Si en el rock el instrumento estrella es la guitarra eléctrica, la vihuela de mano constituyó el instrumento de moda en las cortes de reyes y nobles durante el siglo XVI, época en la que alcanza su máximo apogeo. El aprendizaje de la interpretación de este instrumento formaba parte de la formación básica de toda persona culta y aristocrática, puesto que era un elemento indispensable en las reuniones y eventos de los altos estamentos de la sociedad renacentista española. De hecho su popularidad y difusión se limitó a nuestro país y al sur de Italia.
En la cadena evolutiva de los instrumentos de cuerda –dicho sea con sorna porque unos no descienden de otros y de hecho conviven durante largos periodos de tiempo-, la vihuela sucede al laúd, que fue el cordófono de moda a lo largo del siglo precedente, véase el XV. En un principio guitarras, laúdes y vihuelas convivieron pacíficamente en las veladas musicales, pero pronto la selección natural entró en juego y el laúd fue perdiendo protagonismo, hasta el punto de ser dejado de lado completamente en beneficio de la vihuela. Ésta resultaba de confección más barata que el laúd, cumplía la misma función, dado que era un sucedáneo, y además no tenía ese regusto morisco que tanto irritaba a nuestros racistas antepasados de la época de los Reyes Católicos y después. En cuanto a la guitarra, que en principio era un instrumento zafio solamente destinado a la plebe, a partir del siglo XVII comenzó a desplazar a la vihuela como ésta hizo previamente con el laúd. Lo que yo decía, selección natural.
Para acometer la descripción técnica de la vihuela de mano acudiremos al experto y lutier Jose Luis Romanillos, que la define de esta manera: “el funcionamiento acústico de la vihuela de mano y de la guitarra de cinco órdenes es similar al de un buen número de cordófonos y se basa, principalmente, en una cavidad sonora llamada cóncavo o caja de resonancia, con la parte superior cubierta por un trozo de piel tensada o una lámina de madera fina sobre la cual, a través de las cuerdas atadas al puente, recaen las vibraciones emitidas por las tensas cuerdas, éstas atadas a clavijas o a cuerdas enroscadas al extremo superior del mango.” No hay que confundir la vihuela de mano con la vihuela de arco, dado que esta última era más parecida a una viola de gamba que a una guitarra, tocándose utilizando el accesorio que le da nombre a diferencia de la otra que se tocaba tañendo las cuerdas con los dedos.
En la época dorada, la vihuela presentaba seis órdenes (pares de cuerdas) mientras que la guitarra tenía cuatro. También existían diferencias en la técnica de interpretación: en la vihuela se punteaba mientras que en la guitarra plebeya se utilizaba la mano para rasguear. En cuanto a la afinación, por lo que he podido averiguar se parecía a la afinación convencional de la guitarra actual, excepto en la tercera cuerda (cada orden o par de cuerdas se afinaba al unísono) que iba más grave, en sostenido: mi, la, re, fa#, si, mi. También parecer ser que la afinación variaba en función del tamaño del instrumento.
La primera mitad del siglo XVI conoció el florecimiento de los grandes vihuelistas españoles, algunos de los cuales merecen un post aparte, por lo que me limitaré a mencionar solamente algunos de sus nombres. Aunque el primer tratado para vihuela se publica en 1536, la perfección de su contenido hace suponer a los expertos que la técnica del instrumento se estuvo cultivando durante un largo periodo precedente. Entre los grandes vihuelistas del XVI, me gustaría destacar a Luis de Milán, Alonso Mudarra, Luis de Narváez o Enríquez de Valderrábano. Todos ellos publicaron libros de cifra con sus composiciones, que al haber llegado hasta nosotros, nos permiten disfrutar de una música tan bella como relajante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario