jueves, 23 de octubre de 2025

El Manuscrito Drexel: el canto del cisne de la viola da gamba



Abel: The Drexel Manuscript. 29 Pieces for Viola Da Gamba Alejandro Marías Brilliant Classics

La segunda mitad del siglo XVIII supuso la sustitución definitiva de la viola da gamba por el violonchelo barroco -y, en general, la familia del violín- en los escenarios musicales. Aunque desde el siglo XVI habían convivido, la potencia sonora del segundo se acabó imponiendo al sonido suave y delicado de la primera. Uno de los últimos virtuosos de la viola da gamba fue el alemán Carl Friedrich Abel, quien dejó para la posteridad un libro de piezas para el instrumento en solitario que es conocido como el Manuscrito Drexel, pues acabó engrosando la nutrida colección de partituras antiguas del filántropo Joseph William Drexel. El nuevo disco del gambista Alejandro Marías constituye una grabación de las veintinueve piezas que engrosan el citado documento.

Éste es el segundo volumen que le dedica Marías al compositor de Köthen, dado que hace apenas un año lanzaba con el grupo que dirige, La Spagna, Between Two Worlds, un interesante disco destinado a difundir las distintas facetas de la actividad creativa de Abel. En concreto, incluía una selección de cuatro de los conciertos de Abel para distintos instrumentos -viola da gamba, clavecín y flauta travesera-, así como una sinfonía y un aria, como testimonio de su producción vocal. No obstante, en esta ocasión Alejandro Marías ha preferido acometer este proyecto en solitario, eligiendo este raro repertorio para viola da gamba.


El músico madrileño Alejandro Marías es profesor de viola da gamba y violonchelo barroco en el Conservatorio Superior de Música de Sevilla, y fue en 2009 el fundador del ensemble La Spagna, cuyo espectro de actuación son los repertorios mayormente barrocos, aunque también ha hecho incursiones en el Renacimiento, el Clasicismo y el primer Romanticismo. Entre los discos que ha grabado el conjunto, destacan el dedicado a la obra para viola da gamba de Jacques Morel, Las Siete Palabras de Haydn-Barbieri o Sopra La Spagna, que recoge danzas españolas del Siglo de Oro.


Carl Friedrich Abel nació en 1723 en el seno de una familia de músicos, puesto que su padre, Christian Ferdinand Abel, tocaba la viola da gamba y el violín en la corte del príncipe Leopoldo de Anhalt-Köthen. Aunque se especula con que el joven Carl Friedrich pudo haber estudiado música con el mismísimo Johann Sebastian Bach en  Leipzig hacia 1737, no existen evidencias sólidas, si bien sí hay certeza de que existió una relación entre las familias Bach y Abel más allá de la altamente probable entre Cristian Ferdinand y Johann Sebastian, que coincidieron como músicos cortesanos en Köthen entre 1717 y 1723. Además, en su veintena, Abel estuvo empleado como músico de la orquesta de la corte de Dresde desde 1743, coincidiendo allí con el hijo de J. S. Bach, Wilhelm Friedemann, quien ejercía de organista. No obstante, a partir de 1758 se establece en Londrés donde viviría y trabajaría, cosechando un gran éxito, el resto de su vida.


Su proyección británica como profesional de la música despega en 1760 cuando recibe el privilegio real para publicar su obra en Londres, y, también, cuando entra al servicio del hermano del monarca, Edward Augustus, el duque de York. Igualmente, el destino vuelve a unir a las familias Bach y Abel, pues en la capital inglesa entabla amistad con Johann Christian, el hijo menor de Johann Sebastian, y juntos organizan las series de conciertos Bach-Abel, que constaban de entre diez y quince recitales al año, cuya celebración se extendió entre 1765 y 1781. La obra de Carl Friedrich Abel incluye dos docenas de sinfonías, además de conciertos, oberturas y otras piezas orquestales, a lo que hay que sumar la música de cámara, como cuartetos y tercetos de cuerdas y sonatas.


