Cuando todavía se vendían LPs, y
posteriormente CDs, es decir cuando la industria musical todavía tenía un
modelo de negocio e ingresos, existía en el mercado un producto muy fructífero
que se denominaba en general, aunque podía adquirir una amplia variedad de
nombres, “grandes éxitos” (del inglés “Greatest
Hits”). Consistía este particular en una recopilación de las canciones más
conocidas de un determinado grupo o artista, que suplía las necesidades, por
una parte, de aquellos melómanos que no tenían la suficiente afición por una
banda como para comprarse la discografía oficial, y por otra, de todos aquellos
para los que la música no es más que algo de moda y que no han sido capaces de
reunir más de quince discos en la estantería del salón de su casa (colecciones
que pueden albergar simultáneamente obras como “Lo mejor de Porrinas de
Badajoz” y “Max-mix 84”). El caso es que este
no es un fenómeno tan contemporáneo como puede parecer dado que en 1698, varios
años después de la muerte del compositor británico Henry Purcell, se publicó
“Orpheus Britannicus”, una colección de las mejores (o más populares) canciones
del músico, que fue un éxito de ventas
en la época y le produjo no pocos beneficios a Henry Playford, el editor.
Henry Purcell falleció
inesperadamente en noviembre de 1695 y su muerte supuso un duro golpe para la
sociedad inglesa del momento, dada la popularidad de la que gozaban tanto su
obra como su persona. Algo conté sobre su figura en aquel post sobre sus canciones de taberna, pero el caso es que fue
organista de la abadía de Westminster, que compuso una ópera (“Dido y Eneas”) y varias semióperas, y que puso música a hitos y
eventos de la Corona,
como la “Oda para el cumpleaños de la reina
María” o “Música para el funeral de
la reina María”. En 1696 se publicó un homenaje en forma de un volumen de
piezas para clave, seguido, en 1697, de unas suites para teatro y sonatas para
trío. Sin embargo, la gran recopilación de su obra llegó de la mano de Playford
al año siguiente con “Orpheus
Britannicus. A Collection of All the Choicest Songs for One,
Two and Three Voices, Compos´d by Mr. Henry Purcell” (Orfeo Británico. Una
colección de las mejores canciones para una, dos y tres voces compuestas por
Mr. Henry Purcell). El éxito del primero condujo a la publicación de un
segundo volumen en 1702, y en 1706 y 1721 se publicaron ediciones ampliadas.
A pesar del anuncio de
exhaustividad, “Orpheus Britannicus”
solamente incluye obras escritas en los cinco últimos años de la vida del
músico, y relacionadas con su faceta de compositor teatral. El editor se dejó
fuera toda la obra cortesana de la década de 1680, que a juicio de los expertos
es de mayor calidad, aunque parece ser que podría haber quedado anticuada al
ser cotejada con los gustos musicales del siglo naciente. En cualquier caso, la
recopilación es un grato compendio de piezas vocales e instrumentales, que
erradicadas de su contexto original, adquieren una nueva e interesante
dimensión.
No estoy de acuerdo con James
Galway, que en su obra “Música en el
tiempo”, afirma con desprecio, refiriéndose a Purcell, que “Sus odas reales, composiciones funerarias y
música incidental para la escena, de dramatismo trivial aunque musicalmente
resplandecientes, demuestran lo que podría haber conseguido el compositor en un
clima menos provinciano y estrecho de miras.” A mí en cambio me parece que hay grandeza en
la obra de Henry Purcell, pero claro, yo no tengo ni idea.
Os dejo una pieza de las
incluidas en Orpheus que pertenece a
la semiópera “King Arthur”. En ella,
Venus profetiza que Inglaterra llegará a ser un gran país unido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario