miércoles, 24 de abril de 2019

Manseliña, una aproximación a la lírica galaicoportuguesa medieval



Resulta apasionante investigar las formas líricas que florecieron en el siglo XIII al norte de la península, una época en la que los trovadores todavía utilizaban las formas galaicoportuguesas, y el uso del castellano estaba reservado para el pueblo llano, sin llegar a impregnar, todavía, la cultura más elevada.

Se trata de un tiempo tan alejado de nosotros que deberíamos percibir como extraño y ajeno, y, sin embargo, cuando su música llega hasta nosotros, resuena en los oídos como algo fresco y conocido, como una serie de melodías que cuentan historias de amor o de devoción religiosa, y que pertenecen a nuestro inconsciente colectivo. Precisamente, el disco Sedia la fremosa, del conjunto gallego Manseliña, sigue ese mismo patrón espiritual.

Se trata de una obra que recoge cantigas medievales y tradicionales del noroeste de la Península Ibérica y que se centra, con especial interés, en la obra del trovador Martin Codax y en las cantigas que nos ha legado el rey Alfonso, conocido por el sobrenombre de el Sabio.

Hablamos de cantigas para hacer referencia a piezas poéticas que fueron compuestas en la Edad Media para ser cantadas y que exponen diversos subgéneros, como explica María Rosa Álvarez Sellers de la Universidad de Valencia (Cantigas de Martin Codax y su significación en la lírica galaico-portuguesa, 1992): cantigas de amor, cantigas de amigo, cantigas de escarnio y cantigas de maldecir. Habría que añadir a la clasificación anterior las cantigas de loor, de carácter religioso, basadas, sobre todo, en alabanzas a la Virgen, como son las Cantigas de Santa María, escritas en la corte de Alfonso X.

Las denominadas cantigas de maldecir expresan abiertamente el mal que se desea a otros, mientras que las cantigas de escarnio hablan mal de alguien, pero con palabras encubiertas. Por otro lado, desde la perspectiva sentimental encontramos las cantigas de amor y las cantigas de amigo. En las primeras, el propio trovador habla en su nombre para dirigirse a una dama, sobre la que realiza una reflexión amorosa o, en el peor de los casos, realiza un reproche sobre su hostilidad o indiferencia. En las cantigas de amigo, por el contrario, la voz de una joven enamorada nos habla de su amado, el amigo al que se alude desde los primeros versos de la pieza. Se trata de un formato en el que destacan las composiciones del trovador gallego Martin Codax, cuya obra está muy presente entre los temas del disco de Manseliña. 



Este conjunto de música antigua ha tratado de establecer las conexiones que se intuyen entre la lírica galaicoportuguesa medieval y la tradición musical de la cornisa cantábrica, cuyo origen suponen común. De esta forma, en los distintos cortes del disco podemos escuchar piezas de Codax, alternándose con las procedentes del acervo musical del rey sabio, junto con otras asociadas al folklore ancestral de Galicia.

Pedro Calahorra Martínez (Las cantigas de loor de Santa María del rey Alfonso X ‘el sabio’), remite las cantigas que han llegado a nosotros a varios códices:  el cancionero portugués de Ajuda, que incluye 310 composiciones; el algo más extenso de la Vaticana, con 1.205 poemas; y el de Lisboa que cuenta con 1.567 cantigas. Por supuesto, a estos hay que sumar los códices de las cantigas de loor de Nuestra Señora del rey Alfonso X el Sabio.

La obra de Martin Codax protagoniza más de la mitad del conjunto de las piezas incluidas el disco de Manseliña. Se trata de un trovador de cuya vida se sabe poco -debía ser vigués por las referencias a dicha ciudad en sus canciones-, que constituye una de las grandes figuras de la lírica gallega medieval, y cuya obra aparece en cancioneros de la época. Es decir, que era un poeta conocido, si bien debemos su resurrección en nuestra época a Teodosio Vesteiro Torres, periodista, historiador y autor de la obra Galería de gallegos ilustres (1875), que lleva a cabo una primera mención contemporánea de Codax dentro de un artículo publicado en El Heraldo Gallego de Orense en junio de 1876.

Sin embargo, el inmenso papel que llegará a jugar dentro de la historia de la música española se produce de forma fortuita e inesperada en 1915, cuando el librero Pedro Vindel descubre unos rollos que contienen siete cantigas del juglar gallego dentro de la encuadernación de la obra de Cicerón De officiis.

El descubrimiento fue un bombazo para la musicología, puesto que, por vez primera, aparte de disponer de los textos de la música trovadoresca pudimos conocer cómo sonaban las melodías que los acompañaban, dado que los rollos incluían indicaciones para su interpretación.

La opera prima de Manseliña, cuyas pistas son interpretadas por la interesante voz de María Giménez, contiene las piezas que encontró Vindel en su pergamino, a saber, la archifamosa Ondas do mar do Vigo, Mandad’ei comigo ca ven meu amigo, Mia irmana fremosa, Ay Deus se sab’ora meu amado, Quantas sabedes amar amigo, Ay ondas que eu vin veer y, finalmente, En o sagrad’ e Vigo,  cuyo rollo fue el único de los siete que no traía consigo el acompañamiento musical, pero al que le ha sido incorporado una muñeira como melodía.

