martes, 26 de diciembre de 2023

La olvidada obra instrumental de Luis Misón

 


Luis Misón (1727-1766) Sonatas y tríos para flauta travesera, violín y bajo

La Fontegara México

Lindoro

Aunque el músico Luis Misón es principalmente recordado por su contribución a la tonadilla española del siglo XVIII, existe otra faceta de su obra asociada a la música instrumental que no desmerece de la anterior. En concreto, Misón destacó en su momento como un notable oboísta y flautista, y el ensemble La Fontegara México ha querido reflejar en su último trabajo la habilidad del compositor catalán grabando una serie de sus sonatas y tríos para flauta travesera.

La Fontegara México es uno de los grupos más veteranos de aquel país, con más de treinta años de andadura, y está especializado en el repertorio de música barroca y novohispana de los siglos XVII y XVIII. Sus miembros han colaborado con otras formaciones de renombre, como Capella Reial de Jordi Savall, La Real Cámara de Emilio Moreno, Camerata Ventapene, Orquesta de Cámara de Bellas Artes, Orquesta Sinfónica Nacional de México, La Camerata, Risonanze o Boston Camerata, entre otros.

Luis Misón, nacido en Mataró en 1727, accedió a la Real Capilla a través de una muy dura oposición en junio de 1748, y estuvo al servicio de ésta hasta 1766, año en que muere de forma prematura. Su perfil como intérprete tiene su momento durante el reinado de Fernando VI (1713-1759) y Bárbara de Braganza (1711-1758), una época de esplendor en la música cortesana. Alguna fuente de la época le atribuye la invención del género de la tonadilla, en concreto, el artículo Origen y progresos de las tonadillas que se cantan en los Coliseos de esta Corte, incluido en el Memorial Literario, Instructivo y Curioso de septiembre de 1787 afirma: “en el año de 1757 D. Luis Mison abrió nuevo camino a las canciones del Teatro, y para una función de Corpus presentó una nueva composición a dúo, que fue el modelo, o principio de las que ahora se llaman Tonadillas”. Con todo, la experta Aurelia Pessarrodona Pérez pone en duda esta paternidad indicando que con toda probabilidad el género ya existía anteriormente como canción suelta, incluida bien en otras obras teatrales breves u otros géneros (Guerrero y Misón en la conformación de la tonadilla como género teatral autónomo).

Misón ha pasado a la posteridad como un destacado instrumentista, hasta el punto de que fue alabado por su amigo el escritor Félix María Samaniego en El tordo flautista:

Era un gusto el oír, era un encanto

a un tordo, gran flautista: pero tanto

que en la gaita gallega

o la pasión me ciega

o a Misón le llevaba mil ventajas.

Frente a la cantidad de música escénica que compuso Misón, sus creaciones instrumentales para oboe y flauta resultan en proporción exiguas. Así, existen ciento cuarenta tonadillas catalogadas y tan solo se conservan once sonatas completas. Este hecho resalta la relevancia de esta iniciativa de La Fontegara México de reivindicar y dar a conocer la parte más olvidada y desconocida de la obra del compositor. El disco contiene seis piezas inéditas, tres sonatas para flauta con bajo y tres tríos para flauta, violín y bajo. Las sonatas de Misón se encuadran estilísticamente en su época, es decir, entre el estilo galante del barroco tardío y el estilo clasicista.

 

 

 

lunes, 11 de diciembre de 2023

La sonata a trío: los más escondidos secretos de la armonía en la ejecución más artística

 


J. G. Goldberg & W. F. Bach: Trio Sonatas

Ensemble Diderot

Audax Records

La presente grabación constituye la celebración de los quince años en activo del conjunto Ensemble Diderot. La formación, fundada y dirigida por el violinista austriaco Johannes Pramsohler ha dedicado sus esfuerzos y su talento a la exploración y puesta en escena del repertorio de la música barroca de cámara. De esta forma, sus programas se han centrado mayormente en el inmenso acervo de trío sonatas, cuartetos y sonatas para grandes conjuntos de los siglos XVII y XVIII, y su producción discográfica -editada con el sello propio Audax Records- supera la veintena de discos, ordenados temáticamente en los dedicados a sonatas a trío, los centrados en conciertos o la serie asociada a ciudades europeas.

El volumen que nos ocupa ha seguido de cerca en el tiempo a Travel Concertos, publicado a finales del año pasado, y a Sonate a quattro, que vio la luz en mayo, lo que ofrece una muestra de lo prolífico del ensemble. Ahora le ha tocado el turno a las trío sonatas de Johann Gottlieb Goldberg, compositor cuya obra ya protagonizó el anterior disco Sonate a quattro, y Wilhelm Friedemann Bach, el hijo mayor del genio de Eisenach. El espíritu de Johann Sebastian planea sobre esta obra, pues, como indica Pramsohler, podemos asumir que llegó a escribir sonatas para dos violines y bajo continuo, aunque no haya llegado ninguna hasta nosotros. Así que nos tendremos que conformar con las que tenemos de sus alumnos aventajados, que no es poco.

Este proyecto ha reunido a la formación original del Ensemble Diderot, es decir, Johannes Pramsohler y Roldán Bernabé en los violines, y Gulrim Choï y Philippe Grisvard interpretando el chelo y el clavicémbalo, respectivamente, a modo de bajo continuo. El disco contiene la grabación de cuatro piezas de Johann Gottlieb Goldberg (1727-1756) y una de Wilhelm Friedemann Bach (1710-1784).

Goldberg ha pasado a la posteridad por las famosas variaciones que llevan su apellido compuestas por J. S. Bach por encargo del conde Hermann Carl von Keyserlingk. De acuerdo con el biógrafo de Bach Johann Nikolaus Forkel, el noble le habría encargado estas piezas para que fuesen interpretadas por su teclista, el joven y talentoso Johann Gottlieb Goldberg, con el fin de que le ayudasen a conciliar el sueño. No obstante, el director del ensemble, Johannes Pramsohler, en las notas que acompañan a la edición, sugiere tratar con cautela las historias y anécdotas que nos han llegado sobre Goldberg a través de Forkel, quien apenas tenía siete años cuando falleció el músico, pues es probable que las hubiera sometido a cierto embellecimiento y mitificación.

Con todo, la imagen que ha llegado hasta nosotros es la de un niño prodigio de la tecla, que recibió su elevada formación musical primero de Wilhelm Friedemann Bach, y, posteriormente, de su padre, el mismísimo Johann Sebastian. Otra de las fuentes sobre su persona, el escritor Johann Friedrich Reichardt, lo presenta como terco y melancólico, con tendencia a destruir sus propias composiciones, de forma que, según Reichardt, la pequeña parte de las que han sobrevivido constituyen “aburridas miniaturas para damas”. Se sabe que compuso cantatas, piezas para tecla, conciertos para clave, preludios corales y seis sonatas a trío, cuatro de las cuales integran este disco.

Pramsohler nos informa en su texto que J. S. Bach buscaba que sus alumnos más aventajados, entre los que se encontraba Goldberg, lograsen un grado tal de perfección como para poder “implantar los más escondidos secretos de la armonía en la ejecución más artística”. En este sentido, la sonata a trío constituía la prueba de fuego de la excelencia para los músicos de la época.