Abel fue el más prolífico compositor para viola da gamba de la era post barroca, pues han llegado hasta nosotros hasta ochenta y seis piezas en las que figura este instrumento, bien ejerciendo de solo o como parte del bajo continuo. Desde sonatas hasta conciertos, pasando por dúos, tríos y cuartetos, e incluso acompañando un aria está presente. La mayor parte de estos trabajos fue compuesto antes de su llegada a Inglaterra, en la época en la que estuvo trabajando como gambista en la corte de Dresde, dado que era costumbre que el músico compusiese para su instrumento como muestra de su destreza y competencia con él.


Después de haber convivido durante más de dos siglos, la familia del violín acaba por desplazar del todo a las violas da gama durante la segunda mitad del siglo XVIII. Carl Friedrich Abel es uno de los últimos compositores señalados para este cordófono, y el disco que ha grabado Alejandro Marías muestra todo el esplendor de su creación al presentarla en un formato en solitario desnudo de acompañamiento.


Como indica Marías en las notas que acompañan al disco, nadie sabe muy bien por qué o para quién recopiló Abel las piezas incluidas en el Manuscrito Drexel. Lo que parece claro es que probablemente no se trataba de un repertorio destinado al gran público y sí a los entornos más cercanos del autor; en sus palabras, se trata de un vehículo más íntimo “donde hallaba la libertad formal y estilística para verter sus emociones más profundas, valiéndose de su virtuosismo para ponerlo al servicio de la música y no para hacer un mero alarde técnico”. Alejandro Marías considera que este libro constituye una de las obras más relevantes de la literatura para viola da gamba que jamás fueron escritas.


Abel: The Drexel Manuscript es una excelente ocasión para conocer las cotas más altas de elegancia que alcanzó la viola da gamba antes de desaparecer y, a la vez, constituye un compendio de piezas musicales de exquisita factura que destacan por su calidez, encanto y preciosismo.




lunes, 13 de octubre de 2025

Siguiendo los pasos de Handel por Italia



Handel in Italy: Vedendo amor Miguel Ulla y Fernando Reyes HR Recordings

El viaje que realizó Georg Friedrich Handel a Italia en su juventud, entre 1706 y 1710, coronó su ya completa preparación como músico, aportando a su forma de componer rasgos específicos que llegarían a caracterizar su obra. Como explica el musicólogo Manfred Bukofzer, cuando llegó al país ya hacía gala de una gran destreza contrapuntística y de una sólida inventiva melódica, pero allí adquirió el estilo de melodía cantabile, “el inconfundible idioma del bel canto italiano”. Durante su periplo itálico Handel trató a las grandes figuras del momento, como los Scarlatti -padre e hijo-, Bernardo Pasquini, Arcangelo Corelli o Agostino Steffani, por citar unos pocos, y dio rienda suelta a su fiebre creativa que plasmó principalmente en la composición de música litúrgica, cantatas, oratorios y óperas. Este más que florido repertorio es el que articula el nuevo disco del contratenor Miguel Ulla y del tiorbista Fernando Reyes: Handel in Italy: Vedendo amor.

En la actualidad puede parecer en exceso minimalista la interpretación desnuda basada en la voz y la cuerda pulsada, pero, precisamente Ulla y Reyes han querido devolver a estas piezas el sonido que tuvieron en su día, cuando fueron interpretadas en jardines, salones, iglesias y teatros italianos en los siglos XVII y XVIII. No hay que olvidar que el archilaúd y la tiorba nacieron asociados a la monodia barroca, para acompañar a la voz en arias, recitativos y otros formatos vocales de la época.


Handel in Italy constituye el sexto trabajo discográfico de Miguel Ulla, quien, a pesar de su juventud, ya ha cimentado un sólido camino en el mundo del canto, habiendo actuado en lugares tan emblemáticos como el Auditorio Nacional, el Teatro de San Lorenzo de El Escorial, la catedral de Santiago de Compostela o la basílica de Santa María la Real de Covadonga. Uno de sus proyectos más interesantes ha sido la grabación por vez primera de seis cantatas espirituales del compositor napolitano Leonardo Leo, y ha manifestado la intención de dedicar próximamente un segundo volumen a las restantes. Por su parte, Fernando Reyes es un experto en instrumentos antiguos de cuerda pulsada formado en el Conservatorio de Toulouse y en Staatliche Hochschule für Musik de Trossingen, que cuenta con un amplio currículum en los terrenos de la grabación, la actuación y la formación musical.


