domingo, 19 de octubre de 2014

Juan Hidalgo y la llegada de la ópera a España

La música en las artes escénicas adquirió un gran éxito en la España de la segunda mitad del siglo XVII, de forma que el jesuita Ignacio Camargo escribía en 1689: “La música de los teatros de España está hoy en todos primores tan adelantada y tan subida de punto que no parece que pueda llegar a más”.

Un poco más adelante en el texto se deshace en elogios hacia las composiciones y hace referencia a Juan Hidalgo: “A cualquier letrilla o tono que cantan en el teatro le dan tal gracia y tal sal que Hidalgo, aquel gran músico célebre de la Capilla Real, confesaba con admiración que nunca él pudiera componer cosa con tanto primor, y solía decir por chanza que sin duda el diablo era en los patios el maestro de capilla.”

Independientemente de que esa atribución luciferina de las partituras saliese de la boca de Hidalgo o no, lo cierto es que las palabras del jesuita dejan bien clara la importancia que tuvo este compositor, que efectivamente ejerció de maestro de la Capilla Real, sobre las artes de su tiempo, y en concreto, sobre la música teatral, campo en el que sin duda fue pionero en nuestro país.

Nacido en 1614, inicia su carrera musical como intérprete de arpa y claviarpa en la Capilla Real del Alcázar. El arpa en el siglo XVII estaba bien presente en la música religiosa. En cuanto a la denominada “claviarpa”, refiere el cronista Lázaro Díez del Valle que: “el instrumento que llaman clavi-harpa fue inventado por Juan Hidalgo, músico de harpa de la Real Capilla de Felipe IV, en cuyo tiempo floreció siendo eminente músico y compositor de lindo gusto de tonos divinos y humanos.”  En la actualidad no las características que tenía dicho cordófono.

Hacia 1645, Juan Hidalgo se convierte en maestro de música de cámara de Palacio. En este cargo compone tonos humanos a cuatro voces, composiciones seculares estróficas con estribillo, y también obra sacra, como los villancicos que aporta regularmente para la celebración mensual de las Cuarenta Horas en la Capilla Real.

Pero donde realmente destacó Hidalgo fue en el género de representaciones teatrales con música que se puso de moda en Palacio en la década de los cincuenta. En colaboración con Calderón de la Barca y con escenógrafos italianos traídos por Felipe IV, su misión es adaptar a la lengua española el estilo recitativo de la ópera italiana.

Como indica Luis Robledo Estaire, catedrático del Conservatorio Superior de Música de Madrid, “Calderón establece un modelo de representación mitológica alegórica en el que la expresión de los mortales puesta en música se canaliza a través del tradicional tono, en tanto que las intervenciones de los dioses son confiadas al estilo recitativo de la ópera italiana, triunfante en toda Europa." Por  su parte, Juan Hidalgo inserta los modelos italianos en las estructuras de la tradición musical española.
 
De está forma, aunque no está probado que Hidalgo fuese el autor de la música de la comedia mitológica de Calderón de 1653 Fortunas de Andrómeda y Perseo, sí que está demostrado que compuso para Pico y Canente, un texto de Luis de Ulloa que se representó en el Palacio del Buen Retiro en 1656.

Pero su gran momento llegó con el enlace de la infanta María Teresa con Luis XIV, que sellaba la denominada Paz de los Pirineos. La corona española quiso para esta ocasión lanzar dos obras enteramente cantadas, como las que se hacían en Italia que triunfaban en Francia, que dan lugar a las dos primeras óperas españolas (exceptuando La selva sin amor de Lope de Vega de 1627).

Se trata de La púrpura de la rosa, representada en 1659, y de Celos, aun del aire matan, llevada a la escena en 1660. Ambas piezas parten de un texto de Calderón de la Barca y de la música de Juan Hidalgo.

A pesar de todo, la ópera como género no acaba de cuajar como género en España y la influencia italiana de la música escénica se remite a representaciones mitad habladas y mitad cantadas, que se convierten en la zarzuela española, un formato que ya había inaugurado Calderón en 1657 con El laurel de Apolo.

En cualquier caso, Juan Hidalgo se convirtió en el músico favorito de la corte hasta su muerte en 1685 y dejó una extensa obra de de óperas y zarzuelas.

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