleva una letra de contenido religioso. Juan Blas de Castro, junto con Juan de Palomares, es uno de los principales compositores de tonos humanos de la época y su obra aparece en los cancioneros de entonces, como el de Sablonara, que incluye 18 de sus piezas.
Por desgracia, el incendió que en 1734 asoló el Alcázar de Madrid destruyó, además de varias obras maestras de Velázquez, la mayor parte de los archivos de palacio, entre ellos los fondos de la Capilla Real, que guardaban las obras interpretadas en los espectáculos y fiestas de la corte, por lo que puede haber una gran parte de la obra de Blas de Castro que nunca llegará a nosotros (se cuenta que dejo setecientos setenta y un tonos escritos a su muerte).
En todo caso, Cantar alla Viola nos acerca en su disco veinte temas que nos ofrecen una rica panorámica de la calidad de la obra del compositor y de los textos que la acompañan. La belleza serena y naturalista que transmite la ejecución de Fernando Marín y Nadine Balbeisi nos transporta inconscientemente a la época en la que fueron escritas las piezas y a esa ansia de retorno a la sencilla vida de los campos desiertos y los arroyuelos cristalinos.
Como nos informan los propios autores, la vihuela de arco y la lira utilizadas en la grabación son copias fieles de los instrumentos de la época, construidas siguiendo las mismas técnicas de entonces. El lutier responsable de su construcción ha sido Javier Martínez de Guadalaviar (Teruel) al que Fernando Marín define como “un poeta de la madera”.
En suma, se trata de una experiencia tan ilustrativa de las formas musicales de la España del Siglo de Oro, como gratificante de escuchar para sumergirse en sus notas pausadas y elegantes.