domingo, 26 de noviembre de 2017

Francesca Cuzzoni, la diva de Händel

Georg Friedrich Händel escribió gran parte de las arias de sus óperas para voces concretas. Se cuenta que viajó por Italia buscando las voces femeninas que mejor se ajustasen a las necesidades expresivas de sus composiciones. Posteriormente, hizo lo mismo en Gran Bretaña, donde vivió una parte importante de su vida. Entre sus intérpretes preferidas figuran nombres como Faustina Bordoni y Kitty Clive, pero quizá la más sobresaliente fue la parmesana Francesca Cuzzoni.

Nacida en torno a 1700, ha pasado a la historia como una de las mejores sopranos del siglo XVIII, siendo muy celebrado la homogeneidad y la dulzura de su timbre y su ágil y luminoso vibrato. Estas virtudes vocales le granjearon el sobrenombre de la voce d´angelo.

Hija de un violinista de la corte ducal de Parma, Cuzzoni estudió canto con el maestro napolitano Francesco Lanzi. Hay bastante controversia sobre su debut en los escenarios; unos sitúan su bautismo en la escena interpretando a Galatea en la obra Dafni de Emanuele Astorga en 1716 en el teatro de la corte de Parma, mientras otros lo fechan en 1714 en la ópera anónima  La virtù coronate.

Los años siguientes la cantante va cimentando su popularidad por toda Italia. En 1717 Francesca Cuzzoni actúo en distintas óperas representadas en Mantua, Génova, Toscana, Siena y Florencia, y en 1718 interpretó el papel protagonista de Doneca en el estreno de Scanderbeg de Vivaldi, en el Teatro della Pergola de Florencia.

En otoño de ese mismo año Cuzzoni debuta en un teatro realmente importante, el San Giovanni Grisostomo de Venecia. Hizo de Dalinda en la ópera Ariodante de Carlo Francesco Pollarolo, compartiendo escenario por vez primera con la que se convertiría en su rival y archienemiga Faustina Bordoni.

Gracias al éxito cosechado en Venecia le empiezan a llegar ofertas para actuar en el extranjero.Su primera salida de Italia es para actuar en la corte austriaca de Viena y en 1719 interpreta en Dresde dos producciones sobre las obras de Antonio Lotti  Giove in Argo y Teofane. Parece ser que en esta ciudad alemana fue donde Händel la escuchó cantar por vez primera.

Los años siguientes los pasó Cuzzoni cantando en Italia y en 1722 aceptó la oferta que le hizo la Royal Academy de ir a trabajar a Londres. Su primera interpretación en tierra inglesa fue en el Ottone de Händel en enero de 1723. Allí contrajo matrimonio con el teclista Pier Giuseppe Sandoni. No regresaría a Italia hasta 1729.

Los años en las islas británicas la convertirían en la reina de la Royal Academy y en la musa de Händel, que ejercía de master of musick en dicha institución. Precisamente, una de las tareas del compositor consistía, aparte de aportar obras para la escena, en identificar y reclutar voces italianas sobresalientes para las producciones.

El escribir música escénica especificamente para una persona o voz en concreto era la práctica habitual en la ópera de entonces.Las divas eran el eje alrededor del cual pivotaba todo el proceso de montar un espectáculo: primero era reunido el elenco de voces, después se seleccionaba un libreto que les gustase y, por último, se contrataba a un compositor para escribir la música. Aunque el papel que representó Cuzzoni en su debut inglés con Ottone, la mayoría de las composiciones siguientes que llevó a escena si lo estuvieron. En concreto, Georg Friedrich Händel compuso toda esta música para ella:



Sobre la personalidad caprichosa de la Cuzzoni, y también del fuerte carácter del mismo Händel, da cuenta una anécdota acaecida durante los ensayos de Ottone . Parece ser que a la diva no le agradaba la primera aria que tenía que interpretar, Falsa immagine, y se negaba a hacerlo. Se le acercó entonces el compositor y, agarrándola, le gritó en francés: “Señora, ya veo que sois una verdadera diablesa, pero habéis de saber que yo mismo soy Belcebú, el jefe de todos los diablos”. Según cuentan, amenazó con arrojarla por la ventana para dar fe a sus palabras,