Se completa el disco con cantigas del rey Alfonso X, en cuya corte recalaban, tanto los juglares gallegos, como los trovadores occitanos. La cantiga de amigo, que protagoniza gran parte de la obra, no sobrevivió a la desaparición de la escuela gallego portuguesa, en la que destacaron, junto a Martin Codax, los nombres de Joan Zorro, Pero Meogo, Meendinho y Gomes Charinho. Como cuenta la arriba citada María Rosa Álvarez Sellers, la primera lírica castellana, que surge entre los siglos XIV y XV, apuesta por unas formas más aristocráticas y artificiosas, despreciando los elementos más folklóricos que caracterizan a las cantigas de amigo. Se rompe de esta manera la relación que unía estrechamente las formas literarias y musicales de la cornisa cantábrica con las castellanas, y gradualmente cada una tomará su camino.


Manseliña interpreta su música en instrumentos tradicionales. María Giménez se encarga, aparte de la voz, de tocar la fídula y elementos de percusión. Belén Bermejo del órgano portativo, Pablo Carpintero de los aerófonos tradicionales y la percusión, y finalmente, Tin Novio, de los instrumentos de cuerda, como el laúd y la cítola.

martes, 16 de abril de 2019

Los archivos de Alvise Contarini, una inusual historia de la música veneciana



“Venecia cautiva porque ha quedado apartada de la acción de la Historia. A los hombres les alivia sentirse por un rato fuera de la lucha de la vida”. Maravilloso testimonio que el filósofo José María Herrera pone en boca de su alter ego italiano Alvise Contarini, cuya obra, más o menos apócrifa, vertebra una historia de la música veneciana, de muchos de los artistas y personajes que tuvieron relación con la Serenísima a lo largo del Renacimiento y del Barroco. O, por lo menos, hasta 1797, cuando cae la República, fecha en la que Contarini fija su muerte, tal y como lo expresa en el libro de Herrera:

“Venecia no es un cadáver. Los cadáveres se pudren y descomponen. Es más bien un espectro, un alma en pena. Su existencia es indisputable, aunque lleva doscientos años viviendo póstumamente. Por mucho que parezca que aquí se ha interrumpido el proceso natural que conduce del esplendor a la podredumbre, todo acabó con la República. Sólo han sobrevivido los criados y el fantasma”.

Venecia como alma en pena. Una Venecia que contempla pasar inmensos cruceros por encima de sus campanarios, pero que aún conserva sus historias y leyendas en silentes y misteriosas callejas a las que no accede el turista en bermudas. Una ciudad en cuyos patios y oscuros pasajes laberínticos todavía podemos cruzarnos, como hace José María Herrera, con Claudio Monteverdi, Francesco Cavalli, Tomaso Albinoni o  Benedetto Marcello.

Los archivos de Alvise Contarini es una obra poliédrica o, más bien, caleidoscópica, pues su autor, a través de ingeniosos montajes de espejos, nos transporta, sin que nos demos cuenta, de la ficción a la realidad, del relato novelesco al hecho histórico. José María Herrera ha sabido construir un libro único que navega cómodamente entre la narrativa, el rigor historiográfico, y las pequeñas anécdotas que vivieron todos los personajes que un día habitaron en la ciudad de la laguna o que tuvieron relación con ella. Y Alvise Contarini es la personificación de esa memoria colectiva.

Contarini, el último descendiente de una familia patricia veneciana, poseedora de dos palacios en el Gran Canal, es un investigador y estudioso de la historia de la ciudad, especialmente la relacionada con la música. Conocedor como nadie de los archivos de la República,  rechaza, no obstante, el papel de académico e intelectual al uso, reservando para sí mismo sus hallazgos y conocimientos. Se trata de un hombre aferrado al pasado histórico, que no se ha llegado a encontrar a gusto en el mundo contemporáneo que, a su juicio, camina hacia el abismo. Sus palabras expresan, de una forma harto poética, su escepticismo sobre esta era científica y tecnológica que nos ha tocado vivir: “Lamentablemente, hemos llegado tarde para los dioses. Sabemos mucho para creer en ellos”. 

Es por ello que su legado es raquítico y disperso, apenas un puñado de artículos en medios locales, alguna entrevista que se le realizó, y textos de las escasas conferencias y lecciones que accedió a ofrecer, dado que consideraba que “carecía de competencia científica” para impartir doctrina.

Precisamente, Los archivos de Alvise Contarini nos brinda una recopilación de la erudición de este sabio oculto a través de distintas piezas en las que podemos acceder, de forma directa e indirecta, a sus reflexiones sobre distintos temas relacionados con la historia veneciana.

A través de sus páginas, el libro nos acerca a figuras como el emperador Carlos V, su amigo el pintor manierista Tiziano y Adrian Willaert, maestro de la capilla ducal y fundador de la Escuela Veneciana de música. También podemos encontrarnos en él con Claudio Monteverdi y el nacimiento de la ópera, o con la compositora de madrigales y cantatas Barbara Strozzi, una de las creadoras más prolíficas de su época.

El lector se sumerge en historias y reflexiones en torno a la vida y la obra de personajes tan famosos como Vivaldi, Albinoni o el seductor Casanova, junto con otros, si bien menos conocidos, no por ello menos apasionantes. Un relato absorbente en el que las artes plásticas, la música y la filosofía campan a sus anchas, mezclándose sin fricciones, a lo largo de los distintos capítulos. Una mirada erudita que José María Herrera -doctor en filosofía y profesor- realiza a través de los ojos del viejo maestro, que no es otra cosa que la personificación de la memoria de la ciudad de la laguna. Como reconoce el propio Contarini: “El mundo es para mí Venecia, ya sabe”.   

domingo, 7 de abril de 2019

Handel y Lorca en el nuevo proyecto de For The Fun Of It


La cultura no debe estar subida a un pedestal, sino que tiene que estar al alcance de todos. No es algo para contemplarse desde la distancia, más bien tiene que poder ser tocada y manipulada, para poder comprenderla y sentirla, e incluso se debe poder jugar con ella, como una forma de sumergirnos en las formas que nos ofrece y de ser capaces de disfrutarlas. Esta filosofía es algo que asumen los miembros de For The Fun Of It y que orienta su nuevo proyecto sobre Federico García Lorca, cuyo primer vídeo ofrecemos hoy aquí.

La productora puso en escena hace unos años el musical sobre la escena barroca La crítica del amor, y ahora vuelve con un montaje de la obra de Lorca Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores, desde una perspectiva transversal, incluyendo referencias a distintas artes aparte del teatro, como son la música, la pintura o el cine.

Precisamente, este primer vídeo que inaugura la iniciativa es una versión casi desnuda -solamente con una voz acompañada de piano- de Tu del Ciel Ministro Eletto de Georg Friedrich Handel. De acuerdo con Antonio Castillo Algarra, director de la producción, esta pieza es parte del repertorio de una versión más musical de Doña Rosita la soltera, que incluye, además de las canciones populares que recopiló Federico García Lorca, otras del Renacimiento y el Barroco que le gustaban al autor.



En concreto, la obra seleccionada de Handel pertenece al oratorio Il trionfo del Tempo e del Disinganno, que el compositor escribió en Roma en 1707 con tan solo 22 años. El músico prusiano se había establecido en Italia con el objeto de ganar renombre allí y, sin duda, lo consiguió. En poco tiempo logró el reconocimiento y el afecto de aristócratas y cardenales, hasta el punto que se le llegó a conocer como Il caro Sassone (El querido sajón). Precisamente fue el cardenal Benedetto Pamphili el que encargó a Handel la creación de Il trionfo del Tempo e del Disinganno, financiando tanto la composición como su puesta en escena.

El oratorio cuenta con un libreto del propio Pamphili y, aunque no trata temas religiosos, tiene una fuerte carga moral. El argumento es una alegoría sobre lo efímero de la belleza y los placeres terrenales, en el que intervienen cuatro personajes: Belleza, Placer, Desengaño y Tiempo. En el aria que nos ocupa, Tu del Ciel Ministro Eletto, la Belleza declara que abjura del placer y entrega su corazón a Dios.

Igual que sucedió en La crítica del amor, For The Fun Of It ha contado en este proyecto con la voz de la soprano Mariví Blasco, una de las grandes voces actuales de la música barroca en España.

La puesta en escena de esta pieza audiovisual combina con originalidad diversas influencias de distintos campos artísticos, que confluyen con la bellísima música de Handel que interpreta Blasco, acompañada al piano por David de la Gala. Por una parte, la pintura renacentista se abre paso en la pantalla, dado que los actores recrean situaciones que remiten a cuadros de Guido Reni y de Sandro Botticelli. Por otro lado, y dado que esta obra de Lorca fue escrita cuando el cine daba sus primeros pasos, también se incluye un homenaje más o menos explícito a Segundo de Chomón, un pionero español de las artes cinematográficas, que llegó a participar como técnico en el rodaje de la monumental cinta Napoleón de Abel Gance de 1927.

Para acometer este proyecto, For the Fun of It ha establecido una alianza con la Fundación para la Libertad y las Artes Príncipe Baltasar Carlos, puesto que ambas instituciones coinciden en un objetivo común: renovar el teatro musical español desde sus raíces, inspirándose tanto en el Siglo de Oro como en la Edad de Plata.

Como anécdota curiosa -y signo de los tiempos tan mediocres que nos ha tocado vivir-, comentar que la red social Facebook, haciendo gala de una mirada tan estrecha como pacata, ha censurado este vídeo por considerar que enseña demasiada carne y que, por tanto, puede constituir un producto de pornografía. En cambio, su moral no resulta tan rígida cuando se trata de proteger los datos personales de sus usuarios para que no sean fraudulentamente utilizados en campañas comerciales o de propaganda ideológica.