Jean-Baptiste Lully es sin duda uno de los más grandes músicos del barroco francés. Se le atribuye el haberle dado el impulso definitivo a la ópera gala y el haber mejorado el ballet de la época, acelerando el ritmo de la danza.
Fue músico de palacio de Luis XIV y un favorito del monarca, que era un gran enamorado de la música y de las artes escénicas. Alcanzó lo más alto dentro de la corte del Rey Sol, a pesar de que sus orígenes no solamente eran humildes, sino que encima se situaban en el extranjero, en Italia para más señas.
Giovanni Battista Lulli, que así se llamaba originalmente, nació en Florencia en la primera mitad del siglo XVII, en el seno de una familia de molineros. Ya desde pequeño recibió formación musical gracias a las lecciones de un monje franciscano.
Su emigración a Francia resulta de lo más pintoresca, si atendemos a la versión de su historia que nos ofrece Walter Rowlands en su obra The Great Masters of Music (1906). Parece ser que la Duquesa de Montpensier (más conocida como La Grande Mademoiselle) le pidió al caballero de Guisa que le trajese de un viaje a Italia a “un joven músico para alegrar su casa”, y éste una vez allí acertó a toparse con el joven Lulli mientras tocaba la guitarra, y le ofreció llevárselo para Francia, a lo que el niño accedió. Otras fuentes indican que lo que buscaba la Duquesa era practicar el italiano. Quién sabe…
Continúa Rowlands contando como la de Montpensier se cansó pronto del joven Lully y le mandó a las cocinas, en donde no obstante siguió tocando la guitarra y el violín, y componiendo canciones. Hasta que en una ocasión le puso música a unas coplillas que circulaban sobre su ama y ésta enfurecida le puso de patitas en la calle.
Pero el talento de Jean-Baptiste para la música ya había conseguido llamar la atención de gente muy influyente, de forma que muy pronto entró a trabajar como músico de la corte. A los 19 años tocó por primera vez ante su majestad y éste complacido por las artes de Lully le nombró Inspector de Violines y creó para él un conjunto de jóvenes músicos que recibió el nombre de Les Petits Violons.
A partir de entonces la carrera de Jean-Baptiste Lully se acelera y dispara. Se le encarga componer música para los ballets que tienen lugar en palacio y también colabora con Molière poniendo música a algunas de sus obras.
Sin embargo, su mayor fama está asociada a la composición de óperas, hasta el punto de que se le considera el padre de la ópera francesa. Entre sus obras más renombradas aparecen títulos como Armide, Isis, Atys, Alceste, Psyche, Proserpine y Bellerophon.
Lully era muy querido por Luis XIV y el monarca le permitía tomarse muchas libertades. Cuenta Walter Rowlands, no sé qué grado de veracidad tiene la anécdota, que en el estreno de Armide en Versalles el comienzo de la obra llevaba cierto retraso y que el oficial de la guardia fue a advertir a Lully de que el rey estaba esperando. El músico, con no poca sorna, respondió “el rey es aquí el señor y nadie tiene derecho a impedirle esperar lo que él quiera esperar”.
La muerte de Jean-Baptiste Lully se puede decir que fue causada indirectamente por el Rey Sol. Cuentan que al reponerse el monarca de una enfermedad, el músico fue encargado de componer un Te Deum para agradecer a Dios la recuperación. Lully dirigía la primera interpretación pública llevando el ritmo golpeando con su bastón de director de orquesta en el suelo. En un descuido se dio en un pie abriéndose una herida que posteriormente se infectó y engangrenó.
Los médicos de la corte sólo veían como solución amputar el miembro, pero Jean-Baptiste no acababa de dar su aprobación. Perder un pie suponía no volver a bailar y él era un gran danzarín, de hecho, en 1653 había bailado en escena con el propio rey. Cuando por fin accedió a la amputación del pie ya era demasiado tarde.
El músico murió en 1687. Concluye Rowlands que en su lecho de muerte se le escuchó canturrear "Il faut mourir, pecheur, il faut mourir".
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