La soberbia de Francesca Cuzzoni también se hace patente en su rivalidad con la soprano Faustina Bordoni, cuya enemistad dio bastante que hablar a la alta sociedad inglesa de la época. La culminación de este enfrentamiento llegó una noche de junio de 1727, en el escenario que compartían del King´s Theatre de Haymarket. Delante del mismísimo Príncipe de Gales, que asistía a la representación, se enzarzaron en una pelea y acabaron arrancándose los tocados, insultándose mutuamente en italiano, hasta que consiguieron bajarlas del escenario. Como consecuencia, la temporada de ópera fue clausurada,

A pesar de su carácter loco e impredecible, como fue juzgado en la época, Cuzzoni siguió cosechando éxitos, hasta que en 1724 alcanzó el que quizá fuese su mayor triunfo escénico, el estreno de la ópera Giulio Cesare, demostrando que su grandeza, combinada con el genio de Händel, la llevó a lo más alto. Prueba de ello es que el diario francés Le Mercure de France escribió al respecto que “en Londres este trabajo está considerado como una obra maestra de la música incluso entre los italianos”.

Francesca Cuzzoni fue toda una figura de la ópera del barroco tardío, cuya voz nos describe el musicólogo de la época Johann Joachim Quantz:

“Su estilo de canto era inocente y calmante. Su ornamentación no parecía artificial debido a su bello, agradable y ligero estilo de entrega, y con su ternura se ganó los corazones de los oyentes.”

martes, 21 de noviembre de 2017

La música impresa de William Byrd

Cuando William Byrd falleció en 1623, el registro de la Capilla Real, a la que había pertenecido desde 1572, le mencionó como “un padre de la música” (“a Father of Musick”) y también fue definido como “Brittanicae Musicae parens”, es decir, algo así como “padre de la música británica”. Su importancia y trascendencia para la historia de la música inglesa están fuera de toda duda, pero lo cierto es que también gozó de un gran renombre y popularidad en su propia época, a pesar de profesar el catolicismo, religión perseguida en dicho país, especialmente durante la época isabelina.

No obstante, sus relaciones con la corte de Isabel I eran inmejorables y fueron numerosos los trabajos que realizó para la corona (para la que prácticamente trabajó toda su vida), desde escribir música para los servicios religiosos anglicanos, hasta componer piezas para virginal (instrumento que tocaba la reina) o directamente crear canciones ensalzando a la monarca. Como premio a sus favores a la realeza, en 1575 se le concede el monopolio de la impresión musical.

Para aprovechar este privilegio real, se embarca ese mismo año en la edición de una obra, junto con su maestro Thomas Tallis, de motetes en latín dedicados a Isabel I. El libro recibió el título algo ambiguo de Cantiones quae ab argumento sacrae vocantur, que quiere decir algo así como Canciones que son sagradas de acuerdo a sus textos. La razón de este título tan esquivo es que el volumen incluía composiciones del viejo Tallis que habían sido escritas para el culto católico, bajo los reinados de Enrique VIII y de María I y que ahora se readaptaban para la iglesia anglicana. Cada compositor firmó diecisiete piezas, puesto que la obra vio la luz el año decimoséptimo del reinado de Isabel. Parece ser que resultó un fracaso comercial.

Tras este primer experimento editorial, que Byrd había llevado a cabo con el editor hugonote  Thomas Vautrollier, el compositor se sumerge en la publicación de música de forma continua, publicando sus más grandes obras entre 1588 y 1591. En 1587, muerto ya Tallis dos años atrás, William Byrd se alía con un nuevo editor, Thomas East, con el que establecerá una relación duradera que impulsa la música impresa en Inglaterra.