La trío sonata o sonata en trío es un formato de música instrumental compuesta en tres líneas polifónicas: dos correspondientes a instrumentos melódicos -en los ejemplos que nos ocupan, violines-, más la del bajo continuo, que es ejecutada generalmente por dos instrumentos, uno melódico, como la viola da gamba o el chelo, y el otro polifónico, por ejemplo, clave u órgano. Este género se difundió a lo largo del siglo XVII por toda Europa -menos a España, que parece que quedó ajena al fenómeno-, de manera que se han llegado a contar hasta ocho mil compuestas en el periodo de cien años. La sonata impulsó el protagonismo del violín como la nueva estrella de la música barroca, si bien en el formato a trío el despunte del instrumento está más limitado, dado que los dos violines tienden más al diálogo en patrones rítmicos complementarios que a la realización de deslumbrantes ejercicios de estilo, como en el formato a solo.

El cedé de Ensemble Diderot incluye también una pieza de Wilhelm Friedemann Bach, complementando las cuatro de Goldberg. El primogénito de J.S. Bach, que ejerció como el primer profesor de Johann Gottlieb Goldberg, es considerado el músico más avezado de toda la progenie del compositor. Sin embargo, de acuerdo con su biógrafo David Schulenberg (The Music of Wilhelm Friedemann Bach, 2010) su música nunca fue ampliamente distribuida, y ha sido poco interpretada y publicada en comparación con las de sus hermanos Emanuel y Christian, de forma que a su juicio “Friedemann ha sido una especie de nota al pie en la historia de la música”. Una posible explicación alude a que su música resulta mucho menos diversa que la de otros creadores de su época, o, también, que haya sobrevivido una pequeña parte poco representativa de ella. Schulenberg también se plantea si se trataba de un carácter tan perfeccionista que solamente dejaba salir de su estudio las piezas más conseguidas técnicamente. La trío sonata incluida en el disco fue compuesta poco antes de su muerte, que tuvo lugar de manera prematura en 1756, y, aunque en principio estaba concebida para dos violines solistas, fue arreglada posteriormente para violín y flauta. Ensemble Diderot, no obstante, ha basado su grabación en la versión original para violines.

Como es habitual en los programas ejecutados por este conjunto, esta obra nos permite disfrutar de piezas del Barroco tardío que no son muy conocidas o que no han sido en exceso interpretadas, reflejando toda su grandeza y colorismo. Se trata de un gran regalo de aniversario para todos los que seguimos la carrera de este brillante grupo.

 

 

viernes, 1 de diciembre de 2023

Forma Antiqua revive el arte y la gracia de la tonadillera dieciochesca La Caramba

 


La Caramba

Forma Antiqua

Winter&Winter

 

La Caramba es el nuevo proyecto discográfico de los hermanos Zapico centrado en la vida y el arte de la tonadillera del siglo XVIII María Antonia Vallejo Fernández, uno de los personajes más sobresalientes de la escena de la época. Descrita como desgarrada, popular y primitiva, La Caramba llevó el formato musical de la tonadilla escénica a su punto más alto, logrando que casi se convirtiese en un género en sí mismo que llenaba de público los teatros madrileños. Para esta grabación, el grupo Forma Antiqua ha contado con la voz de la soprano barcelonesa María Hinojosa.

Este trabajo del ensemble asturiano sigue a sus recientes discos dedicados a los archivos musicales de la catedral de Oviedo (Sancta Ovetensis, 2022) y a las sinfonías de Vicente Baset (Baset, 2020). Parte de una línea de investigación sobre las actrices cantantes de la segunda mitad del siglo XVIII -La Tirana, La Pulpillo, La Lavenana, La Guzmana, La Granadina o La Divina- que les ha llevado directamente hasta La Caramba, sin duda la más singular de todo el palmarés de la época, que entró en las leyendas y los romances por su arrepentimiento de la vida disoluta que había llevado, y por su muerte relativamente temprana. José Blas Vega (La canción española: de La Caramba a Isabel Pantoja) subraya que su vida fue relatada por ciegos y copleros, y que fue objeto de obras de literatura y películas de cine, como María Antonia 'La Caramba' (1950) de Arturo Ruiz-Castillo, así como de un pasacalle que popularizó la mismísima Concha Piquer.

Para entender la relevancia de la figura de María Antonia Vallejo, nacida en una familia de campesinos de Motril en 1751, hay que conocer el panorama de la escena del Madrid de aquellos primeros Borbones. El teatro de principios del siglo XVIII se debatía entre la herencia barroca autóctona, cuyas formas repetitivas ya mostraban síntomas de agotamiento, y un tímido movimiento modernizador que apostaba por equiparar las formas escénicas españolas a las corrientes renovadoras que se daban en otros puntos de Europa. La pasión que despertaba el espectáculo se traducía en distintos bandos que chocaban con furia entre sí. Por una parte, estaban los denominados chorizos, partidarios del Teatro del Príncipe cuyo distintivo era una cinta de color oro en el sombrero. Enfrentados tenían a los polacos, fanáticos seguidores del Teatro de la Cruz, quienes se identificaban con una cinta azul celeste. Finalmente, cerraban el catálogo de tribus urbanas los panduros, defensores de los artistas que actuaban en el Teatro de Los Caños del Peral, que había sido inaugurado por Farinelli en 1735, y que estaba dedicado a la representación de óperas y de otras músicas para gustos más señoriales.

Precisamente, a mediados de siglo nace la tonadilla como una reacción nacional a la influencia extranjera en la música escénica que representaba Farinelli. Este cantante, primero protegido por Isabel de Farnesio y después por Bárbara de Braganza, intentó por todos los medios introducir la ópera italiana en nuestro país, pero, quizá por su excesivo academicismo, fue superada en popularidad por la tonadilla, cuyo carácter más desenfadado cautivó al público de la Villa y Corte.

La tonadilla escénica ha sido descrita como una especie de ópera cómica que constaba de una serie de piezas intercaladas entre las jornadas o actos de los teatros de Madrid -el de la Cruz y el del Príncipe-, que incluían entre seis y ocho números de música. Aunque su vida abarca toda la segunda parte del siglo XVIII, el máximo apogeo tiene lugar entre 1771 y 1790, años en los que está absolutamente de moda entre el público de la corte de todos los estamentos sociales.

Durante esta etapa de mayor esplendor, se convierte en un género cuyo éxito reposa en mayor medida sobre la gracia y la picaresca de las artistas que lo interpretan, y es aquí donde destacó María Antonia Vallejo. Llegó a Madrid con veinticinco años después de haberse labrado una fama sobre los escenarios gaditanos, y fue contratada en la Compañía del Teatro de la Cruz. Para su debut en la capital, el compositor Pablo Esteve le escribió una tonadilla de la que recibió el sobrenombre de La Caramba, pues decía la pieza:

Un señorito muy petimetre

se entró en mi casa cierta mañana

y así me dijo al primer envite:

¡Oye, usted! ¿Quiere usted ser mi maja?

Yo le respondí con mi sonete,

con mi canto, mi baile y soflama:

¡Qué chusco que es usted, señorito!

Usted quiere... ¡Caramba, caramba!

Después de dos años de actuar noche tras noche sobre el escenario, le llega a La Caramba el éxito masivo, y su estilo provocativo y picarón se impone en el gusto de la gente, hasta el punto que el Salón del Prado las mujeres lucen el peinado que ha puesto de moda, y como describen Rosalía Domínguez Díez y Ángela Gallego García (La elegancia y el desgarro en el teatro madrileño del XVIII), su figura se convierte en un fenómeno social: Se "carambea" en los salones y en la calle; se comen dulces "carambelos" e incluso los habitantes de los Carabancheles llegarán a denominarse familiarmente "carambancheleros".

El disco que presenta Forma Antiqua ofrece una muestra de lo que pudo ser el arte de La Caramba, y, para ello, sus miembros han seleccionado a la cantante María Hinojosa para encarnar a la singular tonadillera porque, pues, como ellos mismos indican, aparte de sus dotes artísticas, destaca por su presencia, su garbo y su dominio de la escena. Por otro lado, la grabación cuenta con piezas de dos de los más renombrados compositores de tonadillas de la época: el citado Pablo Esteve y el tudelano José Castel. Asimismo, se incluye una composición de José de Nebra, y un fandango de Bernardo Álvarez Acero, quien fuera maestro de música en el teatro de los Caños del Peral a finales del XVIII.

La Caramba es un disco que atrapa por lo fresco y alegre de sus piezas, y por cómo nos transporta al chispeante y bullicioso Madrid dieciochesco, con su variada vida social y su peculiar panorama escénico.

lunes, 20 de noviembre de 2023

Aquel Trovar reivindica en su nuevo trabajo la música instrumental de la Edad Media

 


De los sones e de los instrumentos. Sones y danzas de la Edad Media

Aquel Trovar

 

El grupo cordobés Aquel Trovar ha vuelto a apostar por el formato instrumental en su nuevo disco. Al igual que hizo en Dancerías (2022), ha optado por alineación en trío, prescindiendo de la voz de la soprano Delia Agúndez. La diferencia es que, mientras que el lanzamiento precedente se centraba en las músicas para acompañar la danza en los siglos XVI y XVII, en este que nos ocupa ha bajado todavía más en el tiempo, recopilando piezas que datan de finales del siglo XII hasta el XV.

De los sones e de los instrumentos supone el quinto trabajo discográfico del ensemble desde su formación. Aparte del citado Dancerías, ha publicado Canciones de la vieja Europa (2017), De Santa María (2018) y Cantar Sola (2019), todos ellos con Delia Agúndez. En esta grabación han intervenido solamente los instrumentos de José Ignacio Fernández (cuerda pulsada), Daniel Sáez Conde (cuerda frotada, zanfoña y carillón de campanas) y Antonio Torralba (vientos).

La obra está integrada por 27 temas de muy diversa y variada procedencia, que ofrecen un tríptico sobre el género instrumental en la Edad Media. En una época caracterizada por el predominio de la música vocal, las piezas instrumentales estaban casi exclusivamente asociadas a la danza. El problema es que han llegado comparativamente muy pocas hasta nuestros días, así que Aquel Trovar plantea la reflexión sobre si los intérpretes medievales improvisaban música instrumental sobre canciones vocales conocidas por todos

En este sentido, el musicólogo Adolfo Salazar defiende la tesis de que la música instrumental medieval procede de haber sustituido las voces en la vocal por instrumentos (La música en la sociedad europea, 1944): “La música exclusivamente instrumental proviene del hecho de la progresiva emancipación del contrapunto vocal, tras haber ido sustituyendo primero una voz por una viola, luego dos, más tarde las tres del conjunto cuando la danza, inicialmente cantada, iba a ser bailada sin voz humana alguna”. Menciona más adelante este autor la aparición en el siglo XIII de motetes a tres voces que eran interpretados únicamente por violeros.

Una de las fuentes para seleccionar temas utilizada por los miembros de Aquel Trovar han sido las canciones trovadorescas, y, de esta forma, aparecen en el disco versiones instrumentales de piezas de conocidos trovadores provenzales como Marcabru, Raimbaut de Vaqueiras o la trobairitz Beatriz de Día, así como de troveros -la designación de los trovadores en las regiones del norte de Francia-, como Jehan Erars o el fraile Moniot d'Arras. Mención aparte merece una composición de Ricardo I de Plantagenet (el famoso Ricardo Corazón de León) incluida en esta obra, que pone en evidencia la faceta trovadoresca del monarca, si bien solamente han llegado hasta nosotros dos canciones suyas.

Una parte importante del contenido del disco está dedicado al compositor francés Guillaume de Machaut, considerado uno de los principales artífices de la revolución musical conocida como Ars Nova, que tuvo lugar en el siglo XIV. También aparece una canción de Francesco Landini, exponente del Ars Nova italiano y compositor de más de 140 ballati, género de piezas polifónicas como la incluida en el CD, Abbonda di virtù. Por último, destacar también la presencia de dos cantigas de Alfonso X, y dos obras pertenecientes al Codex Faenza, un manuscrito del siglo XV que contiene adaptaciones para tecla de música vocal de finales del siglo XIV.

La lista de pistas también contiene un ejemplo de las muy populares formas italianas medievales saltarello y trotto, que son danzas en compás binario y movimientos vivos, en las que se salta y se trota, como indican sus nombres respectivos.

De los sones e de los instrumentos se convierte en una reivindicación del género instrumental medieval que siempre se vio eclipsado por la música vocal, y que no se liberó completamente del papel de mero acompañante del canto hasta bien entrado en el siglo XVII. El disco es también un medio de investigación y reflexión, que plantea la relación de esta música con la que es cantada. Finalmente, la obra de Aquel Trovar es un motivo para el disfrute de unas melodías bellísimas que contienen una importante carga emotiva y evocadora.

 

 

viernes, 10 de noviembre de 2023

Brillo y grandeza de los Concerti Grossi de Arcangelo Corelli

 


Concerti Grossi Op. 6. Arcangelo Corelli

Accademia Bizantina

HDB Sonus

 

La obra de Arcangelo Corelli marca un antes y un después en el sonido del Barroco. En palabras del musicólogo Manfred Bukofzer, “sus obras inauguran felizmente el periodo tardío de la música barroca”. Junto con Giuseppe Torelli, da el paso decisivo para el desarrollo del concierto propiamente dicho. Dada su relevancia, está más que justificado que el conjunto italiano Accademia Bizantina haya dedicado una de sus monumentales producciones a la grabación de sus Concerti Grossi Op. 6.

La formación que dirige el teclista Ottavio Dantone está especializada en la música de los siglos XVII y XVIII, y, bajo el lema The Exciting Sound of Baroque Music (El excitante sonido de la música barroca) persigue la recreación del poder expresivo de los sones de ese periodo, intentando plasmar en su interpretación las intenciones y los efectos que pretendió conseguir el compositor. Se trata igualmente de una iniciativa divulgativa destinada a sacar la música de los auditorios y teatros para ofrecérsela a un público más amplio y diverso, reduciendo la distancia entre la música antigua y el oyente contemporáneo. El resultado toma la forma de lujosas ediciones de las grabaciones, que contienen un libro repleto de información de gran interés. A principios de este año, el grupo lanzó con su sello HDB Sonus una versión de los Concerti Grossi Op. 3 & Op. 6 de Georg Friedrich Händel, y previamente había producido sus óperas Rinaldo y Sense. Y, ahora, presenta un volumen dedicado a Corelli, cuyos Concerto Grossi constituyen el primer ejemplo conocido del formato conocido como concerto grosso.

Lo que conocemos como concerto grosso es una versión primitiva de concierto barroco en la que un grupo de instrumentos solistas, el denominado concertino, se enfrenta al resto de la orquesta, denominada en este contexto ripieno o tutti. Los orígenes pueden identificarse en el uso del contraste tutti-solo en las canzonas de Giovanni Gabrieli y la Escuela Veneciana, pero se considera a Alessandro Stradella el primer compositor de piezas para concertino y ripieno, en la década de 1670, si bien él no utilizó el nombre de concerto grosso para denominar esta modalidad musical. Desde el punto de vista instrumental, el ripieno estaba integrado por cuatro violas (más adelante serán dos violines, viola y violoncello), sostenidas por el bajo continuo o viola da gamba. En cambio, el concertino generalmente implicaba dos violines y un bajo, ya fuese una viola da gamba, un violonchelo, un laúd o un clavicordio.

Los primeros concerto grossi como tales son atribuidos a Arcangelo Corelli, que fue conocido como “il Bolognese” por su relación con la Escuela de Bolonia -aunque nació en Fusignano, ciudad situada entre Bolonia y Rávena-, y que dejó escritos doce de ellos que son los que integran su op. 6 contenida en esta grabación. Las piezas en cuestión fueron publicadas a título póstumo en Ámsterdam en 1714. La difusión de esta obra fue espectacular, y a lo largo del siglo XVIII superaron las fronteras europeas y circularon por las Américas, Siria, la India y China, y, a principios del siglo XIX, hay testimonios de que se interpretaron en Australia.

Corelli ejerció la mayor parte de su carrera profesional en Roma, donde alcanzó una grandísima fama como virtuoso del violín. Tuvo mecenas relevantes, como la reina Cristina de Suecia, a quien dedicó su op.1 en 1681, integrada por doce sonatas a trío. También el cardenal Benedetto Pamphili, Francisco II, duque de Módena, y el cardenal Ottoboni recibieron su mención en las tríosonatas que componen las op. 2 a 4, respectivamente, mientras que la número 5, sonatas para violín y bajo continuo, estaba dirigida a Sofía Carlota de Hannover. El éxito y la fama del compositor en su época lo avala la cifra de 39 reimpresiones de sus obras entre 1681 y 1790.

La evolución del concerto grosso hacia el concierto clásico para solista y orquesta, como los que perfecciona Mozart, es muy rápida, de forma que el concertino, compuesto por varios instrumentos, va mutando hasta quedarse en un único solista, mientras que el ripieno, más que seguidor o acompañante, se convierte en coprotagonista. Como indica el director de la grabación Ottavio Dantone, escuchar la op.6 de Corelli es como “tomar un camino a través de una era fascinante que marcó la transición entre dos siglos y que modeló profundamente la historia de la música”.

Escritos al final de su vida, los concerti grossi de Arcangelo Corelli son considerados la cumbre de su obra. El musicólogo sir John Hawkins, en su libro A General History of the Science and Practice of Music (1776), describió su grandeza de esta manera inequívoca:

“Aunque compuestos en una etapa cuando las facultades del autor podrían suponerse en declive, (la Op.6) aporta la prueba más firme de lo contrario; nada puede exceder en dignidad y majestuosidad la apertura del primer concerto, ni, por su dolida dulzura, la totalidad del tercero. Y no tendría oídos, ni sentimiento del poder de la armonía o los efectos de la modulación, aquel que pueda escuchar el octavo sin alcanzar el éxtasis”.

Es cierto que Corelli no había inventado el formato de concerto grosso, pero es innegable que mejoró su potencial. Además, escribió las primeras obras maestras del género y con ello contribuyó a su difusión y popularización. Probablemente, sin los modelos creados por él y el éxito que conocieron, no hubiera sido posible para Händel, Vivaldi y Bach realizar sus aportaciones en este campo.

Como escribió el viajero y musicólogo Charles Burney en 1789: “los concertos de Corelli parecen haber soportado todos los ataques del tiempo y las modas con más firmeza que otras de sus obras”, y, concluye que su calidad y grandeza “nos hace olvidar que existe otra música del mismo tipo”. Y ahora la Accademia Bizantina nos ha traído una grabación de lujo de esta obra maestra, demostrando, una vez más, lo excitante que puede resultar la música barroca.

 

 

lunes, 30 de octubre de 2023

Concerto 1700 graba las cantatas de madurez de Domenico Scarlatti

 


Domenico Scarlatti: Amorosi Accenti

Concerto 1700

1700 Classics

 

A diferencia de su padre Alessandro, Domenico Scarlatti es más recordado por su música instrumental que por sus obras vocales. Así, mientras que el progenitor ha dejado en su haber para la posteridad más de un centenar de óperas y unas 750 cantatas, a su hijo le conocemos especialmente por las más de 550 sonatas que compuso. A pesar de ello, Domenico Scarlatti también tiene un grueso de obra cantada, y ese aspecto de su creación es el que aborda la nueva grabación discográfica del ensemble Concerto 1700, en concreto, las cantatas de cámara.

Alguna vez se ha dicho que la cantata es a la ópera lo que el motete a la misa, es decir, un espacio de pruebas para que el compositor experimente con los elementos que más adelante aplicará en los géneros de mayores dimensiones. La cantata y la sonata se cultivan en la cámara, ante un público reducido, mientras que la ópera está destinada a grandes audiencias. Alessandro Scarlatti se considera la cumbre de la cantata a solo, pues con él alcanza las más altas cimas de emoción, hasta el punto de que hay quien considera que esta forma ideal de música de cámara murió con él. Lo cierto es que, en el Barroco tardío, por influencia de la música instrumental, la música vocal cede en términos de expresividad a cambio de una mayor demostración de técnica. Alessandro estableció en Nápoles la tradición de la composición de cantatas, y su ejemplo fue seguido por nombres importantes, como los de Bononcini, Pollaroli, Ziani, Gasparini, Mancini, Lotti y Caldara. Por supuesto, también influyó en la carrera profesional de su hijo Domenico.

Nacido en Nápoles en octubre de 1685, en 1701 comienza a trabajar para la Capilla Real napolitana bajo la dirección de su padre. Tras viajar y vivir en distintos lugares de Europa, en 1719 lo encontramos en Lisboa, como maestro de clave de la infanta Bárbara de Braganza, y en 1729 se traslada a España cuando ella contrae matrimonio con el príncipe heredero español, Fernando. La última etapa de su vida, entre 1733 y su muerte ocurrida en 1757, la pasa en la corte de Madrid al servicio de los reyes. Domenico compuso alrededor de cincuenta cantatas y, precisamente, las cuatro seleccionadas por Concerto 1700 en el disco están escritas en la época española del compositor.

Las piezas pertenecen a una colección que guarda la Biblioteca Nacional de Viena, y están escritas para soprano, dos violines y continuo. Ana Vieira Leite ha aportado su voz a la grabación, que además ha contado con los violines de Daniel Pinteño -director de la formación- y Fumiko Morie, así como con Ester Domingo en el violonchelo, Pablo Zapico interpretando instrumentos de cuerdas pulsada e Ignacio Prego en el clave.

Aunque no existe absoluta certeza al respecto, es bastante probable que estas cantatas fuesen escritas para ser interpretadas por el famoso castrato Farinelli, que por esa misma época vivía en España y, al igual que Domenico, estaba al servicio del rey Fernando VI pues, entre otras ocupaciones, ejerció de director del Coliseo del Buen Retiro, en Madrid, y del de Aranjuez. Como se indica en el libreto del disco, la de Farinelli se ajustaba a la voz para la que estaban escritas estas cuatro piezas.

