viernes, 23 de mayo de 2014

Los sacabuches de Oniria nos devuelven las melodías de los ministriles de capilla de la catedral de Sigüenza


El conjunto de música antigua Oniria nos propone un atractivo viaje en el tiempo: llevarnos hasta la Sigüenza del Renacimiento y del Barroco para escuchar cómo sonaba la música interpretada por los ministriles de la capilla de su catedral. Para ello han elaborado un programa, que será interpretado el día 14 de junio en el citado templo, compuesto por los distintos estilos cultivados por diferentes maestros de capilla y músicos que trabajaron en ella.

La elección de la Ciudad del Doncel como eje de este proyecto no es en absoluto gratuita. La capilla de ministriles de la catedral de Sigüenza es una de las más antiguas del noreste peninsular. Data de 1554, época en que estaba dirigida por el maestro Mathias Chacón, y se creó siguiendo el ejemplo de otras catedrales, como la de Toledo y la de Cuenca, cuyas formaciones fijas de ministriles fueron creadas en 1531 y 1537, respectivamente.

Pero el templo seguntino ofrece un valor añadido desde el punto de vista de la arqueología musical, a saber, es una de las pocas catedrales españolas de la época que tiene documentado el cometido de los ministriles en las festividades litúrgicas de mayor solemnidad.

En efecto, el documento Directorio de coro de Juan Pérez constituye un verdadero manual para los ministriles de capilla, en el que se enumeran las distintas fiestas y celebraciones que requerían de la intervención de los músicos, así como las obligaciones de estos al respecto.

El grupo Oniria nace en 2009 con el objeto de mostrar y difundir la música escrita para sacabuche, un antepasado del trombón, escrita en el Renacimiento y en el Barroco. Para ello utilizan reproducciones fieles de los instrumentos de la época.

Fruto de un concienzudo trabajo de investigación, para este ciclo de recitales los miembros de Oniria han confeccionado un completo programa que recorre la obra de interesantes compositores españoles de los siglos XVI y XVII. En sus propias palabras, las piezas elegidas abarcan: “desde la polifonía, romances y diferencias renacentistas, pasando por el estilo manierista de los villancicos en el primer barroco, hasta las tonadas del barroco tardío español”.

De esta forma, podremos escuchar una pieza de Cristóbal de Morales, que aunque no ejerció en la catedral de Sigüenza parece ser que hacia 1530 estuvo revisando el funcionamiento del órgano del templo. También tienen presencia en el repertorio las ensaladas de Mateo Flecha el viejo, que figura como maestro de capilla en las actas de la catedral en 1539.

Francisco Salinas fue organista de la capilla catedralicia en la segunda mitad del siglo XVI y fue sucedido por Hernando de Cabezón, hijo del gran Antonio. Sus obras cierran la primera parte del programa.

La segunda parte está centrada en el siglo XVII e incluye obras de Juan Pérez roldan, Fray Manuel Correa, Cristóbal Galán y José de Caseda, que ya ejerce el magisterio de la capilla seguntina a principios del siglo XVIII.

Se trata por tanto de una selección francamente interesante de piezas que promete resonar majestuosa bajo las bóvedas de crucería que coronan el templo.

Los primeros conciertos de este ciclo tendrán lugar el sábado 14 de junio en la catedral de Sigüenza por la tarde y el domingo 15 de junio en la iglesia de Santa María de Brihuega por la mañana.

domingo, 18 de mayo de 2014

De como el oscuro Martín Codax arrojó luz sobre la música de los trovadores

Paradójicamente, una figura tan oscura para nosotros como la del trovador Martín Codax ha arrojado más luz que cualquier otra sobre la lírica galaicoportuguesa del siglo XIII. Y es que no sabemos de él prácticamente nada, aparte de que debió vivir en Vigo puesto que dicha ciudad es mencionada en seis de las siete cantigas suyas que han llegado hasta nosotros.

Martín Codax emerge de las sombras con los grandes hallazgos filológicos que tienen lugar a finales del siglo XIX y principios del XX.

Debemos a Teodosio Vesteiro Torres, periodista, historiador y autor de la obra Galería de gallegos ilustres (1875), una primerísima mención de Codax a través de un artículo publicado en las páginas 345-348 en El Heraldo Gallego de Orense en junio de 1876. Sabemos que la fuente de investigación de Vesteiro fue la obra Canzoniere portuguese della Biblioteca Vaticana de Monaci.