El primer lanzamiento de la nueva alianza será  Psalms, Songs and Sonnets (1588), libro al que Byrd da un enfoque mucho más comercial con la intención de que se venda mucho más que se predecesor. En primer lugar, presentaba los salmos traducidos del latín, pues a los ingleses de toda condición les gustaba cantar en su propio idioma. Por otro lado, los textos de muchas de las canciones de la segunda parte estaban escritos por importantes cortesanos de la época, aunque no aparecían los nombres en el volumen. También había una sección, songs of sadness and piety, de versos en pentámetro yámbico, un formato muy popular en el momento. Finalmente, el libro incluía dos elegías al cortesano poeta Sir Philip Sydney, fallecido en 1586, un personaje muy popular y querido entre los ingleses del XVI.

A diferencia del libro de 1575, Psalms, Songs and Sonnets fue un éxito comercial casi inmediato, algo que suponemos por el hecho de que el editor East lanzó dos ediciones más de la obra en el mismo año 1588, algo muy raro en el sector musical de la Inglaterra del siglo XVI. Además, en su siguiente publicación lanzada el año siguiente, el propio Byrd hace referencia a la buena acogida que han tenido sus anteriores empresas (“good acceptance of my former endeuors”). La obra en cuestión es Songs of Sundrie Natures y es otra recopilación de salmos y de canciones de amor, que concluye con uno de sus himnos más conocidos, Christ Rising, . Esta colección también conoció una segunda edición, pero cinco o seis años después de la primera.

También en 1589 William Byrd publica un volumen de música religiosa Cantiones Sacrae, compuesto por diecisiete piezas escritas para ser interpretadas a cinco voces. Un segundo volumen de Cantiones verá la luz varios años más tarde, en concreto en 1591, año en que también lanza el libro de piezas para tecla My Ladye Nevells Booke.

Ya bajo el reinado de Jacobo I, Byrd publica dos grandes volúmenes de motetes, Gradualia, en 1605 y 1607, respectivamente. Los críticos de su obra afirman que supone un giro hacia el catolicismo (que siempre profesó de forma encubierta), confiando en que el nuevo monarca se mostraría más tolerante hacia los seguidores de Roma, dado que su madre, María I de Escocia, había sido ferviente católica. La prueba de esto es que dedica el libro a conocidos cortesanos de la causa papista, como eran Henry Howard, primer Earl of Northampton, y Sir John Petre. En total las dos colecciones integran 109 piezas.

En 1611, con más de setenta años, publica otra colección de salmos, canciones y sonetos, siguiendo la estela de la de 1588 en cuanto a que mezcla una gran variedad de formatos. Igualmente están divididas en piezas para tres, cuatro, cinco y seis partes.

Finalmente, en 1614 participa en el libro Teares or Lamentacions of a Sorrowfull Soule del músico y editor William Leighton, al que también contribuyen con sus composiciones John Bull, John Dowland y Martin Peerson. Los cuatro himnos de Byrd que incluye el volumen son sus últimas piezas publicadas, pues murió en julio de 1623. 

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Jota Martínez: “en algunos casos es amor a primera vista o flechazo lo que te impulsa a reconstruir un instrumento”

Hace unos meses nos hacíamos eco en estas páginas de la publicación del libro del musicólogo Jota Martínez Instrumentos musicales de la tradición medieval española (s. V al XV), un magnífico compendio de impecable edición que nos transporta a la música de la Edad Media a través de textos descriptivos, abundantes fotografías y, cómo no, los sonidos reales –reunidos en dos CDs-, de los artefactos musicales que expone la obra.

Tras un intenso verano de presentaciones en público del volumen y de recitales asociados a la colección de instrumentos que retrata, hemos contactado con Jota Martínez para que nos cuente sobre la génesis del proyecto, sobre su extensa colección de instrumentos y sobre su visión de la música antigua en general y de la medieval en particular.



- Después de una intensa y extensa carrera reconstruyendo instrumentos antiguos e interpretando música en ellos, ¿por qué precisamente ahora el escribir y publicar este libro? ¿Supone algún tipo de hito en tu trayectoria profesional?