Se trata de otro interesante trabajo de Concerto 1700, un conjunto que ha centrado su actividad profesional en patrimonio musical olvidado, y que, en la línea de Amorosi Accenti, ya nos redescubrió la grandeza de las cantadas de José de Torres y de las cantatas sacras de Antonio Literes.

viernes, 20 de octubre de 2023

La grandeza olvidada de la obra del barroco Alonso Xuárez

 


Alonso Xuárez. Sacred Music

Amystis. José Duce Chenoll

Brilliant Classics

El abandono que conoce la musicología española en el siglo XIX sepultó en el olvido los nombres de numerosos compositores de los siglos XVI y XVII considerados “de segunda línea”. El profesor José Luis de la Fuente Charfolé (Nuevos hallazgos documentales y biográficos sobre Alonso Xuárez, maestro de Sebastián Durón, 2012) menciona cómo pasaron desapercibidas las valiosas creaciones de maestros relacionados con Cuenca como Gabriel Gálvez, Alonso Puro o Juan de Castro y Mallagaray, mientras que las del personaje que nos ocupa, Alonso Xuárez, maestro de la capilla de la catedral de dicha ciudad durante veintitrés años, se salvó de correr la misma suerte gracias a la fama adquirida por su discípulo, Sebastián Durón. De alguna forma, el alumno garantizó la supervivencia de su mentor. Con todo, las composiciones de Suárez no son excesivamente conocidas, especialmente por el gran público, así que su grabación por parte del conjunto Amystis se muestra relevante y necesaria para recuperar todo el arte de este músico barroco.

Amystis es una formación dedicada a la interpretación de la música antigua fundada por José Duce Chenoll en 2010. Uno de sus objetivos desde sus inicios ha sido ampliar su repertorio mediante la investigación y la recuperación de músicos y músicas del Renacimiento y el Barroco español que quedaron olvidados en los archivos. De esta manera, en su discografía podemos encontrar la grabación de la obra vocal completa del organista Juan Bautista Cabanilles, un monográfico sobre Juan Bautista Comes, otro volumen sobre el escurridizo madrigal español, y un disco integrado por obras inéditas de los maestros de Tomás Luis de Victoria en la catedral de Ávila, Bernardino de Ribera y Juan Navarro, así como de su compañero en la escolanía abulense, Sebastián de Vivanco. Y, ahora, el ensemble le ha dedicado su último lanzamiento a la obra sacra de Alonso Xuárez (1640-1696).

Alonso Xuárez nació en la localidad toledana de Fuensalida en abril de 1640 y, a pesar de la escasa información sobre su vida que ha llegado hasta nosotros, se sabe que ejerció de maestro de las capillas de las catedrales de Cuenca y Sevilla, cuyos archivos albergan un amplio catálogo de su obra. Parece ser que accedió al cargo en el templo conquense hacia 1664, procedía de Madrid, de ejercer de cantor y maestro de capilla en el Monasterio de las Descalzas Reales.

Algunas fuentes afirman que en la primera etapa conquense Xuárez ya tuvo como alumnos a los hermanos Durón, Diego y Sebastián, que llegaría a ejercer de maestro de la Real Capilla bajo el reinado de Carlos II, y cuya obra está considerada una de las cumbres de la música barroca española. Tras su marcha a Sevilla, el maestro consiguió que Sebastián Durón accediera a la plaza de segundo organista en la catedral andaluza. Igualmente, gracias a su recomendación, Diego Durón fue nombrado maestro de capilla de la catedral de las Palmas de Gran Canaria.

En 1675 se traslada a Sevilla y trabajará en su catedral hasta 1684, año en que regresa a Cuenca, muy a su pesar, por culpa de una rara enfermedad de riñón que padecía. Su talento fue muy apreciado en la capital hispalense, y el organista José Enrique Ayarra le ha llegado a definir como uno de los músicos más representativos de la escuela castellana del Barroco.

Un contemporáneo de Xuárez, el canónigo Juan de Loaysa (1633-1709) describió en sus memorias su relación con éste en la catedral hispalense, y le dirige las siguientes alabanzas a su obra:

“…los motetes que compuso para todos los domingos de Adviento y Cuaresma, el O vos omnes del viernes de los Dolores, la secuencia del día del Corpus, Lauda Sion, y las misas y vísperas de primera clase y otros juegos de motetes de difuntos, el de Misericordias Domini de San Dionisio y otros muchos le granjearon tanto crédito y lucimiento que era el único y mejor maestro de España, y se guardan con grande aprecio.”

En los textos que acompañan al disco, Amystis subraya la naturaleza ecléctica del estilo policoral de Alonso Xuárez, y la distribución de los distintos arreglos vocales en función de los medios de los que disponía el compositor. De esta manera, no son frecuentes en su obra las piezas para más de tres coros, y, en cambio, abundan aquellas escritas de forma simétrica para dos coros distintos (tiple y voces mixtas). En cuanto al acompañamiento instrumental, durante el siglo XVII en la catedral de Cuenca las voces humanas eran reforzadas por el órgano, clave y arpa. En esta grabación han intervenido el arpista Manuel Vilas, María Alejandra Saturno a la viola da gamba y el teclista Ignasi Jordà.

El repertorio seleccionado -once composiciones en total- procede íntegramente de los archivos de la catedral de Cuenca, que alberga ciento cinco piezas de Xuárez. Destaca la misa basada en el motete Surge propera, que es una de las dos misas policorales del autor que guarda el archivo y que no han sido nunca publicadas.

Merece la pena acercarse a la obra de Alonso Xuárez a través de esta grabación de Amystis para conocer su belleza y la grandeza, dado que, por desgracia, había quedado relegada en el olvido, y su nombre es ampliamente desconocido por el público no especializado.

 

 

 

 

 

miércoles, 11 de octubre de 2023

Il Ritorno d'Ulisse in Patria: una majestuosa recreación de la ópera tardía de Monteverdi

 


Il Ritorno d'Ulisse in Patria

Emiliano González Toro y Mathilde Etienne. I Gemelli

Gemelli Factory

Poner en escena la ópera de Claudio Monteverdi El retorno de Ulises a la patria (Il Ritorno d'Ulisse in Patria) es sumamente complejo, principalmente por la gran cantidad de intérpretes que requiere. Se trata de uno de los títulos del genial compositor de Cremona menos representados, a diferencia de La coronación de Popea, que es una obra escrita en la misma época. Para hacernos una idea del majestuoso espectáculo que supone, intervienen hasta nueve tenores en papeles distintos. Por suerte para nosotros, existen aguerridos profesionales de la música antigua que no se arredran ante desafíos descomunales como éste, y, en consecuencia, el tenor Emiliano González Toro y la soprano Mathilde Etienne, junto con el ensemble I Gemelli, han llevado a cabo la grabación integral de esta ópera, presentada en un lujoso formato compuesto por tres discos y un libro.

González Toro reconoce que siempre había soñado con acometer esta producción, máxime teniendo en cuenta que desde sus inicios como cantante ha interpretado casi todos los papeles del libreto, y es ahora cuando siente la madurez suficiente como para asumir el rol del propio Ulises, el protagonista de la historia. Y no ha sido tarea fácil. Mathilde Etienne y Emiliano González Toro han dedicado tres años enteros en preparar esta grabación, cuyas sesiones han durado veintitrés días, ni más ni menos, y han involucrado a casi veinte voces y alrededor de treinta instrumentistas. Toda una epopeya con un resultado sobresaliente.

Los directores de este proyecto plantean que El retorno de Ulises a la patria tiene una fama como obra difícil de identificar dentro de la producción de Monteverdi, y que quizá suponga un vínculo entre la absoluta maestría del Orfeo de 1607 y el sensacionalismo de La coronación de Popea, la última ópera que firmó el maestro barroco. Las dos están escritas en la última época de su carrera, entre los años 1637 y 1643 -el de su fallecimiento-, en los que manifiesta una explosión final de creatividad, alumbrando entre otras obras sobresalientes el octavo libro de madrigales (1638) o la recopilación de música sacra Selva morale e spirituale (1641).

En el terreno de la ópera, un ámbito que Monteverdi dominaba con soltura, se da la circunstancia de que a finales de la década de 1630 comienzan a aparecer los primeros teatros públicos en Venecia, de forma que las representaciones salen de los palacios y comienza la era de la ópera comercial. De esta manera, el compositor es requerido de inmediato por este nuevo sector emergente, lo que le lleva a recuperar y reestrenar su segunda producción de 1608, L'Arianna, y a presentar tres nuevos títulos: El regreso de Ulises a la patria (1640), Le nozze d'Enea con Lavinia (1641), que no ha llegado hasta nosotros, y, finalmente, La coronación de Popea (1643).

Uno de los atractivos añadidos de este disco-libro es la riqueza y el interés de los textos que acompañan la grabación, pues acometen con éxito la construcción del contexto histórico y artístico de El regreso de Ulises…, y, a la vez, ofrecen muy jugosa información sobre el proceso de trabajo y de recreación que han seguido los miembros de I Gemelli. En este sentido, resulta apasionante la entrevista que contiene a Emiliano González Toro y Mathilde Etienne, dado que ilustra sobre las distintas particularidades de la obra. Así, Etienne destaca las diferencias entre esta ópera y el Orfeo, escrita treinta años antes y dirigida a un público académico, a la élite intelectual de la época y la nobleza, y El regreso de Ulises…, concebida para un público más variado y popular, lo que exigía una puesta en escena más espectacular dirigida al entretenimiento. Se trata de una evolución del género impuesta por el criterio comercial que marca toda la ópera posterior. Para el musicólogo británico Denis Arnold El regreso de Ulises a la patria y La coronación de Popea constituyen las primeras óperas modernas, en las que el interés se centra en contemplar el desarrollo del ser humano en situaciones realistas. Existen tramas y subtramas pobladas de numerosos personajes, y la música expresa sus emociones.

Una de las razones por las que El regreso de Ulises… es una ópera más popular, más asequible a todos los públicos, es su relación con la commedia dell’arte, ese género escénico puramente italiano que entre los siglos XVI y XVIII recorrió Europa  interpretado por compañías ambulantes, y que estaba fuertemente basado en la improvisación y articulado en torno a una serie de personajes fijos o máscaras que aparecen en todas las obras. Y es que la ópera veneciana de los teatros paulatinamente se aleja de las formas clásicas y comienza a importar el lenguaje popular, e incluso algunos personajes y situaciones de estas comedias. La ópera recibe una lección magistral de la commedia dell’arte acerca sobre lo que es un espectáculo destinado a divertir y entretener.

González Toro y Mathilde Etienne tienen claro que El regreso de Ulises a la patria presenta los rasgos de una ópera “cómica”, o, por decirlo de otra forma, más terrenal, pues está más basada en la personalidad y las pasiones humanas, lejos de obras anteriores, como Orfeo, que retratan situaciones épicas entre dioses y héroes.

Esta producción ha contado con un elevado número de instrumentos, si bien los testimonios de mediados del siglo XVII nos hablan de que en los teatros venecianos sonaba un reducido bajo continuo y, en general, solamente dos violines como solistas. No obstante, no han llegado a nosotros referencias acerca de cómo pudo haber estrenado esta ópera Monteverdi en el Teatro San Giovanni e Paolo aquel febrero de 1640, si con más o menos medios. Lo cierto es que la riqueza instrumental que lleva consigo esta versión de I Gemelli persigue que los instrumentos apoyen a los distintos personajes, de forma que el cromatismo y los rasgos específicos de cada uno acompañen a los cantantes.

El resultado de todo este esfuerzo es majestuoso y sumamente colorista, y transmite al oyente una sensación cálida y viva, ajena al formalismo distante que a veces caracteriza a la música escénica de esta época. Siempre nos resulta atractivo, a los que ya tenemos cierta edad, el disponer del soporte físico en esta era caracterizada por el streaming y las plataformas, pero en este caso merece realmente la pena por el interés y la riqueza de los textos que incluye el extenso libro que acompaña a los tres discos.

martes, 26 de septiembre de 2023

Tradición local e influencia europea en el Cancionero Musical de Palacio

 


The Palacio Songbook

Da Tempera Velha y Ariel Abramovich

Glossa Music

El Cancionero Musical de Palacio es sin duda alguna una de las mayores joyas de la historia de la música antigua de la península ibérica. Se trata de un manuscrito de finales del siglo XV y principios del XVI que constituye la colección más rica conservada de canción profana polifónica de la corte de los Reyes Católicos, pues la mayoría de los compositores identificados en ella pertenecen a la época de su reinado. Dada su trascendencia, las piezas que integran esta recopilación suelen aparecer con harta frecuencia en los repertorios tardomedievales -o protorrenacentistas, si se quiere- de los grupos y solistas dedicados a la música antigua española. La originalidad de esta nueva aproximación al cancionero del ensemble Da Tempera Velha consiste en haberlo puesto en contexto con la música que se hacía en otras partes de Europa, para ilustrar cómo esa influencia o intercambio sirve de palanca de la evolución hacia las formas plenas del Renacimiento español.

De esta forma, The Palacio Songbook, grabación editada por el sello Glossa, plantea en sus pistas una acertada combinación de temas castellanos pertenecientes a diversos cancioneros y fuentes de la época -tanto anónimos como firmados por conocidos polifonistas, como Juan del Encina o Juan de Urrede-, con música franco-flamenca e italiana. Así, el disco incluye música procedente del Cancionero Musical de Palacio, del Cancionero de Segovia o del Cancionero de la Colombina, entre otros, y también de fuentes europeas, como las recopilaciones de partituras impresas por Ottaviano Petrucci entre 1501 y 1520.

Con un planteamiento más bien minimalista, alejado de otras propuestas excesivas en términos de intérpretes que proliferan en la actualidad, el proyecto se ha ceñido a tres voces con el solo acompañamiento de laúd, tocado por Ariel Abramovich. El tenor Jonatan Alvarado dirige este ensemble, que además cuenta con los vocalistas Florencia Menconi y Breno Quinderé.

La edición realizada en 1947 por Higinio Anglés del Cancionero Musical de Palacio lo erige en la piedra angular de la música ibérica del siglo XV, pero, quizá, la importancia -aunque bien justificada- que ha recibido desde entonces por la musicología ha impuesto una visión de esta fuente como definitiva y autosuficiente para explicar la formación de la polifonía española moderna desde mediados del siglo XV, impidiendo analizar las relaciones mutuas de intercambio que pudo tener con la de otras partes de Europa.

La propuesta de Da Tempera Velha ha consistido precisamente en plantear este periodo de la música en España como una revolución estética jalonada por rupturas y asimilaciones constantes entre las tradiciones musicales locales y otras foráneas. El ensemble concibe este rico periodo, que sienta los cimientos del Renacimiento hispano, como un crisol en el que el gusto musical local se funde con la tradición procedente de otras cortes europeas, presente en los cancioneros, como la canción flamenca y borgoñona, o la frottole italiana. A diferencia de la visión “monolítica”, en palabras de Jonatan Alvarado, del Cancionero Musical de Palacio heredada de Anglés, concebido como un gran monumento, este disco ofrece más bien una foto fija de un periodo caracterizado por el cambio continuo de un momento musical que, aunque define unas formas locales específicas con rasgos propios, a la vez las conecta y alimenta con las influencias procedentes de otros rincones de Europa.

