Mientras el laúd triunfaba en toda Europa en la primera mitad del siglo XVI (en Inglaterra algo más tarde), en España la vihuela se convertía en el instrumento de moda de la alta sociedad. En consecuencia, son numerosos los libros publicados en la época de música para este cordófono, firmados por los principales vihuelistas del momento: Alonso Mudarra, Luis de Milán, Luis de Narváez, Esteban Daza, Enríquez de Valderrábano, Diego Pisador y Miguel de Fuenllana. Resulta notable el aire humanista que emanan los prólogos de estas obras, haciendo gala de la más pura esencia del Renacimiento.
La vihuela llegó a ser considerada como el instrumento más perfecto después de la voz humana. En palabras de Miguel de Fuenllana (Orphénica lyra, 1554):
“Por la proporción y conformidad que con la humana boz tiene. Y por tanto es mayor su perfectión, porque es de cuerdas, que en latin se dizen Chorde (...). Porque assí como el pulso de aquel miembro tan subtil y generoso es el pecho, assl el tocamiento dél es en la vihuela”
También Enríquez de Valderrábano en su Silva de las sirenas (1547) destaca sus virtudes por encima de todos los instrumentos:
“Esta diversidad de tonos, sones, consonancias y rhithmos de devida proporción, se hallan en una vihuela, todo junto y más perfectamente que en otro instrumento alguno. Ca en la vihuela es la más perfecta y profunda música, la más dulce y suave al oydo y alegra el. entendimiento, y otrosí la de mayor efficacia que más mueve y enciende los ánimos de los que oyen.”
De esta forma, los prólogos de los libros de cifra para vihuela retraen al pasado grecolatino, al más puro estilo renacentista, buscando modelos en la antigüedad que justifiquen su grandeza. De alguna forma, en la época se llegó a concebir la música para una voz con acompañamiento de vihuela como la vuelta del canto clásico acompañado por la lira. Y los textos sobre música se ven plagados de referencias a los autores de Grecia y Roma, como en este ejemplo extraído de los Tres libros de música en cifra para vihuela (1546) de Alonso Mudarra:
“Alcibíades solía dezir que tenía por mejor la música de la vihuela que la de las flautas; porque con la vihuela no se pierde la habla, ni la figura del rostro.”
El neoplatonismo renacentista está presente en la música para vihuela. Valderrábano en la dedicatoria al conde de Miranda que incluye en su Silva de las sirenas describe como Platón justificaba la música para “templar y moderar los afectos y pasiones del alma”, de forma que emana de siete “sirenas” o virtudes del alma que despiertan el espíritu con su armonía, permitiendo al ser humano conocer “las cosas divinas y humanas”. La musicóloga Isabel Pope (La vihuela y su música en el ambiente humanístico) tacha de confusas y superficiales las explicaciones de los vihuelistas sobre la filosofía platónica y la teoría musical de los antiguos, las define como “erudición de segunda mano”, pero a fin de cuentas, concluye, eran músicos no filósofos. Por contra, el humanismo que enarbolaban era sincero y se reflejaba en su música y en la estética de sus obras.
Los títulos de algunos de los libros de cifra son reflejo de esto. Por ejemplo, El Delphín de Luis de Narváez hace alusión a la leyenda de Arión que se salvó de la muerte a lomos de un delfín al que había cautivado con su canto; El Maestro de Luis de Milán lleva un grabado de Orfeo tocando la vihuela ante fieras y aves. Los vihuelistas consideran su instrumento como el heredero de la lira clásica, algo más que evidente en el título del libro de Fuenllana Orphénica lyra. Por su parte, El Parnaso de Esteban Daza remite al monte de Grecia en el que según la tradición habitaban Apolo y las musas.
El origen mitológico de la vihuela se atribuye a Mercurio que encontró un galápago podrido en el río Nilo y con los nervios tensos del animal comenzó a interpretar música. Posteriormente, el propio Orfeo perfeccionó el instrumento inventado por el dios. La historia aparece reflejada en un grabado del libro Tres libros de música en cifra para vihuela de Mudarra.
El vocabulario neoplatónico estaba presente en las obras de los vihuelistas. Términos como el equilibrio, la armonía y la proporción, están en la base de la música como pilar de la armonía y el equilibrio del universo. Al respecto escribe Valderrábano en el prólogo de su Silva de las sirenas:
“...con ella, pues, fabricó Dios las sferas superiores, que son los cielos, tan sabia y divinamente, con tanto acierto y compás que de su curso y revolución, (como dixo Phitágoras) se causa suavíssima armonía de bozes acordes en diuersos spacios, de que los bienaventurados en él gozan, a cuya imitación los sabios compusieron la vihuela.”
Y el hombre, como centro de todas las cosas que es dentro de la filosofía humanista del Renacimiento, es el portador del ritmo y la armonía de la música que se convierten en la esencia de todo:
“Y assí paresce que el hombre perfecto, según los Platónicos, en movimiento razonable consiste, y el movimiento en orden, la orden en rhithmo y armonía, que es cuenta y consonancia de cuerpos y bozes; y la armonía en choros ordenados, conviene, pues, por naturaleza al hombre, que sólo conosce esta cuenta y orden de armonía que de razón nace, ca la música ¿qué otra cosa ea, sino orden, concierto y templança, de que la religión nasce, la philosophia, las artes, las virtudes y vida perfecta que en música están fundadas?”
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