Uno de los temas más presentes en los repertorios laicos de música barroca española es No piense Menguilla de José Marín. Se trata de un tono humano -es como se denominaban a las canciones populares en el siglo XVII- animado y divertido con ritmo de canario, en el que un amante desengañado critica con saña la promiscuidad y ligereza de cascos de su examada. No es de extrañar el éxito de este número dado que engancha al oyente con su melodía saltarina y cautivadora, además de con la ironía y picaresca de la letra.
José Marín, aparte de ser unos de los nombres de referencia dentro del Barroco español, es un personaje muy interesante, cuya vida parece sacada de una novela de aventuras. Compositor respetado y admirado en su momento, la noticia de su excelencia musical nos llega mezclada con un expediente delictivo digno del mayor rufián.
Guitarrista, cantante y creador de tonos humanos, pues no nos ha llegado noticia de que compusiera otros géneros musicales. Su colección de este tipo de piezas contiene 51 de ellas a voz sola con acompañamiento de guitarra escrito en tablatura italiana. Es un documento importante por tres razones:
● Es la colección más grandes de tonos de un solo autor.
● Es el volumen con más tonos de la segunda mitad del siglo XVII.
● Es de los pocos que incluyen el acompañamiento instrumental a la voz. Otros contienen indicaciones sobre el bajo, como mucho.
Para centrar la atención en uno de los tonos más populares de la serie, No piense Menguilla, resulta muy recomendable acudir a la exhaustiva obra de Rubén López Cano De la Retórica a la Ciencia Cognitiva. Un estudio intersemiótico de los Tonos Humanos de José MarÌn (ca. 1618-1699), que analiza en detalle esta y otras piezas del compositor.
No piense Menguilla tiene forma de romance que, como indica López Cano, es un género poético ideal para la narración, con un estribillo que es una soleá. El tema es la descripción del comportamiento disoluto y promiscuo de una joven llamada Menga, Menguilla en diminutivo, por parte de un antiguo admirador despechado.
No piense menguilla ya
que me muero por sus ojos
que he sido bobo hasta aquí
y no quiero ser más bobo
En la primera estrofa, el narrador se dirige directamente a la moza avisándola de que ya no está perdidamente enamorado de ella y reconociendo esa pasión que llegó a sentir como un error (“he sido bobo hasta aquí”) que le ha llevado a hacer el ridículo.
En las tres estrofas siguientes, el relator inicia la descripción en tercera persona del carácter de Menguilla.
Para qué es buena una niña
tan mal hallada entre pocos
que no está bien con el fénix
porque le han dicho que es sólo?
En la segunda nuestro examante se pregunta sobre el sentido de tener una relación con una mujer que no sabe vivir sin muchos amantes alrededor (“tan mal hallada entre pocos”).
El mal gusto de Menguilla
es una casa de locos,
el tema manda al deseo,
vaya la razón al rollo.
La siguiente estrofa abunda en el despropósito de la conducta de Menguilla. Habla de su “mal gusto” haciendo referencia de su falta de juicio para tomar decisiones, algo que hace de forma desbaratada y sin sentido (“casa de locos”). El tema u obstinación manda y no hay quien haga carrera de ella. Nos informa Rubén López Cano que enviar o irse al rollo es una frase con la que se despide a alguno o por desprecio o por no quererle atender en lo que dice o pide.
Mucho abandona lo vano
si poco estima lo hermoso
la que por ser familiar
no repara en ser demonio.
En la quinta nos habla Marín de la naturaleza descocada de Menga y de cómo el trato cercano a ella (“por ser familiar”) revela su verdadera personalidad endemoniada.
Yo no sé querer en bulla
que es una fiesta de toros
donde a silbos se condena
quien piensa que es más dichoso.
La sexta estrofa devuelve al narrador la primera persona para que exprese su desacuerdo con compartir a una amada con otros pretendientes (“Yo no ser querer en bulla”). Compara la situación con la confusión y el alboroto de una corrida de toros.
Desigualdad y capricho
no deja el manco ni cojo
porque a cuenta de lo lindo
no admite lo licencioso.
López Cano reconoce que la última estrofa es la más oscura, pero arriesga una posible interpretación. La infidelidad y conducta descocada de Menga (“Desigualdad y capricho”), no pueden ser indiferentes a un amante inteligente (“no deja el manco ni cojo” - no ser cojo o manco, según la RAE es una persona es inteligente, diestra y experimentada ). Un amante juicioso jamás admitirá el comportamiento licencioso de Menga.
¡Oh que lindo modo
para que la dejen
unos por otros!
Finalmente, el estribillo resume la naturaleza promiscua de Menguilla, cuyos amantes van cambiando constantemente, alejando cualquier idea de fidelidad y de compromiso estable.
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