Leonarda. A Portrait of Isabella Leonarda
Cappella
Artemisia
La historiografía musical, en general escrita por plumas masculinas, ha ocultado y ninguneado la creación femenina a lo largo de los siglos. Figuras como Kassia o Hildegarda de Bingen, trovadoras provenzales como Clara de Anduza o la condesa de Día, la teclista española Gracia Baptista, o las afamadas venecianas Antonia Bembo y Barbara Strozzi, se consideran como excepciones y anécdotas dentro de la corriente de composición musical de los siglos. El papel de la mujer en la historia de la música europea poco a poco va adquiriendo claridad y difusión gracias al trabajo de investigadores y artistas que redescubren y ponen en escena repertorios firmados por compositoras. Entre estos, resulta destacable la labor del conjunto italiano Cappella Artemisia, que dedica su actividad a interpretar la música de los conventos italianos de los siglos XVI y XVII, tanto la creada por las propias monjas, como aquella compuesta por hombres, aunque en este caso es interpretada solo con voces femeninas, tal y como hubiera sonado en su día. Precisamente, el último lanzamiento discográfico del ensemble está dedicado a la obra de la religiosa Isabella Leonarda, que vivió en la ciudad de Novara en el siglo XVII.
Los conventos de monjas fueron verdaderos focos musicales, donde se podían encontrar hermanas instrumentistas, cantantes, y, también, compositoras. La clausura imponía un veto a la presencia de músicos masculinos, de forma que toda la actividad musical asociada al culto tenía que ser desarrollada por las propias internas. No obstante, las autoridades eclesiásticas se afanaron porque la música conventual se mantuviese en la mayor privacidad y sin separarse del marco religioso, por lo que ahora nos sorprende descubrir lo dilatado del espectro musical de las religiosas en el Renacimiento, y, especialmente, en el Barroco, que ha permanecido oculto. Como afirma Graig A. Monson (Divas in the Convent: Nuns, Music, and Defiance in Seventeenth-Century Italy, 1995), desde 1550 los archivos de los conventos italianos recogen testimonios de la existencia de cientos -e incluso miles- de organistas, cantoras y compositoras, y aunque las más destacadas han sido olvidadas, en su día tuvieron su fama relativa entre los melómanos.
A modo de ejemplo del renombre que tenía la música de los conventos, el escritor Giovanni Battista Spaccini refiere como en 1596 una procesión paró en el convento San Geminiano de Módena para escuchar interpretar a las monjas, cuyo ensemble incluía “todo tipo de instrumento musical”, y tocó y cantó motetes escritos por la hermana Sulpitia Cesis. Igualmente, el gran duque Cosimo III de Medici describe una visita que hizo en 1664 al convento Santa Radegonda de Milán, en donde actuaban dos conjuntos musicales compuestos por “cincuenta monjas contando cantantes e instrumentistas de suma perfección”.
Entre las hermanas compositoras más conocidas aparecen los nombres de la milanesa Chiara Margarita Cozzolani, la citada Sulpitia Cesis, la boloñesa Lucrezia Orsina Vizzana, la benedictina Rosa Giacinta Badalla, la carmelita Alba Tressina, Claudia Sessa o Bianca Maria Meda del convento de San Martino del Leano, en Pavía. Una pequeña muestra que ha llegado hasta nosotros de lo que constituyó un fenómeno verdaderamente importante.
Cappella Artemisia, ensemble fundado por la mezzosoprano estadounidense Candance Smith, ha dedicado su dilatada discografía a registrar los sones históricos de los conventos italianos. Desde el primer lanzamiento de 1995, Songs from the cloisters, sus grabaciones han sido dedicadas a compositoras como Chiara Margarita Cozzolani, Sulpitia Cesis, Raphaella Aleotti o Blanca María Meda, entre muchas otras. Este año han presentado su nuevo trabajo centrado en el trabajo de la monja Isabella Leonarda.
Nacida en 1620 en la ciudad piamontesa de Novara, Isabella Leonarda vivió desde los dieciséis años en el convento Sant’Orsola de dicha ciudad. Allí probablemente estudió música con Gasparo Casati, que fue maestro de capilla de la institución hasta su muerte en 1641. Ocupó diversos cargos a lo largo de su vida: madre (1676), superiora (1686), madre vicaria (1693), y consigliera (1700). Parece ser que también tuvo entre sus competencias impartir enseñanza de música a las novicias.
Aunque la composición era una práctica habitual entre las monjas de clausura, Isabella Leonarda destaca por no haberse limitado a crear música vocal religiosa, como era la norma, y haber escrito igualmente piezas instrumentales siguiendo los cánones de la música italiana de su época. De hecho, fue la primera mujer en publicar sonatas, mayormente para violín y órgano.
Leonarda no comenzó a componer con regularidad hasta la edad de 50 años. Su legado que ha llegado hasta nosotros consta de 22 motetes, 18 conciertos sagrados, 12 sonatas (para 1,2 3 y 4 instrumentos), 17 Misas y 11 salmos de concierto. Cappella Artemisia ha realizado una surtida selección de las composiciones de esta monja en A Portrait of Isabella Leonarda, que refleja los distintos aspectos de su obra.
De esta manera, como ejemplo de la música instrumental de Leonarda, el disco incluye sus sonatas 1, 2, 3 y 4 Op. 16, que fueron publicadas en 1693, cuando tenía 73 años, aunque probablemente habían sido escritas mucho antes. También podemos escuchar en la grabación cuatro de sus conciertos sagrados, y otros cuatro motetes, género en el que fue más prolífica.
Leonarda. A Portrait of Isabella Leonarda constituye una ocasión excelente para descubrir a esta gran compositora barroca, y, en general, para acercarse a la música que se hacía en los conventos italianos de monjas en el siglo XVII. Hay que agradecer esfuerzos como el que lleva a cabo desde hace años Cappella Artemisia de dar a conocer la obra de compositoras de música antigua injustamente olvidadas por la historia oficial.
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