Los aficionados a la música inglesa del Renacimiento tardío están de enhorabuena: el músico holandés Pieter-Jan Belder ha inaugurado este 2016 sacando al mercado el cuarto volumen de grabaciones de la magna obra para tecla The Fitzwilliam Virginal Book, probablemente la más importante recopilación de música laica instrumental británica de la época.
La epopeya de pasar a pistas digitales los dos extensos volúmenes que integran el libro ha sido emprendida por el sello de Leeuwarden Brilliant que está especializado en realizar grabaciones enciclopédicas de música clásica a precios muy asequibles. El poner en manos de Belder el registro de las 297 piezas que componen el Fitzwilliam es probablemente el proyecto más ambicioso que han acometido nunca y uno de las más grandes en lo que a música renacentista se refiere.
La importancia de esta obra, que debe su nombre a su primer dueño Lord Fitzwilliam, radica en que expone la madurez de la música para tecla inglesa incluyendo composiciones de los más famosos músicos del momento, como Byrd o Dowland. La fecha de publicación se sitúa entre 1608 y 1618 y supone de algún modo la culminación de la serie de libros de música que le precedieron, como The Mulliner Book (1545), My Ladye Nevell’s Booke (1591) y Benjamin Cosyn’s Book (1601).
El virginal es un instrumento de tecla que se diferencia del clave en que tiene la caja rectangular, si bien como apunta José Carlos Cabello (Diccionario de instrumentos de la Edad Media y el Renacimiento, 2002), en países como Inglaterra “el término virginal se usa tanto como genérico para todo tipo de instrumentos de teclado con cuerdas como para un tipo de instrumento en el que las cuerdas, simples, están dispuestas en paralelo al teclado, dentro de una caja rectangular”.
Entre los compositores presentes en The Fitzwilliam Virginal Book aparecen los nombres más granados del momento, como William Byrd, Thomas Morley, John Bull, Orlando Gibbons, John Mundy o Thomas Tallys, entre muchos otros, además del gran laudista John Dowland, cuyas famosas Lachrimae figuran a través de adaptaciones para teclado de Byrd, Morley y Giles Farnaby.
Pieter-Jan Belder es un intérprete de diversos instrumentos de tecla (órgano, pianoforte y clave) y director musical. Su obra más conocida gira en torno a Bach y Scarlatti, aunque cubre el espectro más amplio del Barroco y del primer Clasicismo, con figuras como Handel, Corelli, Frescobaldi, Purcell, Telemann, Sweelinck y Mozart. Además dirige al grupo de cámara Musica Amphion cuya larga trayectoria tiene su origen en 1993.
Belder ha colaborado con el sello Brilliant en el desarrollo de grandes proyectos, entre los que se cuentan la grabación de todas las sonatas de Scarlatti, la de todas las piezas para tecla de Bach, o el que nos ocupa, The Fitzwilliam Virginal Book, del que hasta el momento ha lanzado cuatro volúmenes.
Haciendo un sencillo cálculo, de las 297 piezas que incluye el Fitzwilliam Pieter-Jan Belder ha grabado unas 134, con lo que aún le quedan varios volúmenes por lanzar, suponemos, para completar el total. La primera entrega vio la luz en 2012 e incluía composiciones de William Byrd, Thomas Morley, John Bull, Orlando Gibbons, Giles Farnaby, Peter Philips y Thomas Tomkins. Le siguió una segunda dedicada de forma monográfica a Byrd, que es el autor de mayor presencia en el libro. El tercer disco salió en 2014 y contiene exclusivamente obras de Peter Philips y Jan Pieterszoon Sweelinck. Finalmente, este año ha llegado hasta nosotros el volumen cuatro centrado en John Bull y Giles Farnaby.
John Bull, que tiene hasta 44 composiciones suyas incluidas en el Fitzwilliam, fue un gran virtuoso y utilizaba a menudo el popular método de las variaciones, es decir, composiciones que guardan el mismo patrón armónico que una que les da origen cambiando el tempo y el patrón melódico. En este volumen 4 aparecen algunas de ellas, así como interpretaciones de danzas, -pavanas y gallardas-, y fantasías.
Por su parte, la obra de Giles Farnaby es de lo más interesante de todo el contenido del libro para el musicólogo Howard Orsmond Anderton (Early English Music, 1920), que la describe como “sus encantadoras pequeñas piezas exponentes de una rica vida y espíritu que le sitúan, en lo referente a calidad artística esencial, por encima de muchos otros músicos pretenciosos”.
The Fitzwilliam Virginal Book es una obra fundamental para adentrarse en el género instrumental de uno de los periodos más floridos de la música inglesa.
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