Ha sido por varios motivos. El primero, organizar los conocimientos adquiridos al hacer los estudios organológicos sobre las reconstrucciones, las pruebas y experimentos realizados con los instrumentos para conseguir que sean funcionales, una manera de exponer la colección de la que disponemos y también lo considero una declaración de principios y carta de presentación. Desde hace algún tiempo, varios colegas músicos, me sugerían que necesitaba tener un proyecto propio y dar a conocer mi trabajo de estos últimos años. De todos modos, no es un trabajo resolutivo, ya que sigo con mi experimentación y aprendizaje, y la colección también sigue creciendo. Me considero en continua formación y creo que será el trabajo de toda una vida.

- El libro es el reflejo de una colección de instrumentos antiguos que has reunido junto a la cantante Mara Aranda. ¿Cómo surge tu interés por este tipo de objetos? ¿Cuántos años te ha llevado reunir todas las piezas que posees?

Siempre me ha gustado rodearme de varios instrumentos. Nunca he sido músico de un solo instrumento. Es en el 2001, cuando realizando mi primera reconstrucción junto a Jesús Reolid, me empiezo a posicionar marcadamente hacia la música medieval. También fue importante mi colaboración con Eduardo Paniagua. Un gran estudioso y amante de las músicas medievales y los instrumentos, que contagió en mí esa pasión y ganas de saber más sobre nuestro patrimonio medieval.

- Descríbenos todo el proceso que llevas a cabo desde que tienes noticia de la existencia de un determinado instrumento antiguo hasta que pasa a formar parte físicamente de la colección y lo puedes interpretar sobre el escenario.

En algunos casos es amor a primera vista o flechazo lo que te impulsa a reconstruir un instrumento, pero la mayoría de las veces, la idea surge por la necesidad de ese instrumento para un repertorio en concreto, para acompañar a otros instrumentos afines a él o para ir completando lo que podría ser una imaginaria orquesta medieval. 

De un modo u otro, después de elegir el instrumento, comienza el estudio organológico del mismo, para saber de qué instrumento se trata. Se buscan otras representaciones iconográficas del mismo, información coetánea sobre ellos, información en el folclore actual e incluso instrumentos similares o iguales que se sigan usando. Si se tiene acceso a algún estudioso o especialista en el instrumento mejora mucho la perspectiva si se contrastan las opiniones y se recogen sus consejos y experiencias. Cuando tienes claro el instrumento que es, empiezas a trabajar en el taller solo, o la mayoría de las veces con la ayuda del maestro lutier. 

Estos especialistas también tienen mucho que decir gracias a su experiencia en la construcción de estos artilugios. Algunas veces, es un artesano el que hace parte de los instrumentos para que luego sean transformados en objetos sonoros, por la complejidad en algunos casos de encontrar especialistas en determinados instrumentos. Después, hay que hacer planos, moldes, elegir maderas y ponerse a construirlo. Cuando ya tiene forma, hay que hacer que suene, con cuerdas, lengüetas, pieles, etc., dependiendo del tipo de instrumento. 

Y lo más emocionante es cuando suena y consigues incluirlo en un consort con otros instrumentos. Después ya tiene algo parecido a una vida propia, y en algunos casos te das cuenta de errores cometidos en la interpretación del instrumento, la morfología o en su construcción y decides volver a construirlo mejorado con la experiencia de la práctica con él, porque esto no es una ciencia exacta y además nos falta mucha información que solo podemos intuir y descubrir cuando el instrumento empieza a usarse.

-  ¿El construir personalmente un instrumento musical ayuda a entender su esencia y la intención, ya sea funcional o estética, que llevó a su diseño en el pasado?

