domingo, 15 de julio de 2018

No piense Menguilla: relato de un desengaño amoroso

Uno de los temas más presentes en los repertorios laicos de música barroca española es No piense Menguilla de José Marín. Se trata de un tono humano -es como se denominaban a las canciones populares en el siglo XVII- animado y divertido con ritmo de canario, en el que un amante desengañado critica con saña la promiscuidad y ligereza de cascos de su examada. No es de extrañar el éxito de este número dado que engancha al oyente con su melodía saltarina y cautivadora, además de con la ironía y picaresca de la letra.

José Marín, aparte de ser unos de los nombres de referencia dentro del Barroco español, es un personaje muy interesante, cuya vida parece sacada de una novela de aventuras. Compositor respetado y admirado en su momento, la noticia de su excelencia musical nos llega mezclada con un expediente delictivo digno del mayor rufián.

Guitarrista, cantante y creador de tonos humanos, pues no nos ha llegado noticia de que compusiera otros géneros musicales. Su colección de este tipo de piezas contiene 51 de ellas a voz sola con acompañamiento de guitarra escrito en tablatura italiana. Es un documento importante por tres razones:

Es la colección más grandes de tonos de un solo autor.
Es el volumen con más tonos de la segunda mitad del siglo XVII.
Es de los pocos que incluyen el acompañamiento instrumental a la voz. Otros contienen indicaciones sobre el bajo, como mucho.

Para centrar la atención en uno de los tonos más populares de la serie, No piense Menguilla, resulta muy recomendable acudir a la exhaustiva obra de Rubén López Cano De  la  Retórica  a  la  Ciencia  Cognitiva. Un  estudio  intersemiótico  de  los Tonos  Humanos de  José MarÌn  (ca.  1618-1699), que analiza en detalle esta y otras piezas del compositor.



No piense Menguilla tiene forma de romance que, como indica López Cano, es un género poético ideal para la narración, con un estribillo que es una soleá. El tema es la descripción del comportamiento disoluto y promiscuo de una joven llamada Menga, Menguilla en diminutivo, por parte de un antiguo admirador despechado.

No  piense  menguilla  ya
que  me  muero  por  sus  ojos
que  he  sido  bobo  hasta  aquí
y  no  quiero  ser  más  bobo

En la primera estrofa, el narrador se dirige directamente a la moza avisándola de que ya no está perdidamente enamorado de ella y reconociendo esa pasión que llegó a sentir como un error (“he sido bobo hasta aquí”) que le ha llevado a hacer el ridículo.

En las tres estrofas siguientes, el relator inicia la descripción en tercera persona del carácter de Menguilla.

Para  qué  es  buena  una  niña
tan  mal  hallada  entre  pocos
que  no  está  bien  con  el  fénix
porque  le  han  dicho  que  es  sólo?

En la segunda nuestro examante se pregunta sobre el sentido de tener una relación con una mujer que no sabe vivir sin muchos amantes alrededor (“tan mal hallada entre pocos”).

El  mal  gusto  de  Menguilla
es  una  casa  de  locos,
el  tema  manda  al  deseo,
vaya  la  razón  al  rollo.

La siguiente estrofa abunda en el despropósito de la conducta de Menguilla. Habla de su “mal gusto” haciendo referencia de su falta de juicio para tomar decisiones, algo que hace de forma desbaratada y sin sentido (“casa de locos”). El tema u obstinación manda y no hay quien haga carrera de ella. Nos informa Rubén López Cano que  enviar  o  irse  al  rollo es una  frase  con  la  que  se  despide  a  alguno  o  por  desprecio  o  por  no  quererle  atender  en lo  que  dice  o  pide.

Mucho  abandona  lo  vano
si  poco  estima  lo  hermoso
la  que  por  ser  familiar
no  repara  en  ser  demonio.

En la quinta nos habla Marín de la naturaleza descocada de Menga  y de cómo el trato cercano a ella (“por ser familiar”) revela su verdadera personalidad endemoniada.

Yo  no  sé  querer  en  bulla
que  es  una  fiesta  de  toros
donde  a  silbos  se  condena
quien  piensa  que  es  más  dichoso.

La sexta estrofa devuelve al narrador la primera persona para que exprese su desacuerdo con compartir a una amada con otros pretendientes (“Yo no ser querer en bulla”). Compara la situación con la confusión y el alboroto de una corrida de toros.

Desigualdad  y  capricho
no  deja  el  manco  ni  cojo
porque  a  cuenta  de  lo  lindo
no  admite  lo  licencioso.

López Cano reconoce que la última estrofa es la más oscura, pero arriesga una posible interpretación. La  infidelidad  y  conducta  descocada  de  Menga  (“Desigualdad  y  capricho”),  no  pueden  ser  indiferentes  a  un  amante  inteligente (“no  deja  el  manco  ni  cojo” - no ser cojo o manco, según la RAE es una persona  es  inteligente,  diestra  y  experimentada ). Un amante juicioso jamás admitirá el comportamiento licencioso de Menga.

¡Oh  que  lindo  modo
para  que  la  dejen
unos  por  otros!

Finalmente, el estribillo resume la naturaleza promiscua de Menguilla, cuyos amantes van cambiando constantemente, alejando cualquier idea de fidelidad y de compromiso estable.

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