“El barbero de Sevilla” es sin duda una de las obras más conocidas del compositor italiano Gioacchino Antonio Rossini y de las óperas más representadas en nuestros días, como lo avala el dato procedente de las estadísticas de Operabase, que la clasifica en el noveno puesto de las cien óperas más representadas entre 2005 y 2010. Sin embargo, no todo el mundo sabe que la partitura de Rossini tuvo un precedente en su propia época de la mano de otro compositor italiano, eso sí más desconocido, Giovanni Paisiello (1740-1816). Por desgracia, la historia de la música ya sólo recuerda la segunda versión, que eclipsó para siempre a la primera.
Paisiello, que entre otras figuras históricas estuvo al servicio de Napoleón, estrenó su “Barbero” en 1782 como una ópera cómica muy al gusto de la época. Basada en una obra homónima de Beaumarchais, el libreto está firmado por Giuseppe Petrosellini que respeta la trama original, aunque enfatizando más la componente amorosa que las situaciones cómicas. La primera representación tuvo lugar en la corte de Catalina la Grande, en San Petersburgo, extendiéndose inmediatamente su éxito por el resto de Europa. A modo de testimonio, durante los años siguientes a su estreno la producción viajó a Viena y Nápoles (1783); Varsovia, Praga y Versalles (1784); Cassel, Bratislava y Mannheim (1785); Lieja y Colonia (1786); y Madrid y Barcelona (1787).
Entre las virtudes que pueden justificar la fama que adquirió “El barbero de Sevilla” de Paisiello destaca su atrevida orquestación para las formas operísticas de entonces. Probablemente muchas personas reconozcan el aria “Saper bramate” dado que fue incluida en versión instrumental dentro de la banda sonora del film “Barry Lyndon” de Stanley Kubrick.
En 1816 se estrena “El barbero” de Rossini y quedó para la historia como la versión definitiva del tema, relegando a Paisiello al olvido. A pesar de que no tardó en alcanzar la máxima popularidad, al principio recogió el rechazo de los melómanos, especialmente de los seguidores de Paisiello, que consideraban que Rossini había amplificado los aspectos bufos de la trama, y en general, que la nueva recreación era una ofensa directa al maestro. Parece ser que los partidarios de Paisiello acudieron al estreno para provocar el rechazo en el resto de la audiencia y reventar la representación. Con todo, Rossini prevaleció sobre su predecesor.
No sé, ajena como me es la técnica musical, qué razones pudieron llevar a la obra de Rossini a eclipsar a la de Paisiello. Se alega la superioridad formal de la partitura, pero quizá habría que añadirle el factor de la evolución de la opera. Rossini estrena ya en el comienzo de la era dorada de la ópera, cuando el género había mejorado notablemente tanto la puesta en escena como el tamaño y variedad de la orquesta, creando un espectáculo más rico que el de épocas anteriores. En cualquier caso, resulta recomendable aproximarse al “Barbero” de Paisiello.
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