Claro que sí. Personalmente creo que todos los instrumentos, en el periodo del que hablamos, se diseñaban y construían para ser funcionales aunque es cierto que algunos es más fácil hacerlos sonar que otros, y no me refiero al hecho en sí de la técnica que tengas que aprender para usarlo, sino al de encontrar la forma de construirlo para que suene y pueda ser tocado cómodamente. Aquí se abre también un debate sobre la estética de los instrumentos. ¿Realmente eran como se representaban o entraba en juego la fantasía del artista?- ¿construir instrumentos para la vista o para el oído? En general, en el románico y gótico, encontramos instrumentos creíbles y más o menos conocidos y con una tradición que ayuda a saber sobre ellos. Pero es cierto que hay muchos instrumentos con diseños difíciles, rayando lo imposible en algunos casos, e incluso dudas a la hora de identificar algunos objetos como sonoros o no. 

También tenemos la eterna duda de la mano creativa del artista. Para mí, en definitiva, si se pude construir respetando su morfología y estética, y además hacer que suene, has convertido una posible licencia de un artista u obra de arte en una preciosa obra de arte sonora. Y eso es mucho. En lo que sí te ayuda la construcción de un instrumento es a entender como ajustarlo para que su sonido sea óptimo y qué funciones o recursos musicales puede tener dentro de mi orquesta imaginaria.

-  ¿En qué manera el sonido de los instrumentos antiguos nos habla de su época y de las gentes que vivieron entonces?

La música en general, tiene la virtud de transportar e incluso hacer que nuestra alma viaje a otros lugares, incluso fuera de este mundo físico. Con los instrumentos medievales no podía ser de otro modo. Nos dicen constantemente después de los conciertos: “… vuestra música me ha transportado a otra época…”. Es algo intrínsecamente unido a ellos. Su sonoridad ancestral y enigmática hace posible crear un ambiente totalmente alejado de lo que ocurre hoy en día a nuestro alrededor. Por poner un ejemplo: Eran instrumentos pensados para ser escuchados por un grupo reducido de personas. Personas, que además no estaban sometidas a la contaminación acústica que nos rodea hoy en día. Siempre que es posible realizar un concierto sin ningún tipo de amplificación, en un espacio pequeño y con buena acústica y para un grupo no numeroso de personas, la experiencia es muy enriquecedora. 

He tenido la suerte de tocar estos repertorios en pequeñas iglesias románicas con aforos cercanos al centenar de personas, y puedo asegurar que la experiencia es inolvidable e irrepetible. Además está el hecho de que parte de mi trabajo para interpretar estas músicas e instrumentos es el de entender cómo funcionaba la mentalidad y costumbres de las gentes que los escucharon y los tañeron en su momento para transmitir lo que ellos pudieron sentir y experimentar. No hay que olvidar tampoco que la música no tenía la presencia que tiene hoy. En aquella época, la música era algo que ocurría contadas veces en la vida de las personas y por lo tanto es de imaginar que fuera siempre bien recibida y aceptada. Tampoco existía aún el concepto de concierto. La música siempre era funcional.

- ¿Qué importancia tiene la iconografía medieval y las fuentes literarias de la época en la identificación de instrumentos antiguos?

Sin ellas, no habría nada para esta reconstrucción, es fundamental en mi trabajo. También son importante los registros que han quedado en libros de cuentas, libros de obras, crónicas históricas, libros de la Inquisición, entre otros. De todos modos, no es un trabajo fácil. Encontramos aún muchas lagunas que hacen que no nos pongamos de acuerdo en algunas cuestiones como el nombre, la morfología exacta del instrumento, la interpretación, temperamentos de afinación, estilo interpretativo, entre otras cuestiones. Pero creo que es apasionante el estudio de toda esta información por diferentes especialistas y la puesta en común de las diversas ideas para ir acercando puntos de vista y sobre todo, ir rellenando esas lagunas. Es muy importante también el trabajo conjunto entre los teóricos y los intérpretes (tañedores o tocadores) para seguir descubriendo.

-  ¿El apostar por reproducir con fidelidad las músicas del pasado puede alejarlas de alguna manera al público en general, más acostumbrado a asociar la música antigua a formatos como la denominada música celta o determinadas propuestas new age? ¿Hace falta desarrollar un “oído especial” para escuchar música medieval?

