El mundillo de la música
antigua española actual no deja de sorprender con nuevas propuestas que ponen
en relieve la riqueza del patrimonio musical de nuestro país, una herencia que
a menudo ha quedado sepultada y oculta bajo estratos de modernidad. En esta
ocasión ha sido el conjunto granadino Íliber Ensemble que, bajo la dirección del
clavecinista Darío Tamayo y en
colaboración con la Orquesta Barroca de
Granada, ha acometido el ambicioso proyecto de grabar la ópera de Sebastián Durón La guerra de los gigantes.
Este disco forma parte de
una iniciativa más amplia centrada en la grabación integral de la música
escénica de Durón y ha sido publicado por en el sello IBS Classical. Se
conservan en la actualidad diez partituras completas de las obras teatrales de
Sebastián Durón, de las cuales cuatro de ellas son completamente cantadas.
La ópera es un género que
no acabó de cuajar en España como lo hizo en otros rincones de Europa a lo
largo del siglo XVII. Son escasas las piezas escénicas que pueden ser
etiquetadas como tales. El primer ejemplo conocido es La selva sin amor, estrenada en el Alcázar de Madrid en 1627,
compuesta por Filippo Piccinini sobre un libreto de Lope de Vega. En 1660
encontramos dos más que fueron escritas para las celebraciones del enlace
matrimonial entre Luis XIV de Francia y María Teresa de Austria, la hija de
Felipe IV, cuyos textos están firmados por Calderón de la Barca: La púrpura de la rosa y Celos aun del aire matan. Finalmente, el
cuarto caso mencionable es el título que nos ocupa, La guerra de los gigantes, cuyo estreno ya tuvo lugar en el siglo
XVIII.
Sebastián Durón nació en
1660 en la localidad alcarreña de Brihuega y alcanzó las más altas cotas
profesionales a las que podía aspirar un músico en la época, si bien su carrera
se vio truncada por razones políticas, y tuvo que vivir en el exilio la última
etapa de su vida. Tras ejercer como organista y compositor en varias catedrales
españolas, como son las de Zaragoza,
Sevilla, el Burgo de Osma y Palencia, su fama llama la atención de la corte, de
forma que en 1691 Carlos II le contrata para suceder al organista José Sanz.
El prestigio de Durón se
va consolidando, tanto por su trabajo en la casa del rey, como por el que
desempeña entre la nobleza, dado que presta servicios a grandes familias como
las del duque de Osuna, los condes de Salvatierra o los condes de Oñate. Con la
llegada al trono del primer Borbón, Felipe V, Sebastián Durón se convierte en
el maestro de la Real Capilla y en el rector del Real Colegio de los Niños
Cantores.
No obstante, su apoyo al
partido del archiduque Carlos durante la Guerra de Sucesión precipita su
arresto en 1706 y posterior exilio a Francia, donde pasaría el resto de su
vida, hasta su muerte en 1716. Según parece cometió el error de festejar
anticipadamente, con el coro de la Real Capilla, la entrada de las tropas de
los Austrias en Madrid, aunque todavía estaban bien lejos de allí.
Sebastián Durón fue un
renovador y bebió de las fuentes más novedosas procedentes de Europa, en gran
parte francesas -con la nueva dinastía que llegaba para reinar en España-, pero
también italianas, lo que le valió la crítica del padre Feijoo, firme defensor
de la tradición autóctona como guía de la música que debía hacerse en este país
(La música en los templos,1726):
“Esta es la música de estos tiempos, la música con que nos han
regalado los italianos por manos de su aficionado el maestro Durón que fue el
que introdujo en España los violines y las modas extranjeras.”
Parece ser que no fue
Durón el que introdujo el violín, pero sí que probablemente aumentó el número
de estos instrumentos en la Capilla Real.
La primera grabación de
Íliber Ensemble de la obra de Durón se ha centrado en uno de sus títulos más
conocidos: la ópera lírica La guerra de
los gigantes, estrenada en 1701 como parte de los fastos de celebración de
la boda entre Felipe de Borbón y María Luisa de Saboya. La trama narra el tema
mitológico de la guerra entre los dioses del Olimpo y los gigantes, que se
rebelan contra su autoridad.
Articulada en una
introducción y seis escenas, La guerra de
los gigantes tiene como protagonistas a los personajes de Hércules,
Júpiter, Minerva y Palante -con tesituras de soprano o castrati-, que en el
disco encarnan las voces de Solomía Antonyak, Eva Juárez, Aurora Peña y Marta
Infante, respectivamente. Asimismo, se presentan cuatro figuras alegóricas con
tesitura de tiple, La Fama (Pilar Alva), El Tiempo (Soledad Cardoso), La
Inmortalidad (Laura Sabatel) y El Silencio (Olalla Alemán). El elenco de
cantores se completa con el tenor Luis David Barrios.
Hay expertos que ven en el
libreto de esta ópera una loa a la recién llegada casa reinante. Es el caso de
Antonio Martín (citado por Raúl Jáimez Rubio en La Guerra de los Gigantes. Sebastián Durón. Gigantomaquia en la ópera
barroca española, 2020), quien aventura que la trama puede representar el
enfrentamiento entre Felipe V y el archiduque Carlos de Austria por el trono de
España. De esta forma, la alianza entre Júpiter (Luis XIV) y Hércules (Felipe
V), reforzada por el apoyo de Minerva (Maria Luisa, esposa de Felipe), lograría
vencer a los gigantes, representados por Palante (Carlos de Austria).
Íliber Ensemble y la
Orquesta Barroca de Granada nos han acercado con su trabajo a una obra singular
dentro de la música escénica española, situada como bisagra entre la tradición
patria del XVII y las nuevas formas procedentes de Italia, que merece ser
conocida y disfrutada.
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