En noviembre del año pasado falleció la soprano Montserrat Figueras, una persona que, junto con su marido Jordi Savall y los distintos conjuntos musicales que formaron a lo largo de sus carreras, contribuyeron desde la década de los años setenta a dar conocer la música antigua española por alguna razón injustamente ninguneada por los autores de libros especializados en la historia de la música. A principios de esta semana hemos tenido noticia de la publicación del doble CD de homenaje a la artista “La voix de l` emotion”, una magnífica recopilación de grabaciones procedentes de la extensa discografía de la pareja, tanto con la formación Hespèrion XX y XXI, como con la Capella Reial de Catalunya y Le Concert des Nations.
El lujoso pack presentado por el sello AliaVox, que incluye un libreto de casi trescientas páginas, es fiel testimonio de la versatilidad de la que hizo gala Montserrat Figueras, a pesar de su especialización en el siglo XVI español. Desde canciones sefarditas hasta una nana de Manuel de Falla, pasando por piezas de Monteverdi, Fernando Sor o Caccini, la obra expone un collage de pasión y sentimiento, y por supuesto, de maestría en la ejecución y diversidad de registros.
Están también presentes los (para mí) muy queridos sones del Renacimiento español, vía Luis de Milán o Alonso Mudarra, así como las piezas anónimas “Niña y viña” o “Yo me soy la morenica”, procedentes del cancionero tradicional. El tándem Savall-Figueras supuso hace décadas mi puerta de entrada al universo maravilloso de la música antigua de nuestro país, a través del CD “España antigua”, y me familiarizó los oídos con esos sonidos pausados y melancólicos tan característicos del XVI. Algo parecido me ocurrió con el bebop, cuando jugaba con los madelmanes en el suelo del salón de mi casa, mientras mi padre ponía en el tocadiscos a John Coltrane o Dizzy Gillespie. La música se va filtrando en tu cerebro sin que tú te percates.
Decenas de críticos habrán alabado la voz de Montserrat Figueras, pero el libreto que acompaña el CD incluye un comentario de Renaud Machart, de Le Monde, que creo que define a la perfección su perfil artístico:
“Porque la voz de Montserrat Figueras era como una coloración, un hacer vibrar el silencio. No tenía un timbre y una técnica de cantante de ópera, en la percepción más corriente del término: el sonido, sin vibrato, no era potente, pero llegaba lejos, hendiendo con contornos lisos y pulcros las vastas acústicas. Y ese timbre tan melancólico y sutil, reconocible entre todos, parecía deslizarse sobre el silencio.”
No se puede describir con más belleza y estilo la magia de Montserrat Figueras. Recomiendo sinceramente la adquisición del doble CD, que por cierto, está rebajado de precio en la FNAC junto con toda la discografía de Figueras como homenaje póstumo a la soprano (vale, sabemos que es marketing, pero no deja de ser un detalle bonito). Sin embargo, el que quiera lo puede escuchar en Spotify.
Solamente me queda dar las gracias a Jordi Savall y AliaVox por lanzar esta obra maravillosa, y a Montserrat por habernos dado todo lo que nos dio. Un adiós a una gran dama.
Maravillosa voz, una pérdida muy sentida. Gracias por el post y por el recuerdo.
ResponderEliminarGracias a ti por el comentario, Fani. Yo también he sentido mucho su pérdida.
ResponderEliminarUn saludo