Creo que no es cuestión de un oído especial, es más cuestión de un gusto personal y de una inquietud hacia nuestro pasado y patrimonio. Precisamente, yo no soy de los que reproducen esta música con una fidelidad absoluta, ya que me permito algunas licencias justificadas. En general, creo que la música medieval siempre se ha pasado por el filtro interpretativo del Barroco y el Renacimiento e incluso con ideas ya del Clasicismo. Por culpa de este tipo de prismas, durante mucho tiempo ha sido muy elitista y en mi opinión, una forma errónea de interpretación. Y aunque sigue habiendo muchos intérpretes en esta línea, ahora también hay un grupo de estudiosos e intérpretes, a los cuales respeto y admiro mucho, con la tendencia de reproducir el sonido y las técnicas que pudieron usarse y basándose en la poca información que tenemos, haciendo un auténtico trabajo de arqueología musical. Yo, por decisión personal cuando me embarqué en este proyecto, decidí estar en medio de estas dos corrientes. 

La intención de mi trabajo es popularizar estas músicas, que de otro modo desaparecerán. Por eso para mí es muy importante el trabajo didáctico en las escuelas, el crear cantera y formar a la siguiente generación para que tengan un interés por su música antigua y su patrimonio. Pero no me vale cualquier cosa tampoco. Estoy cansado de ver y escuchar grupos e intérpretes que dicen hacer música medieval y se acompañan con instrumentos renacentistas, barrocos o incluso folclóricos. Otros, llenan sencillas melodías de glosas imposibles y poco creíbles acompañando voces impostadas. Algunos de estos grupos e intérpretes son bastante conocidos y otros meros aficionados sin ningún criterio histórico, ni conocimientos, ni instrumentos medievales, y que además copan las programaciones de los festivales especializados y los centros culturales con programas, muchas veces, sin sentido ni rigor, simplemente porque hay muchos programadores que no tienen la formación, el gusto y conocimientos suficientes para elegir quién sí y quién no. 

Se hace mucho daño con ese tipo de agrupaciones folclórico-medievales, porque fomentan esa idea confusa que tiene mucha gente que piensa que el hecho de llevar una gaita o algo parecido a un violín, es música celta, sin mirar más allá de esto, sin entender realmente lo que se hace. Es un desconocimiento total de nuestro rico patrimonio medieval. La didáctica es muy importante si queremos que este país dé un paso adelante, culturalmente hablando.

-   En los créditos del libro y de los dos discos que le acompañan nos encontramos con nombres muy conocidos de la música antigua y tradicional española, como Mara Aranda, Eduardo Paniagua o Carles Magraner de Capella de Ministrers. ¿En qué medida han colaborado en el desarrollo del proyecto?

Ellos, entre algunos otros, han sido muy especiales en mi vida y han colaborado de manera muy activa en hacer de mí lo que soy hoy en día. Eduardo Paniagua, un día me dio la oportunidad de tocar con él y me contagió su pasión por la música antigua y su amor a los instrumentos antiguos. Para mí, fue un padrino y aún sigue siendo una luz que me guía y un referente, y por eso quise que prologara el libro. 

Carles Magraner, me ha dado la posibilidad de seguir ahondando en estas músicas gracias a sus continuas propuestas de colaboración en los interesantes proyectos que siempre tiene en marcha. Él también ha colaborado como músico en otros trabajos nuestros y es siempre muy interesante su punto de vista y conocimientos. 

Mara Aranda, ha sido posiblemente la persona que más me ha influido y ayudado en esta última década. Además de codirigir sus últimos proyectos, ha sido una gran aliada en mi trabajo de investigación y una gran socia a la hora de invertir en toda esta colección. Ni que decir tiene, que detrás de un proyecto de esta magnitud hay muchísimas horas de trabajo y mucho dinero invertido.