El siguiente hito en la difusión de la figura de Martín Codax es la obra Cancioneiro portuguez da Vaticana (1877) de Teófilo Braga, que contribuye en gran medida al conocimiento de los orígenes de la lírica de la Península Ibérica. En las décadas siguientes se produce una verdadera explosión de obras en torno a la literatura medieval, tanto de estudios como de publicaciones de cancioneros, desde la perspectiva filológica.

Cierra esta primera etapa de descubrimiento de Codax el hallazgo de su particular piedra Rosetta: el Pergamino Vindel. En 1915 el librero Pedro Vindel al desencuadernar un volumen con De officiis de Ciceron encontró un documento con siete rótulos o rollos de cantigas de amigo compuestas por Martín Codax.

Aunque nunca se habían visto anteriormente, las miniaturas medievales daban cuenta de la existencia de estos rótulos con la obra de los trovadores o el repertorio de los juglares, que incluían la notación musical para su interpretación. El hallazgo de Vindel permitió conocer de primera mano esos rollos y confirmar su existencia.

Las cantigas de amigo, a diferencia de las cantigas de escarnio que eran directamente mordaces, son un género lírico de corte melancólico que tuvo gran éxito en la Castilla del tercer cuarto del siglo XIII. Suelen estar protagonizadas por una doncella que lamenta la ausencia de su amado en primera persona. Presentan una forma retroencha, es decir, una estrofa monorrima con estribillo monorrimo.

Las cantigas de Martín Codax que incluye el Pergamino Vindel son las siguientes:

  • Ondas do mar do Vigo
  • Mandad'ei comigo ca ven meu amigo
  • Mia yrmana fremosa treides comigo
  • Ay Deus se sab'ora meu amado
  • Quantas sabedes amar amigo
  • En o sagrad' e Vigo (no incluye música)
  • Ay ondas que eu vin veer

Aparecen escritas en notación cuadrada con ligaduras que se asemejan a las de las cantigas de Santa María de los códices de El Escorial. Hoy por hoy es la única fuente original que tenemos para hacernos a la idea de cómo sonaba la música de los trovadores galaicoportugueses.

domingo, 11 de mayo de 2014

Deconstruyendo la grandeza de Robert Jones, Caballero de la Capilla Real de Jacobo I


Robert Jones está considerado como una figura de segunda fila en el escenario musical de la Inglaterra isabelina. No obstante, las distintas referencias que hallamos sobre su persona nos dan a entender que era un hombre tan versátil como prolífico.

Unos le describen como compositor para virginal, un tipo de clave pequeño; otros hablan de él como creador de música para viola; terceras fuentes le pintan como un laudista de la talla del mismísimo Dowland. Pero además, se habla de él como escritor de canciones muy ligado al negocio teatral. Todos estos testimonios no ayudan a despejar la nebulosa en la que se oculta el verdadero Robert Jones.

Pues bien, los estudios sobre la vida y obra de Jones parecen confirmar que fue todo lo anterior y alguna cosa más. No falta ningún historiador altivo que como Edmund H. Fellowes considera que la contribución de nuestro hombre en cada campo de la música es tan raquítica que no merece ser tenida en cuenta.

Pero lo cierto es que lo inquieto y laborioso de la personalidad de Robert Jones merece que se le dedique, cuando menos, un mínimo de atención. Veamos pues los aspectos que destacan en su biografía.

Oxford

Nace alrededor de 1575 y estudia música en Universidad de Oxford. En esta época las universidades inglesas eran las únicas en toda Europa que ofrecían estudios en música exclusivamente, es decir, no como parte de otra materia formativa. Las titulaciones y doctorados en música de Oxford se remontan a principios del siglo XV. No es de extrañar que una parte importante de los grandes músicos británicos tuviesen estudios superiores en música.

La Corona

En 1612 Robert Jones aparece como Gentleman of the King's Chappell, es decir, que ocupaba un puesto oficial como músico dentro de la Casa Real. Tanto Isabel I como su sucesor Jacobo no acostumbraban a otorgar distinciones honoríficas a los músicos, como títulos nobiliarios, y preferían significarles con una ocupación en la corte.

