miércoles, 26 de junio de 2013

Cuando Henry Purcell le puso música al Quijote

Mucho, muchísimo antes que se estrenara en Broadway el musical El hombre de la Mancha, la historia de la locura de Alonso Quijano (o Quijada, que Cervantes no parece tenerlo muy claro) ya había conocido versiones teatrales con acompañamiento musical en el mundo anglosajón, como la primera de ellas The Comical History of Don Quixote de Thomas D`Urfey de 1694, que incluyó partituras originales del mismísimo Henry Purcell.

Las andanzas del hidalgo manchego por tierras inglesas tienen su origen oficial en la primera traducción al inglés de la primera parte de Don Quijote de la Mancha, la de Thomas Shelton de 1612, siete años después de la primera edición española.  Pero antes incluso de esa fecha Don Quijote y Sancho ya eran populares en las Islas Británicas, como apunta Roger Chartier en su obra Cardenio between Cervantes and Shakespeare  (Polity Press, 2013).

En primer lugar, la circulación por Europa de las ediciones en castellano había sido elevada para la época: cinco ediciones en 1605 (dos en Madrid, dos en Lisboa y la última en Valencia), una más en Bruselas en 1607 y otra en Madrid en 1608, la de Milán de 1610, y finalmente, Bruselas en 1611. Es decir, que antes de su traducción al inglés circulaban por Europa y la América española hasta nueve ediciones de la obra. El propio bachiller Sansón Carrasco le cuenta a Don Quijote al principio de la segunda parte que había más de 12.000 copias en circulación de la primera (habría que estudiar cómo pudo Cervantes morir en la pobreza con semejantes cifras de éxito que cosechó su obra en vida del autor).

Chartier concluye que numerosos lectores británicos podrían haber adquirido la obra en castellano y haberla leído apoyándose en manuales de español y diccionarios. Asimismo, podrían haber tenido contacto con el manuscrito de la traducción de Shelton que parece que circuló en la sociedad inglesa antes de su publicación. El caso es que los personajes de Cervantes eran previamente conocidos, como prueban las alusiones que reciben de distintos dramaturgos: George Wilkins en The Miseries of Inforst Marriage, Thomas Middleton en Your Five Gallants o Ben Johnson en Epicoene.

Son numerosas las adaptaciones de la novela cervantina por parte de escritores ingleses, y la que nos ocupa, The Comical History of Don Quixote de Thomas D`Urfey, es una obra de teatro estrenada en 1694 en el Queen´s Theatre de Dorset Garden. Aunque D`Urfey parte del episodio de Luscinda y Cardenio que aparece en la primera parte del Quijote, las licencias que se toma con los personajes y las tergiversaciones de la trama que realiza son notables, mezclando unos capítulos con otros.

La música incidental de la obra está firmada por Henry Purcell así como por otros compositores contemporáneos, como John Eccles, Tollet, Stanley o Lenton. Se trata de canciones que suelen estar insertas en el contexto dramático de la trama, fenomeno descrito por Ester Lebedinski de la Universidad de Uppsala (Music for the Mad: A study of the madness in Purcell’s mad songs, 2009):

“Las canciones en la comedia eran situadas en lugares apropiados en el drama, haciendo al música creíble en el contexto dramático, disfrazadas como canciones de taberna, música nupcial, marchas fúnebres, o simplemente como canciones vagamente conectadas con la trama interpretadas por un personaje para divertir a otros”.

Aparte de en el Don Quixote, Thomas D`Urfey y Purcell colaboraron en otras muchas obras de teatro, como Sir Barnaby Whigg (1681), A Fool’s Preferment (1688), The Marriage-Hater-Match’d (1692) y The Richmond Heiress (1693). Durfey tenía un gran interés por la música y llegó a intentar escribir óperas.

Las canciones que escribió Henry Purcell para el Quixote de D`Urfey son las siguientes:

Sing all ye muses
When the world first knew creation
Let the dreadful engines
With this sacred charming want
Riding through the whistling air
Lads and lasses
Genius of England
From rosy bowers
Now sleep my knight
While thus we bow

Purcell murió al año siguiente de estrenarse la obra, a los 36 años, en la cumbre de su fama. 

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