El fenómeno denominado Ars Nova supone una ruptura con las rígidas formas musicales de la Edad Media, estableciendo un puente hacia la música renacentista. Nace en Italia y Francia a principios del siglo XIV y se extiende en el tiempo hasta finales del XV, época en que las tres escuelas inicialmente independientes –la gala, la itálica y la inglesa-, confluyen en una especie de consenso, generando un único ideal válido para toda Europa. El Ars Nova, término acuñado por el músico Felipe de Vitry (1291-1361), tiene la función de establecer una diferencia estilística con el Ars Antiqua, que se consideró propio del siglo XIII y por tanto pasado de moda. Sin embargo, en Francia el género es una evolución de la música anterior, con cambios en las estructuras rítmicas y en la notación, mientras que en Italia supone una auténtica revolución que parece salida de ninguna parte: aflora un estilo polifónico profano de marcada dulzura que abre el camino del éxito al madrigal, la ballata y la frottola.
Además del citado Vitry, Guillaume de Machaut (1300-1377) se convierte en el adalid de este nuevo movimiento musical, estudiando en profundidad las armonías cantadas a varias voces. La complejidad de sus composiciones, frente a la polifonía inmediatamente anterior, le convierten en una figura emblemática dentro de la historia de la música, que se adentró en la música profana componiendo numerosos lais, baladas, rondós y virelais. Tuvo su equivalente en Italia en la figura de Francesco Landini.
¿Y que pasaba en España en aquel entonces? ¿Tuvo su incursión el Ars Nova? Pues parece ser que el problema reside en la falta de manuscritos que ilustren el periodo y en la ausencia de nombres de compositores destacados de la época. En el caso del reino de Aragón, la proximidad del país vecino y los matrimonios de sus monarcas con damas francesas, como es el caso de Juan I (1387-1396), hacen suponer la importación de las costumbres y la cultura galas. Por su parte, Alfonso V el Magnánimo aporta la parte de influencia italiana una vez instalado en el reino de Nápoles en 1443. Pero pudo ser una apropiación de los gustos extranjeros, sin una producción o creación autóctona. Por parte de Castilla, a pesar de que existe constancia de una actividad musical importante durante los reinados de Enrique III (1390-1406), Juan II (1406-1454) y Enrique IV (1454-1474), no queda ningún rastro del paso del nuevo estilo. De hecho, la mayor parte de la música que ha llegado hasta nosotros es de carácter religioso, como la que contiene el “Códex Musical de las Huelgas”, copiado hacia 1325, que contiene escasas muestras de Ars Nova.
Habrá que esperar hasta prácticamente la época de los Reyes Católicos para que culmine el periodo de transición de la musica medieval española, en un marco temporal previo al “Cancionero de Palacio” y al “Cancionero de la Colombina”, más o menos de 1400 a 1469, del que tampoco quedan excesivos testimonios del cambio en los géneros musicales. Queda no obstante la obra de Juan Cornago, al que los expertos consideran puente entre las dos edades de la música en España. Cornago, probablemente de origen catalán y probadamente fraile franciscano, compuso tanto obra sacra como profana, basando sus piezas para tres o cuatro líneas melódicas en la voz, con la aparición esporádica de algún instrumento.
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