No es la primera vez que se da cuenta de la aplicación de la música para paliar el sufrimiento o para procurar el reposo psicológico de pacientes hospitalizados en estado grave. En este caso la experiencia se basa en la flauta shakuhachi que está estrechamente ligada a la cultura medieval japonesa y a una escuela budista, la de los monjes zen de la secta Fuke, conocidos como “los monjes del vacío”, utilizaban este instrumento dentro de la práctica ritual del suizen. Parece ser que la música se adaptaba a la respiración del intérprete mezclando la melodía con la meditación.
El caso es que dentro del programa de la asociación Música en Vena, el maestro de la flauta shakuhachi Rodrígo Rodríguez ha interpretado la música bella y enigmática que emana de este instrumento milenario en el Hospital 12 de Octubre Madrid, en concreto ha tocado para los pacientes ingresados en la UVI Politraumático, la UVI Polivante y la UVI Pediátrica.
Tal y como describe el artículo del diario El Mundo, algunos enfermos del fondo, al escuchar la melodía que interpreta Rodrigo, creen que procede de una radio, pero cuando el músico pasea lento con la flauta a los pies de sus camas, se dan cuenta que alguien está tocando para aliviar su dolor.
Rodrigo Rodríguez ha estudiado en Japón música clásica y tradicional bajo los linajes de Katsuya Yokoyama en «The International Shakuhachi Kenshu-kan School» a cargo del Maestro Kakizakai Kaoru. Tiene una amplia trayectoria profesional en este campo y una discografía que se puede consultar en su página web y es actualmente uno de los grandes expertos occidentales en este instrumento.
Curiosamente, el uso de escalas pentatónicas, que comúnmente asociamos al blues o al rock, está en Oriente históricamente relacionado con prácticas del Budismo y el Sintoísmo, en concreto con fines que comprendían efectos apotropaicos, funerarios o de purificación. Los sonidos fundamentales tomados de los cinco orificios de la flauta forman una escala pentatónica menor, sin utilizar técnicas que implican el uso de la escala cromática, como meri o kari, que son los semitonos añadidos en el shakuhachi.
Como subraya la declaración de un facultativo del centro en el artículo de El Mundo, «Hay estudios que indican que la música produce efectos beneficiosos. Calma hipertensiones, reduce la ansiedad, disminuye la necesidad de tanta sedación, contribuye a la normalización de los parámetros fisiológicos y ayuda a controlar el dolor y la incomodidad de los pacientes. Llevamos cerca de un año con ello y ahora vamos a investigarlo de forma científica».
Y en concreto, en mucha de la sabiduría pagana y ancestral en torno a la superstición japonesa se utilizan sonidos con efecto apotropaico, que es el mecanismo de defensa que la tradición y las pseudociencias atribuyen a determinados actos, rituales musicales, objetos o frases formularias. No solo se pretende alejar el mal a nivel físico, sino también el que subyace en un nivel profundo emocional y psicológico.
La actuación de Rodrigo Rodríguez se enmarca dentro de una iniciativa más amplia de la Unidad de Cuidados Intensivos del madrileño Hospital 12 de Octubre, uno de los primeros equipos de España en desarrollar un experimento para el confort de los enfermos, las familias y los profesionales de estas áreas de vigilancia absoluta: música en directo, sensores de ruido, medidores de luminosidad, horario de visitas ininterrumpido, información empática a la familia y hasta yoga para el personal que se apunte.
Toda la información se puede leer en este artículo de El Mundo.
Fotografía: El Mundo
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