domingo, 28 de abril de 2013

El día en que los extraterrestres conozcan a Bach

El tener una conciencia de ser nos erradica de la naturaleza, como decía Camus en El mito de Sísifo, y además nos inunda de una soledad terrible, al sentirnos únicos en el universo. Es por ello que el ser humano tiende a buscar otras inteligencias en el cosmos, bien inventando divinidades, bien especulando con la probabilidad de que existan otras civilizaciones avanzadas con las que poder comunicarse. En nuestra era hemos llevado a cabo diversos intentos por entrar en contacto con nuestros hermanos extraterrestres, como el mensaje que envió el radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico) en noviembre de 1974, o el tema que nos ocupa, el disco de oro con información sobre la Tierra que transportan las naves Voyager, que actualmente están a punto de salir del sistema solar. Lo que no todo el mundo sabe es que la música antigua viaja en esa embajada espacial, destacando por su peso la obra de Johann Sebastian Bach.

Las naves espaciales Voyager 1 y 2 partieron de nuestro planeta en junio de 1977 con la misión de estudiar los grandes planetas del sistema solar, Júpiter y Saturno, aunque, cumplido el primer objetivo, la misión de ha ido ampliando de forma que también han analizado Neptuno y Urano, y continúan, 36 años después enviándonos información sobre las regiones desconocidas en el límite de la influencia de nuestra estrella.

Actualmente, las sondas están llevando a cabo la denominada “Misión Interestelar”, que consiste en darnos a conocer las zonas exteriores de la heliosfera y el comportamiento del viento solar y del campo magnético de nuestro astro en esa zona fronteriza. Posteriormente se internarán en el espacio profundo.

Las Voyager nunca volverán a casa y el equipo científico que las ideó, liderado por el célebre astrofísico Carl Sagan,  quiso mandar en ellas un mensaje desde nuestra civilización, con la esperanza de que las naves sean un día interceptadas por seres inteligentes en las profundidades del cosmos. Cada una de ellas contiene un disco fonográfico de cobre con un cartucho y una aguja, y en la cubierta de aluminio del mismo las instrucciones para su uso.

Además de la información científica sobre el ser humano y su entorno, el mensaje incluye saludos en todos los idiomas de la Tierra, fotografías de los distintos habitantes del planeta, y una hora y media de música de todo el mundo.

El disco contiene una ecléctica selección de música de muy diferentes culturas, incluyendo clásicos orientales y occidentales. La música antigua está razonablemente representada a través de las siguientes piezas, 4 de un total de 27:
  • Concierto de Brandemburgo n.º 2 en fa mayor (BWV 1047) I Movimiento de Johann Sebastian Bach
  • Partita No. 3 en Mi mayor, de Sonatas y partitas para violín solo de Johann Sebastian Bach
  • El clave bien temperado, Libro 2, BWV 846 Preludio y Fuga No.1 en en Do Mayor de Johann Sebastian Bach
  • The Fairie Round de pavanas, gallardas, alemandas y otros Aeirs cortos de Anthony Holborne
Además, también están presenten Stravinski, Beethoven y Mozart, éste último a través de aria de la Reina de la Noche de La flauta mágica.

A día de hoy, la Voyager 1 se encuentra a más de 18.000 millones de kilómetros de la Tierra y la Voyager 2 a más de 15.000 millones. En breve saldrán del sistema solar y se internarán en el espacio exterior. Un algún momento les perderemos el rastro aunque sabremos que siguen viajando y alejándose de nosotros. Y a lo mejor, en un futuro lejano serán encontradas, con los transmisores muertos hace mucho tiempo, por seres inteligentes, como soñó Carl Sagan. Será el día en que los extraterrestres conozcan a Bach.

viernes, 19 de abril de 2013

El clavicémbalo: la sutil diferencia entre punzar y aporrear

En su día (y ya hace bastante) hablamos aquí sobre la música de clavecín francesa del siglo XVIII y en el anterior post del blog, que hablaba de Françoise Couperin, ha vuelto ha surgir de pasada este instrumento que gozó de una inmensa popularidad en los salones europeos antes de la aparición del piano forte.