-   Has presentado el libro este verano por distintos puntos de España. ¿Qué tal acogida ha tenido? ¿Habéis notado un interés por la música medieval entre el público en general?

En general, la acogida es siempre muy buena. Lo sabes, cuando acabas el concierto, la conferencia o la presentación, porque la gente se acerca a preguntar con muchas inquietudes y con la necesidad de exponerte sus sensaciones e impresiones después de escuchar nuestra música y las explicaciones que les doy entre una pieza y otra. Además, se venden discos y libros, y esto es lo que hace creíbles sus comentarios. Para muchos, es su primera experiencia con este tipo de instrumentos y músicas. Algo que me produce dos sensaciones opuestas. Por un lado la alegría de sentirme como un embajador de nuestra propia música antigua. Y por otro lado, la pena de estar rodeados de mucha indiferencia por parte de nuestros gestores y gobernantes, que más allá de la explotación turística de sus patrimonios, no ven la necesidad de ofrecer cultura a sus coetáneos. 

La educación musical en nuestros colegios, sigue teniendo una asignatura pendiente con este asunto. Asignatura que suspenden un año tras otro. No entiendo como algo tan importante se deja al libre albedrío de la sensibilidad o no sensibilidad que un maestro de música pueda tener hacia nuestro patrimonio musical medieval. Para mí, auténticos siglos dorados, sin menospreciar otros siglos de oro.

- Cuéntanos qué proyectos musicales tienes previsto emprender de cara a 2018. ¿Seguirás ofreciendo una aproximación tan “global” a la música a través de actuaciones, grabaciones, exposiciones y talleres?

El proyecto principal, es seguir ofreciendo lo que hacemos e intentar llegar al máximo número posible de auditorios. Pero no es fácil. En los tiempos que corren, los músicos medievales también tenemos que ser managers y buscarnos el trabajo. Pero siempre tengo ideas nuevas, quizá demasiadas para no tener una oficina que trabaje para mí. En 2018 queremos darle un fuerte empuje a la pentalogía de Mara Aranda sobre la diáspora. Y además estoy inmerso en dos proyectos más sobre instrumentos medievales peninsulares que aún no puedo desvelar pero que aseguro serán también muy importantes para nuestro legado con el medievo español.

-  Para terminar, ¿qué le recomendarías a aquel que empieza a sentir interés por la música antigua y que quiere iniciarse en el tema?

Una buena recomendación, aunque esté mal que yo lo diga, es que consiga mi libro. En él, puede escuchar estos instrumentos de los que hablamos y además, leer algo de información para después seguir las pistas de investigación que propongo en la bibliografía. Es una buena manera de tener una idea global y después ir ahondando hacia el camino que cada uno decida o sea más estimulante. También es importante buscar conciertos en directo. Sé que es difícil y no hay muchas opciones para elegir, pero si buscas encuentras. Y si tienes la oportunidad de opinar sobre la programación cultural de tu pueblo, solicita actividades de este tipo. Discos, hay muchos en el mercado, pero propongo no comprar a ciegas porque es muy posible que haya decepciones y desilusiones. Si puedes, déjate aconsejar por alguien que ya esté inmerso en este mundillo o busca plataformas donde puedas escuchar primero lo que compras. 

Es muy importante también apoyar a los grupos y programadores comprando discos y entradas para los conciertos. Y si no te sirve solo con ser oyente y tienes la necesidad de tocar y/o construir un instrumento medieval, bienvenido. Te recomiendo que contactes con cualquiera de los especialistas que nos dedicamos a ello. En general, somos gente amable y te orientaremos sobre cómo conseguir un instrumento, buscar clases o cursos, lugares de encuentro, etc.

Es bueno poder conocer las distintas corrientes de interpretación y propuestas estéticas, de las que hablaba antes, y poder elegir lo que más nos gusta. Pero mi consejo es que te adentres en lo más profundo, buscando la pureza y la belleza. Solo de esa manera podrás sentir esa música como se sentía en su época y que la experiencia sea plena, como oyente o como interprete.