No resulta demasiado frecuente escuchar la tiorba como instrumento solista, y mucho menos como único protagonista de una grabación. Este pintoresco cordófono barroco suele desempeñar el papel de acompañante, bien como única pareja de la voz, bien como parte del conjunto de instrumentos que conforman el bajo continuo. Pues bien, el músico chileno Rodrigo Díaz ha llevado a cabo la grabación de un disco, Intavolatura di tiorba, dedicado exclusivamente al sonido de este guitarrón o laúd aumentado, utilizando como repertorio piezas de Robert de Visée, y transcripciones de obras de Johann Sebastian Bach y de François Couperin.
El origen de la tiorba (término que procede del latín y que da nombre al instrumento en italiano y español, mientras que en inglés se designa como theorbo) se remonta a la Florencia de finales del siglo XVI, momento en el que se crea con el fin de acompañar el canto de la voz. Es concebido como un cordófono de gran tamaño, con una serie de bordones largos que refuercen la sonoridad de instrumentos como el laúd, del que es pariente cercano. De hecho, el aspecto de la tiorba es el de un laúd al que se le ha añadido un segundo mástil más largo. De esta forma, una de las versiones más comunes de la tiorba consta de seis órdenes, o pares de cuerdas que se pisan, más ocho adicionales, el doble de largas que las primeras y afinadas en el clavijero de arriba, que bajan paralelas al mástil, y se tocan al aire.
En sus inicios fue conocido también como chitarrone, término derivado del vocablo griego kythara, dado que los humanistas florentinos buscaban recrear el arte clásico heleno de recitar con acompañamiento instrumental.El primerísimo repertorio para tiorba fueron los cantos monódicos italianos de compositores como Caccini o Peri, entre otros, piezas recitativas para una sola voz que eran musicadas por el instrumento. Igualmente, la tiorba estuvo presente en las primeras óperas, como Eurídice de Peri o el Orfeo de Monteverdi, acompañando a este género durante varias décadas.
Rodrigo Díaz, fundador de Syntagma Musicum y partícipe en otras formaciones como La Pulsata y Les Carillons, profundizó sus estudios de este instrumento en el Conservatorio Superior de Sevilla con el maestro de la cuerda pulsada Juan Carlos Rivera. Actualmente, Díaz es el director del Coro Madrigalista Usach.
El repertorio elegido para la grabación parte de música especialmente escrita para este instrumento por Robert de Visée, además de adaptaciones de partituras para cello de Bach y de otras de tecla de Couperin. Visée es quizá el más desconocido de los tres. Fue músico en la corte de Luis XIV, y compuso varios libros para guitarra, así como algunas suites para laúd y para tiorba, como las incluidas en el disco.
Por otra parte, Díaz se ha encargado de transcribir la Suite para cello Nº 3 en do mayor BWV 1009 y cinco piezas de clavecín de François Couperin. El esfuerzo de convertir las partituras en tablaturas para tiorba ha sido notable, como reconoce el propio intérprete, máxime teniendo en cuenta que, en sus propias palabras, tanto las obras de Bach como las de Couperin presentan un nivel de dificultad muy superior al de la música de tiorba que ha llegado a nosotros.
El resultado de este trabajo es una demostración de la belleza del sonido que emana de este antiguo cordófono cuando se le cede el papel protagonista, y no queda como un complemento de la voz, o como parte de un conjunto de instrumentos.Sorprende la versatilidad melódica de la voz profunda de esas cuerdas, que parecen más pensadas para el acompañamiento rítmico, pero de las que Rodrigo Díaz ha sabido extraer un aura evocadora y sensible.
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