miércoles, 18 de marzo de 2020

La pasión italiana del madrigalista Thomas Morley

Las tendencias que llegaban de Italia tuvieron una influencia determinante en la música británica de finales del siglo XVI. En concreto, el madrigal -que ya se escuchaba en las islas desde la década de 1560- tuvo su entrada oficial en 1588 con la edición de Musica Transalpina, una recopilación de este tipo de piezas vocales traducidas del italiano, a la que siguieron otras cinco en los diez años siguientes.

No obstante, lo realmente notable fue la aparición en Inglaterra de una escuela autóctona de madrigalistas, que desarrollaron un formato nacional de este estilo musical, y lo convirtieron en un icono cultural de la era isabelina. El madrigal se convierte en algo tan representativo de la época, que en 1601 aparece la publicación Triumphs of Oriana, en la que los compositores más destacados aportan sus creaciones madrigalescas en honor a la reina Isabel, denominada aquí con el seudónimo mitológico de Oriana.

A pesar de que su origen es importado, algunos creadores como William Byrd se apartan de la influencia italianizante y abogan por escribir polifonía para varias voces en un estilo más auténtico inglés. En el extremo opuesto, la facción liderada por Thomas Morley abraza con pasión las formas italianas, intentando reproducirlas lo más fielmente en sus composiciones. Sus madrigales, ballets y canzonets son un buen ejemplo de su empeño por emular los géneros madrigale, balletto y canzonetta continentales.

Thomas Morley es uno de los compositores más representativos de finales del Renacimiento británico. Nacido en torno a 1557 en Norwich -hijo de un cervecero-, en 1583 se convierte en el organista de la catedral de su ciudad, aunque en 1589 ya ejerce en Londres como organista de la catedral de San Pablo. Y a partir de 1592 será Caballero de la Capilla Real. Aparte de su ejercicio como compositor y músico profesional, Morley fue un hombre de negocios, y en 1596 recibe de la reina el monopolio de la edición musical -a la muerte de William Byrd que hasta entonces ostentaba la patente-, prebenda que utiliza en gran medida para publicar y difundir sus propios libros de madrigales.

Uno de los tratados teóricos musicales más renombrados de la época es el que aparece en 1597 fruto de la pluma de Thomas Morley, que lleva el título A Plaine and Easie Introduction to Practicall Musick. Se trata de un completo manual para el canto y la composición, que nos ilustra en gran medida sobre los estilos vocales de moda en su momento, con especial incidencia de los venidos de Italia.

En su tratado, Morley clasifica los distintos géneros vocales en función de su carácter grave o ligero. De esta manera, la música más seria es el motete dado su carácter religioso, seguido del madrigal, que ya serían un son ligero, aunque de “primer nivel de gravedad”. En el “segundo nivel” -de acuerdo con la terminología del autor- encontramos los sones más livianos de las canzonets, y, por debajo, las villanelle o canciones campestres. En el último estrato de música ligera coloca a las balletti o canciones para ser bailadas.

Como compositor, nuestro hombre creó hasta noventa y nueve piezas de corte madrigalesco, que publicó en cinco volúmenes: Canzonets to Three Voices (1593), Madrigals for Four Voices (1594), Canzonets to Two Voices (1595), Ballets to Five Voices (1595) y Canzonets to Five and Six Voices (1597).

Pero, volvamos al texto de A Plaine and Easie Introduction to Practicall Musick, para ver cómo define Thomas Morley los distintos géneros de origen italiano. Por cierto, la obra tiene la estructura de un diálogo entre un maestro -la voz del propio autor- y sus dos alumnos, los hermanos Philomathes y Polymathes.

Sobre el madrigal, nos dice Morley que desconoce la etimología de la palabra, pero que es “un tipo de música creada sobre canciones y sonetos como aquellos de Petrarca y en los que han destacado los poetas de nuestro tiempo”. Sobre la melodía, dice que es parecida a la del motete, es decir, llena de artificio y que es “para los hombres cultos, de lo más deliciosa”. Recomienda  a todo aquel que se quiera iniciar en la composición de madrigales que se fije en la obra de varios músicos italianos, entre los que destaca por encima de todos a Alfonso Ferrabosco, al que siguen Luca Marenzio, Horatio Vecchi, Stephano Venturi, Ruggiero Giovanelli y Giovanni Croce.

La canzonetta la describe como una canción corta y una “imitación del madrigal” en lo relativo a su música. De la villanella resalta su carácter de coplilla popular (“suficientemente buena para el arado y el carro”).

El siguiente estilo que menciona Thomas Morley en su texto es el de las “balletti o danzas”, que, según él, son coplillas que pueden ser bailadas. Se trata de un formato en el que el compositor se especializó hasta tal punto que la historia de la música le recuerda precisamente por sus ballets, el término inglés de balletti, entre los que destaca la archiconocida Now is the month of maying.



Continúa explicando cómo los ballets son también conocidos como “fa las”, algo que es debido a que suelen contener un estribillo con la forma “fa la la la” entre estrofa y estrofa. Y menciona Morley en su libro a Giovanni Gastoldi como el máximo exponente italiano del género, cuya obra Balletti vio la luz en 1591. La inscripción que encabeza ese texto es Balletti per sonare, cantare e ballare, lo que lleva al músico inglés a suponer que se trataba de música de baile. No obstante, la versión británica, el ballet, no parece haber sido concebida como bailable.

Por cierto, como curiosidad y como merecido homenaje al gran director de cine José Luis Cuerda recientemente fallecido, mencionar que la composición de Giovanni Gastoldi Ill Ballerino es la que van cantando los labriegos de camino al bancal en el film Amanece que no es poco.



Thomas Morley publicó su único libro de ballets en 1595, y dejó bien claro en él su deuda con Gastoldi. El volumen salió en una versión inglesa y otra italiana, y ocho poemas de los balletti de Gastoldi pasaron a formar parte de las piezas de Morley. Aparte del homenaje a las fuentes de sus ballets, el hacer una edición italiana de sus obras pudo tener la misión comercial de abrir mercado para su música en el continente, tal y como sugiere Joseph Kerman en su exhaustivo ensayo The Elizabethan Madrigal: A Comparative Study (1962). Prueba de la popularidad de los trabajos de Thomas Morley en el extranjero es la edición en alemán de este libro de ballets que lanzó Valentin Haussmann en Nuremberg en 1609.

El género madrigalesco del ballet fue muy popular y muy querido en aquella Inglaterra de finales del siglo XVI, hasta el punto de que hay quien identifica el madrigal con sus coros joviales de fa la la. El ejemplo de Morley fue seguido por otros grandes compositores del momento, como fue el caso de Thomas Weelkes, que publicó su Ballets and Madrigals en 1598.



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