El oyente encontrará en este trabajo una cuidada selección de música procedente de distintos cancioneros de la época, así como de otras fuentes. Creaciones de autores como Juan del Encina, Juan de Urrede o Francisco de Peñalosa aparecen junto a las de Gilles Binchois y Guillaume Dufay de la escuela borgoñona, las del francés Antoine Brummel, las de Alexander Agricola, o las frottole de los italianos Tromboncino y Fogliane.

The Palacio Songbook es un excelente vehículo para la reflexión erudita sobre la evolución de la música medieval en la península ibérica, pero también se presta al mero disfrute de la acertada interpretación de los maravillosos temas incluidos en el disco.

 

 

 

 

jueves, 21 de septiembre de 2023

Entrevista a María Giménez (Manseliña): “el público de música medieval es muy agradecido, y se deja arrastrar por la música sin necesidad de grandes parafernalias”

 


Siempre ha resultado muy evocador y atractivo el mundo de los trovadores y los juglares medievales, y, sin embargo, el público, por lo general, desconoce en gran medida la realidad de estos músicos, de su época y las melodías que solían interpretar, tanto en las cortes como en las plazas públicas. En la España medieval existió una tradición lírica en los reinos cristianos del noroeste que, entre los siglos XII y XIV, sienta los cimientos de las formas musicales posteriores, y el grupo gallego Manseliña, liderado por María Giménez, se ha centrado desde su fundación en el estudio y la reconstrucción de estas piezas, desde el rigor histórico y musicológico.

María Giménez, cantante, instrumentista y musicóloga, dirige el proyecto Manseliña, una iniciativa que, aparte de los programas interpretados en directo, ha dado lugar a tres grabaciones centradas en el repertorio gallegoportugués medieval: Sedia la fremosa (2019), María Pérez se maenfestou (2022), y, ahora, Don Tristán “o Namorado” fez esta cantiga”. Lais de Bretaña gallego-portugueses, un disco dedicado a las cantigas peninsulares derivadas de lais de Bretaña, piezas importadas que llevaron la influencia de la denominada “materia de Bretaña” -las historias del rey Arturo y sus caballeros de la Tabla Redonda- a los cantares de los trovadores gallegos y portugueses.

Lleváis relativamente poco tiempo en activo como grupo, vuestra primera grabación salió al mercado en 2019. ¿Cómo surge el proyecto de Manseliña?

El proyecto surge con el deseo de trabajar la música a partir de la comprensión del texto y del estudio de la acentuación, la pronunciación y la prosodia del gallegoportugués. Esto ya nos aporta un sonido y un ritmo concretos, que luego nosotros tenemos que arropar instrumentalmente.         

Queríamos aportar una estética más cristiana que musulmana, pues nos parece más próxima geográfica y culturalmente a las cortes donde se hacía esta música. Sin negar la influencia árabe, defendemos la hipótesis de que la música tradicional del noroeste peninsular pueda ser, en buena parte, descendiente de la música de trovadores y juglares. Ambas circulan oralmente y tienen comportamientos parecidos. De ahí que nos sirva de inspiración.

Ya contaba con Tin Novio, que toca todo tipo de instrumentos de cuerda pulsada, lee todo tipo de tablaturas y cifrados, y que tiene mucha experiencia como solista y como acompañante. Es como un músico de corte. Pero quería también a alguien que viniese de la música tradicional. Entonces contacté con Pablo Carpintero, que, además de gaitero, es luthier e investigador. De él me interesó su purismo, sus conocimientos de los comportamientos de la música oral y su método. Es lo más parecido a un juglar del siglo XXI.

Así que me puse a buscar vestigios musicales y poéticos de la familia de las cantigas de amigo y de los milagros de Santa María en cancioneros y trabajos de campo gallegos, portugueses, asturianos, leoneses, castellanos… Es cierto que pasó muchísimo tiempo y que, sobre todo las melodías, son volátiles, pero encontré algunas piezas muy interesantes que están en nuestro primer disco, Sedia la fremosa.

Destaco Ai, miña nai mandoume á fonte, cuyo texto está muy cercano a la poesía de Pero Meogo, y que se canta sobre una melodía modal monódica de ritmo libre muy ornamentada. Está recogida en el cancionero popular galego de Dorothé Schubart y Antón Santamarina, con sus seis variantes melódicas y todos sus ornamentos. Es una cantiga de seitura (canción de siega) muy extendida en el sureste de Galicia y nordeste de Portugal.

También probé mis primeras contrafacta e hice experimentos, como el de intercalar refranes tradicionales, muy conocidos hoy, en cantigas largas, con el fin de reenganchar al público, que es un recurso medieval que está documentado. Quería comprobar en concierto si funcionaba. Y, sí, ¡funciona!

¿Qué os ha llevado a centrar vuestros repertorios hasta el momento en la poesía trovadoresca gallegoportuguesa de los siglos XII al XIV?

Es como estar en casa. Es nuestra lengua, nuestra cultura. Se estudia en secundaria. Despierta el interés de muchos músicos de otros universos, como techno, jazz…

Martín Códax es también mi primer concierto como solista y todos, también Pablo, con sus prototipos de gaitas antiguas, tocamos y cantamos cantigas de Santa María.

Sin embargo, en mi opinión, en Galicia no se programa lo suficiente. Nosotros tuvimos la suerte de recibir el espaldarazo del festival “Espazos Sonoros”, que nos impulsó a montar el primer programa y nos apoyó también con nuestro segundo disco.

¿Hasta qué punto consideras que ha sido un género que no ha recibido el interés que merece por filólogos y musicólogos a la hora de dedicarle un estudio multidisciplinar?

Creo, y tengo la esperanza, de que esos estudios multidisciplinares estén arrancando. De hecho, uno de ellos, Apuntes para a la reconstrucción filológico-musicológica de los lais de Bretaña gallego-portugueses de Gimena del Rio Riande y Germán Pablo Rossi, es el que me llevó a hacer al disco que ahora presentamos, Don Tristán o Namorado fez esta cantiga.        

Lo que pasa en el caso de la lírica gallegoportuguesa es que, además de las 427 melodías de las Cantigas de Santa María de Alfonso X, sólo se conserva la música de seis cantigas de Martín Códax y siete de Dom Dinis.

Habiendo sobrevivido cerca de 1.700 poesías, el resultado es que hay mucho estudio filológico y poca hipótesis de reconstrucción. Además, los filólogos estudian los cancioneros como si fuesen poemarios y no canciones que circularon de boca a boca, con todo lo que ello conlleva (ausencia de signos de puntuación, variantes, corrupciones, interpolaciones…). Hay ya filólogos y musicólogos trabajando las cantigas de seguir o contrafacta, e incluso la centonización. Son trabajos muy valiosos.

¿Cómo surgió la idea de grabar los lais de Bretaña presentes en la lírica de la Península Ibérica? ¿De qué manera encaja este género con vuestra discografía anterior?

La verdad es que los lais venían una y otra vez a mí cuando buscaba información sobre María Balteira. Yo no tenía ni idea de que existía este género, pero me picaba la curiosidad, y en cuanto acabé con el segundo disco, ya tenía en la cabeza este tercer proyecto.

Pero, está claro que, aunque su denominación nos evoque la música celta, nosotros hemos seguido nuestro camino: no hay bodhram, ni arpa celta. De hecho, apenas hay arpa medieval. La poesía está en gallego, y aunque las melodías son francesas, tampoco hay indicio de que sean bretonas.

Nosotros seguimos queriendo hacer la música que se escuchó en las cortes peninsulares del noroeste, de influencia francesa, al igual que el resto del movimiento trovadoresco, pero con sus peculiaridades autóctonas.

¿Tuvo la materia de Bretaña, es decir, las historias basadas en la leyenda artúrica, una influencia importante entre los trovadores gallegos y portugueses, igual que posteriormente la tuvo en los romances castellanos?

Además de las cantigas del disco, que son diez, nos quedaron atrás una cantiga de amigo, dos escarnios y una cantiga de Santa María con alusiones artúricas, lo que deja claro que la materia de Bretaña era, cuando menos, conocida.       

En cuanto a la prosa, se conservan fragmentos de un livro de Tristán gallego y de un livro de Merlín portugués. Carlos Alvar también incluye un Lançarote, un livro de Josep de Abarimatia y la Demanda do Santo Grial.

Además, los cinco lais de Bretaña gallegoportugueses abren el cancionero de la Biblioteca Nacional de Lisboa, y aparecen en otra fuente miscelánea conservada en la Biblioteca Vaticana en igual orden y mismas rúbricas con ligeras variantes. En mi opinión, este hecho les confiere una categoría especial.

Sin embargo, dentro del corpus global de la lírica gallegoportuguesa, son considerados un género menor por su número, siendo los grandes grupos amor, amigo y escarnio.      

¿Cómo acometéis la reconstrucción musical de ese tipo de piezas trovadorescas dado que, con frecuencia, no existe mucha documentación al respecto? ¿Cómo lleváis a cabo esta tarea de arqueología musical?

Existe una fuente valiosísima que es el tratado gallegoportugués Arte de trobar, del siglo XIV, en cuyo capítulo IX explica cómo hacer una cantiga de seguir o contrafactum de tres maneras, a cada cual más perfecta o de maior sabedoria. Es un capítulo un poco más extenso que los demás, yo creo que para organizar un procedimiento que, por lo que parece, era bastante usual.

Además, tanto en la lírica francesa y occitana como en las Cantigas de Santa María, hay muchos testimonios de melodías reutilizadas, y gracias a ellos podemos saber cómo era esta técnica en la práctica. Mi conclusión es que las melodías atravesaban idiomas, géneros y repertorios sin ningún prejuicio, saltando incluso de lo religioso a lo profano.        

En el caso de los lais, me leí los poemas narrativos de María de Francia y los anónimos, y luego nos estudiamos los lais del Manuscrito Nouailles, y las interpolaciones musicales de dos libros de Tristán en prosa franceses: Manuscrito de Viena y Manuscrito 776, y muchos estudios de filólogos y musicólogos. Comprobamos que había una cantidad importante de material melódico que se reutilizaba, incluso en el mismo manuscrito. Y luego aplicamos lo mejor que pudimos la técnica de seguir.

En general, ¿podemos suponer que el tipo de instrumentos que utilizáis y la forma de hacerlo se aproximan a la forma original de interpretar de los trovadores y juglares medievales?

Nuestro criterio como grupo medieval comete el primer error histórico al grabar un disco. Así, la interpretación de una música que históricamente circulaba por tradición oral queda petrificada en una única versión posible.        

Otro condicionante interpretativo es que el contexto ha cambiado enormemente y el público no conoce el idioma o, en el caso de gallegoparlantes, reconoce palabras o frases, pero no sabe a qué se refieren. Esto influye en el momento performativo, puesto que en esta música la melodía está al servicio de una poesía que el público actual no entiende.

Aun así, creo que hay que darle al texto la relevancia que se merece. Por eso, el instrumento principal es la voz, y no hacemos versiones instrumentales de cantigas ni cortamos las poesías por la mitad cuando son demasiado largas.      

Los instrumentos (fídula, laúd, distintos aerófonos y percusión) tienen la misión de recalcar lo que dice el texto, y como máximo usamos tres al mismo tiempo. Es el número de músicos de las miniaturas del Cancionero de Ajuda, donde la combinación cuerda frotada-pinzada-percusión aparece con frecuencia, y en el que podemos también observar la intervención de mujeres intérpretes.

Nuestros instrumentos y la manera de agarrarlos encuentran su réplica en la iconografía. También la afinación está documentada. Pero los ritmos, los interludios y el acompañamiento instrumental, en suma, no son más que hipótesis de reconstrucción, nosotros creemos que plausibles.

Para grabar Don Tristán o Namoradofez esta cantigahabéis contado con las voces adicionales de Araceli Fernández y de María y Eva Novio, así como con el arpa de Manuel Vilas. ¿Habéis ampliado la formación original de Manseliña o es que este proyecto en concreto demandaba más intérpretes?

Son exigencias del programa. Hay dos lais cuyas rúbricas indican que fueron doncellas quienes las hicieron, (compusieron, interpretaron o ambas cosas). Una de ellas dice, además, que las doncellas eran cuatro. De ahí las cuatro cantantes, dos de ellas, además, muy jovencitas. Esto nos ofreció la posibilidad de experimentar con voces poco homogéneas en técnica y timbre. También de recrear el universo femenino que retrata la materia de Bretaña.

Me llamó la atención del episodio de la Roche aux Pucelles, que, cuando dos caballeros se preguntan qué hacen unas doncellas en lo alto de la roca, la respuesta es: ¡hablan! Los murmullos y las risas que ambientan los lais femeninos también están en el disco.

En cuanto a la aparición del arpa, es totalmente puntual, y sirve de apoyo a la lectura de una rúbrica. De hecho, he huido de la relación entre arpa y mundo artúrico, que está muy manida. La intervención de Manuel Vilas es, principalmente, en calidad de recitador. Hace años que constituimos un grupo informal de trabajo para estudiar y practicar la pronunciación del gallegoportugués, tanto cantada como recitada, y él tiene un acento muy bonito, unas sibilantes extraordinarias, y mucha gracia.

¿Cómo consideras que se pueden acercar estos repertorios medievales al gusto del público actual manteniendo su rigor histórico?

Muchas veces los programadores se encargan de organizar estos conciertos en espacios patrimoniales pequeños que aportan un escenario evocador que no tendría de ningún modo un auditorio. Es cierto que la música es profana, y que a veces los espacios son iglesias, pero es una manera de vincular arquitectura y música que funciona muy bien, y que ayuda al público a meterse en ambiente.

Nosotros procuramos que en el programa figure la traducción de los poemas y hablamos con el público para presentar o explicar el contexto.

En una ocasión cayó una gran tormenta que nos dejó durante una pieza en completa oscuridad, y fue mágico. Y, también, hemos actuado con muy poca luz o con velas. He visto grupos que llevan montajes audiovisuales, danza, actores… El resultado es muy atractivo. También más caro.

De todas formas, el público de música medieval es muy agradecido, y se deja arrastrar por la música sin necesidad de grandes parafernalias. 

No me gustaría acabar sin preguntarte por los próximos proyectos que tenéis a corto y medio plazo. 

En breve, vamos a empezar a preparar un programa con una narradora oral sobre el Roman de Silence. Es un poema medieval francés que cuenta la historia de una niña a la que educan como hombre para proteger sus derechos dinásticos, y vive sus aventuras como juglar y caballero, hasta que Merlín la desenmascara.

Tengo en la cabeza varias ideas para más adelante, como es un disco completamente dedicado a Dom Dinis y un intercambio artístico con un músico occitano. También me gustaría volver a cantar con Araceli Fernández, que es una cantante muy versátil con una voz muy interesante y diferente a la mía, y con quien disfruto mucho en el escenario y fuera de él.