Asistimos el pasado viernes 29 de junio a un delicioso recital que tuvo lugar en la iglesia de San Juan Bautista (aunque el altar del templo lo preside Santiago) de Guadalaviar, provincia de Teruel. El evento se enmarcó dentro del programa “Musas, Música, Museos”, que con la colaboración de diversos museos españoles, ha perseguido el reproducir instrumentos musicales que aparecen en cuadros antiguos y organizar conciertos con los mismos. Este concierto llevó el sugerente título de “El Canto de las Vihuelas”.
El artífice de esta iniciativa tan brillante es Javier Martínez, vecino de Guadalaviar y director del Museo de la Transhumancia de la localidad. La última etapa de “Musas, música, Museos” ha tenido lugar precisamente en este pueblo situado en el corazón de los Montes Universales, y ha consistido en una celebración de tres días en los que la música antigua se ha conjugado con la tradición pastoril de la zona. Han sido tres jornadas de conciertos, pasacalles o rondas, talleres, conferencias y salidas al campo, a los hermosos parajes de la Vega del Tajo. Y Javier ha conseguido que los asistentes nos sintiésemos como un grupo de amigos que comparten actividades.
“El Canto de las Vihuelas” tuvo lugar la tarde del viernes y fue interpretado por el trío formado por los hermanos Pablo y Alejandro Baleta, responsables de las vihuelas de arco, de mano y de péñola así como de la viola de gamba, y la soprano María Sala. La acústica de la iglesia era bastante buena, aunque hay que decir, como una crítica menor, que la poderosa voz de María apagaba el sonido de la vihuela de mano, no así de la de arco.
El conjunto arrancó con el instrumental del siglo XIV La Manfredina y la Rotta, para seguidamente interpretar el estremecedor canto sefardita Por qué lloras blanca niña. Gran parte del repertorio posterior que tocaron procede de los cancioneros de la Colombina, de Palacio, de Medinaceli y del Duque de Calabria o Uppsala.
No podían faltar los dos grandes “juanes” de la polifonía del siglo XVI, Juan Vázquez y Juan del Encina. Del primero pudimos escuchar el villancico ¿Con qué lavaré?, y del segundo las piezas Más vale trocar y Hoy comamos y bebamos.
El programa lo completaron piezas de Francisco de la Torre, Claudin Serrmisy y Josquin de Prez, así como temas anónimos como el archiconocido Tres morillas m´enamoran o Dadme albriçias, hijos d´Eva.
El sábado por la tarde tuvo lugar otro concierto, esta vez centrado en la viola de gamba, pero por desgracia no pudimos asistir. Sin embargo, sí nos dio tiempo a compartir una maravillosa comida en el nacimiento del río Tajo con Javier Martínez y todos los presentes, que fue amenizada por un dúo de músicos marroquíes que realizaron un interesante recorrido por la tradición músical del Magreb.
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