domingo, 24 de junio de 2018

Los Bassano, músicos venecianos en la corte Tudor

Me he topado con el apellido Bassano cuando preparaba la edición de mi traducción de los sonetos de William Shakespeare (sí, también he venido a hablar de mi libro). Entre las mujeres de su época a las que había identificado como posibles candidatas a haber encarnado a ese personaje misterioso que el vate de Stratford bautizó como Dama Oscura (Dark Lady), aparece el nombre de Emilia Bassano, a la que lacónicamente etiqueté en mi texto como “la hija de un músico veneciano de la corte”.

De pronto te das cuenta de que estamos hablando de música y que puede haber un tema para un artículo, así que toca investigar quiénes fueron estos Bassano a los que se presenta como músicos italianos en la corte de los monarcas ingleses Tudor.

Vayamos, pues, a los orígenes. El patriarca del clan es el músico Jeronimo Bassano, padre de seis hijos, que se había trasladado hacia 1506 desde la localidad de Bassano, al pie de los Alpes, hasta Venecia, para formar parte del conjunto de sacabuches y chirimías (trombe e piffari) del dogo de la Serenísima República.

Aparte de intérprete, Jerónimo es recordado como constructor de instrumentos de viento. Heredó de su padre Battista el sobrenombre de il Piva, siendo esta la denominación de una especie de cornamusa o flautín. El médico veneciano Lorenzo Marucini dejó escrito un testimonio sobre la gran calidad de los instrumentos construidos por Bassano y sobre cómo incluso inventó uno de viento, que algunos identifican con el bajón renacentista.

Jerónimo tuvo seis hijos, Antonio, Jacomo, Alvise, Jasper, Giovanni y Battista, que también se dedicaron a la música y, alguno de ellos por lo menos, a la construcción de aerófonos. En 1531, cuatro de ellos, Antonio, Jasper, Giovanni y Alvise, visitaron la corte inglesa de Enrique VIII como un conjunto de ministriles, utilizando el apellido de Jeronimo (hijos de Jeronimo) a modo de sello de calidad y prestigio. Parece ser que estuvieron en las islas un par de años y que luego retornaron a Venecia.

No obstante, en 1538, Antonio Bassano volvió a Inglaterra y recibió el título de manos del monarca de “constructor de diversos instrumentos”. Al año siguiente se presentan también en la corte Tudor Jasper, Giovanni y Alvise, acompañados de los dos hermanos restantes, el mayor Jacomo y el pequeño Battista. La familia decide quedarse en las Islas Británicas para siempre, excepto Jacomo, que vuelve a Venecia unos años después.

El experto en instrumentos de viento Davis Lasocki se pregunta en un artículo (The Bassano Family, the Recorder and the Writer Known as Shakespeare, American Recorder, 2015) sobre el valor que podía aportar este clan de músicos a la corte del rey Enrique. Desde el punto de vista de la fabricación, es verdad que varios miembros de la familia eran notables constructores de instrumentos, pero atendiendo a la interpretación, el monarca ya disponía de varios conjuntos musicales antes de la llegada de los Bassano. En concreto, aparte de un combo de violines, tenía un grupo de sacabuches y otro de flautas. Parece ser que, aunque los venecianos estaban especializados en sacabuches y chirimías, aportaron a la corte inglesa un tercer ensemble de flautas.

La presencia del ensemble italiano no fue algo esporádico o testimonial, pues se extendió a lo largo de noventa años, acabando cuando Carlos I decidió agrupar en 1690 a todos los conjuntos de viento en una sola formación. De los diecinueve músicos que formaron parte del proyecto en estos años, trece fueron Bassanos. Aparte de los seis que llegaron de Venecia originalmente, están varios descendientes, como son Lodovico, hijo de Alvise; Arturo, Eduardo I, Andrea y Jerónimo II, hijos de Antonio; y en la siguiente generación, Antonio II, hijo de Arturo, y Enrique, vástago de Jerónimo II. 

Los músicos cortesanos solían estar en las zonas comunes de los distintos palacios de los monarcas, que en la época eran Westminster, Greenwich, Richmond, Hampton Court y Windsor. De acuerdo con el repertorio que ha llegado hasta nosotros, una de las principales funciones del conjunto de flautas era acompañar las danzas palaciegas. De hecho, la propia reina Isabel, la hija de Enrique VIII, era una gran aficionada al baile y, ya en su madurez, el testimonio de un embajador francés deja constancia de que lo hacía bastante bien. La música también amenizaba los almuerzos, especialmente la más elaborada y compleja. Era también común el realizar con los conjuntos de flautas versiones instrumentales de música vocal.

Davis Lasocki aventura de que, a pesar de que se alude a los Bassano como un grupo exclusivamente de instrumentos de viento, lo más probable es que incluyesen en la formación otros de cuerda frotada e incluso teclados, como era la costumbre en las distintas cortes europeas de la época.

El patriarca de la familia, Jerónimo, tenía una gran reputación como constructor de instrumentos de viento. Cuando sus hijos viajan a las Islas Británicas, se dice que trajeron con ellos “todos sus instrumentos”, lo que deja abierta la posibilidad de que, aparte de llevar aquellos destinados a la interpretación, portaran un stock de piezas para la venta. Probablemente, varios de los hermanos eran lutiers aparte de músicos y en cualquier caso, Alvise seguro que lo era, pues tenía una “casa de trabajo” aparte de la vivienda.

Un documento legal que ha llegado hasta nosotros fechado en 1571 habla de que Jacomo, el hermano que volvió de Inglaterra a Venecia, tenía una relación de negocios con sus hermanos relacionada con la construcción de instrumentos de viento. Todo hace pensar que suministraba desde Italia instrumentos para ser interpretados por el ensemble familiar y quizá también para ser revendidos en Londres.

Pero abríamos este texto hablando de Emilia Bassano, la que podría haber sido el objeto de la pasión del mismísimo Shakespeare. Era hija de Battista, uno de los cinco hermanos y estuvo casada con Alfonso Lanier. En la Wikipedia se habla de que era música barroca, pero no he encontrad0 ninguna referencia al respecto, así que supongo que será un error. Sin embargo, sí que tiene en su haber el haber sido la primer mujer en publicar un libro de poemas en Inglaterra, Salve Deus Rex Judaeorum en 1611.

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