A Sofía Carlota de Hannover le atraía mucho la música. Hija del elector de Hannover, Ernesto Augusto, y de Sofía de Wittelsbach, esta afición le venía sin duda de su padre. De su madre la duquesa Sofía se dice que no sentía gran interés por este arte, a pesar de que recibió de buena gana la dedicatoria de la colección de obras de la veneciana Barbara Strozzi Op. 8, que, datada en 1664, incluye cinco cantatas, seis arias y una serenata. Pero hasta ella misma llegó a reconocer que se quedaba dormida en la ópera…
Pero su descendiente fue todo lo contrario: una apasionada que practicó personalmente la técnica musical y que trató a grandes compositores de la época, como Agostino Steffani, Attilio Ariosti, Giovanni Bononcini y Arcangelo Corelli.
Sofía Carlota contrajo matrimonio en 1684 con Felipe III, elector de Brandenburgo, y al ser Prusia elevada del rango de ducado al de reino en 1701, se convirtió en la primera reina de Prusia.
Parece ser que fue una gran clavecinista (solía tocar en sus aposentos del palacio de Charlottenburg y de Orianenburg) y, de hecho, se cuenta que participó en el continuo en el estreno de la ópera Polifemo de Giovanni Bononcini, en Berlín en mayo de 1702. El propio compositor probablemente tocó el chelo en dicha ocasión, pues era un virtuoso de dicho instrumento y solía interpretarlo en las representaciones de sus propias óperas y oratorios.
La reina fue una gran impulsora de la música en la corte berlinesa. Alan Yorke-Long (Music at court: four eighteenth century studies, 1954) afirma que el propio Agostino Steffani, maestro de capilla de su padre Ernesto Augusto, fue el responsable de su formación musical. Y, sea por la influencia de este compositor o por propia voluntad, Sofía se propuso introducir las formas italianas en Prusia.
Al principio, acometió este propósito con timidez, limitando la presencia italiana en la corte a los ballets, al modo francés. Pero con la llegada de Attilio Ariosti en 1697 como Maestro di Musica, Sofía Carlota comienza a introducir la ópera en Berlín. En junio de 1700, tiene lugar la representación de La Festa del Himeneo del propio Ariosti en un teatro especialmente construido para ello en Stallplatz.
Por desgracia, a pesar de que desde 1699 la reina era la última responsable de la corte en el tema musical, Sofía nunca llegó a disponer de una capilla propia, y tenía que “tomar prestados” a los profesionales de Viena, Hannover y Anspach. El antes citado Bononcini trabajaba en la capital austriaca.
La propia Sofía llegó a hacer sus pinitos en la composición. En 1702 escribió la breve pastoral I Trionfi di Parnasso. A finales de ese mismo año le confesó a Steffani en una misiva que estaba aprendiendo a escribir contrapunto.
Agostino Steffani pasó seis años en la corte de Berlín, entre 1697 y 1703, y sus duetos eran abiertamente admirados por la reina. Destacado compositor e intérprete, el propio Leibniz dijo de él que podía “escribir una ópera con una sola mano”. Durante su estancia en la corte, llegaron a estrenarse hasta seis óperas: la citada La Festa del Himeneo (1700), L'Inganno vinto dalla Costanza (1700), La Fede ne' Tradimenti (1701), Le Fanthme Amoureux (1702), Polifemo (1702) y Cli Amori di Cefalo e Procri (1704). Las cuatro primeras con música de Ariosti y las restantes de Bononcini.
Sin embargo, de lo que realmente disfrutaba la reina era de la música de cámara, y en concreto, de los duetos que compuso Steffani. A menudo, eran cantados por Ariosti y Bononcini. Cinco de estos duetos fueron escritos especialmente para Sofía, entre 1698 y 1700. Tanto Crudo Amor, morir mi sento como Io mi parto están dedicados a ella, mientras que Placidissime catene, Che volete e Inquieto mio cor, le fueron enviados a Sofía Carlota desde Bruselas en un mismo paquete.
Las relaciones entre el músico y la reina fueron intensas en 1702, a juzgar por el intercambio epistolar entre ambos. Parece ser que Steffani pasó una época de profunda depresión y Carlota le trató como amiga y consejera, más que como patrona o mecenas. Por desgracia, este hermosa complicidad entre ambos se enfrió a final de ese año.
Algunos argumentan que el final de la relación se debe a que Sofía se volvió intratable con la edad. Su carácter se volvió impredecible y excéntrico, cuenta Yorke-Long, y lo mismo alababa a los músicos a su servicio que los denostaba. Otra posible explicación es que Agostino Steffani la ofendió de alguna manera en sus cartas. En una de ellas de diciembre de 1702 se muestra sarcástico y desagradable hacia ella, molesto, dicen, por algo que le había ocurrido y de lo que Sofía no fue responsable.
Y también puede que Sofía Carlota considerase una ofensa que Steffani le quitase a Ariosti, el pilar de la vida musical de la corte prusiana, a petición de Fernando de Medici, el cardenal protector del monasterio al que pertenecía este monje compositor.
Sofía Carlota de Hannover falleció el 2 de febrero de 1705, y con ella desapareció de la corte de Berlín el fugaz rayo de luz de frescura y elegancia de la música italiana. El sobrio y aburrido espíritu del protestantismo volvió a contaminar los sones germanos.
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