Miguel Ulla ha reconocido que cuando puede elegir repertorio se deja llevar por la emoción que le produce, y es probable que eso le haya llevado hasta la obra italiana de Handel que llena las pistas del disco. Con poco más de veinte años llegó el músico prusiano a Italia procedente de Hamburgo, según alguno de sus biógrafos como Romain Rolland, invitado por el príncipe florentino Giovanni Gastone de Medici. Parece extraño que tomase esta decisión, dado el poco interés que había mostrado previamente por las formas musicales italianas. De hecho, tras el estreno en Hamburgo de su ópera Almira, el príncipe le invitó a visitar Florencia para conocer a los músicos que allí trabajaban e incluso le regaló una colección de sus mejores obras, a lo que Handel respondió con desprecio que no encontraba nada digno de elogio en ellas y que “sería necesario que las cantasen los ángeles para que una cosa tan mediocre sonase agradable”. Rolland nos recuerda que esta actitud ante la música italiana era muy común entre los músicos de su generación, ya que ni J. S. Bach, ni Keiser, ni Mattheson, ni Telemann se molestaron nunca en visitar el país.


A pesar de todo, Handel pisó suelo italiano en otoño de 1706, y durante su estancia recorrió los principales focos musicales del momento: Florencia, Roma, Nápoles y Venecia. Il caro Sassone (El querido sajón), como le bautizaron allí, fue profusamente agasajado -llegó incluso a ser recibido en la Academia de la Arcadia romana por los más elevados intelectuales-, y su obra ampliamente reconocida y aplaudida, dado que, como subraya Bukofzer, en Italia “comenzó a componer furiosamente”. 


De toda la creación, el disco que nos ocupa incorpora tres cantatas enteras y partes de dos oratorios, más dos números de su primera ópera italiana, Rodrigo, en versión instrumental para cuerda pulsada. Las cantatas incluidas son Siete rose ruggiadose, Dolc'è pur d'amor l'affanno y Vedendo Amor, que siguen el patrón del modelo secular italiano, es decir, una voz solista -soprano o contralto-, y alternancia de recitativos y arias. La cantata italiana de finales del siglo XVII y principio del XVIII es bien distinta a la alemana que compuso Bach, y sustituye al madrigal como diversión y recurso para el entretenimiento de la sociedad culta de la época. Bukofzer escribió en su magnífico tratado sobre la música barroca que, tomando como punto de partida las cantatas de Scarlatti, Handel ensanchó las dimensiones de estos modelos y profundizó su poder afectivo.


Handel in Italy incluye también partes de los oratorios Il Triunfo del Tempo (1707) y

La Resurrezione (1708). El primero es un oratorio alegórico para una voz solamente sobre un tema moral, mientras que el segundo es religioso, del que Fernando Reyes ha extraído un recitativo que ha convertido en pieza instrumental para tiorba. Se trata de un género muy socorrido dado que en la época en que fueron compuestos estos dos el papa había prohibido en Roma la representación operística, y el oratorio escapaba al veto al tener generalmente un carácter moral o religioso. Por último, el disco incorpora un minueto y una zarabanda de la ópera Rodrigo, estrenada en Florencia en 1707, y de la que solamente nos han llegado partes sueltas.


La sencilla y acertada instrumentación de estas piezas de Handel aplicada por Miguel Ulla y Fernando Reyes libera a la voz del corsé que impone una instrumentación recargada para que pueda proyectar todo el esplendor de la melodía, arropada por una cuerda pulsada que le permite respirar y desarrollarse. Quizá estemos escuchando estas cantatas tal y como sonaron en aquellos palazzi dieciochescos.