Todo parece indicar, a falta de otra explicación, que Jones recibió el favor real al dedicar una obra suya al príncipe Enrique, hijo primogénito de Jacobo I. Si esta versión es cierta, tuvo que ser antes de 1611 puesto que después de esa fecha no publicó más música.

El teatro y Alemania

Algunas fuentes asocian a Robert Jones con un empresario teatral llamado Robert Browne, con el que estaría asociado hacia 1602 en negocios relacionados con el teatro en Frankfurt, en concreto, con la actividad “exportar” actores ingleses al continente.

Jones también colaboró con Philip Rosseter en el teatro de Whitefriars y se le relaciona con el grupo Children of the Revels. Se trataba de una compañía teatral formada por niños que contaba con el patronazgo de la Corona. El nombre de Robert Jones aparece en una patente concedida por Jacobo I en 1615 para construir un nuevo teatro que sirva para el mantenimiento y la formación de los menores miembros de Children of the Revels, cuyas representacione, en palabras del monarca, daban mucho gusto a la reina (“for the solace and pleasure of our said most deere wife”).

Las obras seglares

Consta la obra seglar de Robert Jones de cinco libros de canciones para ser acompañadas con un instrumento o ayres y uno de madrigales. En concreto son: The First Booke of Songes and Ayres (1600); The Second Booke of Ayres (1601); The first set of madrigals of 3, 4, 5, 6, 7, 8. parts, viols and voices (1607); Ultimum vale, with a triplicity of musicke, ... (1608); A Musicall Dreame, or the Fourth Booke of Ayres ... (1609); The Muses Gardin for delight, or the Fift booke of Ayres onely for the Lute, the bass Violl, and the Voyce (1611).

Como vemos está justificada su fama de versátil pues sus libros incluyen composiciones para laúd, viola de gamba y otras violas.

¿Realmente podemos poner en duda la grandeza de Robert Jones? A juzgar por lo brillante de su vida no lo creo así.


domingo, 4 de mayo de 2014

Alfred Fernández y Hugo Bolívar llevarán la vihuela de Valderrábano a Benasque


Este verano Benasque acoge la belleza sobria de los sones de la vihuela de Alfred Fernández, que acompañado por la voz del contratenor Hugo Bolívar, recorrerá la magistral obra de Enríquez de Valderrábano Silva de Sirenas. El evento tendrá lugar el 2 de agosto en el auditorio de la localidad.

El recital que lleva el sugerente título Y arded coraçon arded promete ahondar en la magia intimista de los sonidos del siglo XVI, ofreciendo una velada poética y musical en torno a los instrumentos de cuerda pulsada y el canto.

En el siglo XVI en nuestro país floreció una escuela de tañedores y compositores para vihuela, conocidos como “los vihuelistas”, que no tienen nada que envidiar a contemporáneos suyos extranjeros más famosos como John Dowland, maestro del laúd británico. Siete son los nombres principales de los compositores para este instrumento: Alonso Mudarra, Luis de Milán, Luis de Narváez, Diego Pisador, Esteban Daza, Miguel de Fuenllana, y el que nos ocupa, Enríquez de Valderrábano.

Cada uno de estos compositores nos ha legado obra escrita en forma de libros de cifra para vihuela. Enríquez de Valderrábano publica su obra Libro de música de vihuela intitulado Silva de Sirenas un año después del de Mudarra, los Tres libros de música en cifra para vihuela de 1546. Distintas fuentes le atribuyen doce años de composición.

El libro de Valderrábano tiene una filosofía didáctica que lleva al autor a clasificar las piezas como fácil, medio o difícil. Utiliza numerosos géneros, como fugas, contrapuntos, fantasías, diferencias, sonetos, bajas, pavanas, vacas, discantes, canciones, proverbios, romances y villancicos.

Resulta curioso que a pesar de su asociación con el entretenimiento, la música para vihuela del siglo XVI exhibe una importante complejidad y trascendencia. Es más, el vihuelista australiano John Griffiths considera que la música para vihuela no está escrita para ser interpretada en público, sino para que el músico la toque en la soledad de su habitación, como una forma de evocación y meditación. Así lo expresó en una conferencia que impartió el verano pasado.

Alfred Fernández y Hugo Bolívar
Arded coraçon arded
Benasque (Huesca)
2 de agosto a las 19:00 horas