La palabra “clavecín” procede del francés y es un apócope de “clavicémbalo”. Por su parte, clavicémbalo surge de la fusión entre los vocablos claves y cembalo (címbanos en la Castilla del siglo XV y zímbele en los Países Bajos). En Italia se llegó a denominar  a veces “arpicordio”, que es un nombre también muy utilizado en Inglaterra: harpsichord.

Aunque ambos son instrumentos de teclado y cuerdas, la principal diferencia entre el clavicémbalo y su pariente el clavicordio es que, mientras que en este último el sonido era extraído golpeando las cuerdas con mazos o saltadores, en el primero las cuerdas eran punzadas, al modo de la péñola en los laúdes moriscos o de la púa en la mandolina. Los bastoncillos del clavicémbalo, que provistos de una uña arañan las cuerdas, se denominan spinas (de ahí espineta). En sus orígenes más primitivos eran una pluma o un trocito de cuero.

El clavecín superó en popularidad al clavicordio, tanto en los salones de la buena sociedad como aportando el bajo continuo en la orquesta. Parece ser que el clavicémbalo hacía gala de un mayor volumen sonoro, amen de otras cualidades musicales difíciles de explicar por un lego como yo.

La evolución del clavicordio estuvo parada tres siglos por un problema aparentemente muy tonto. El empleo de mazos o saltadores en el cuerpo del instrumento debilitaba el marco donde iban insertas las cuerdas, impidiendo el uso de cuerdas muy gruesas, las de las notas graves, y limitando el número de las mismas. El clavicémbalo por contra no encontró ese problema, de ahí que fuese preferido.

Los clavecines y las grandes espinetas tenían por término medio 49 teclas, de las cuales 29 eran “principales” y 20 “fingidas”. Sobre este particular, nos informa el músico Adolfo Salazar:

“No todas las teclas correspondían al sonido que hoy esperamos que hayan de producir: una de las particularidades de los primeros claves (en ambas especies, así como en los órganos pequeños), en efecto, consistía en que por debajo de la primera octava completa se añadían ciertas teclas que daban notas propicias para ser tenidas por bajos de la armonía en tonos naturales, cosa derivada de los instrumentos como el laúd y la guitarra, sobre los que se tañen tonos no excesivamente alterados: esto que se práctica hoy mismo en la guitarra popular, cuyas dos cuerdas graves apenas sirven sino para dar los bajos mi-la, dio origen a las cuerdas colocadas fuera del “tasto”, y por lo tanto imposibilitadas de que se pisase en ellas, que caracterizaban a la tiorba”.

En el vídeo que aparece a continuación aparece el conjunto Kassia interpretando con un clavicémbalo.


viernes, 12 de abril de 2013

Las Lecciones de las Tinieblas de Couperin

Un título tan sugerente como inquietante el de las Lecciones de las Tinieblas, para una obra de singular belleza, cuya delicadeza y sensibilidad contrasta con lo oscuro de su asociación nominal tenebrosa. Composición religiosa de Françoise Couperin, uno de los grandes compositores franceses para clavecín del siglo XVII y descendiente de una familia de músicos cortesanos. Para algunos su obra dedicada al culto no está a la altura de sus composiciones para clave, pero no seré yo el que se atreva a entrar en tan singular contienda.

Couperin compuso las Lecciones por encargo para las monjas del convento de Longchamp en 1714. Se trata de una pieza en tres partes destinada a ser interpretada en los oficios de Miércoles Santo; las dos primeras escritas para una voz sola, y la tercera para dos voces altas (y la más bella, a mi modo de ver).

La liturgia a la que se asocia la obra data del siglo IX y se basa en ir apagando los cirios del templo de forma progresiva, para simbolizar los sufrimientos y la muerte de Cristo. No obstante, las Lecciones de las Tinieblas tienen su origen en el Antiguo Testamento, y más en concreto, en el libro de las Lamentaciones de Jeremías, o el libro de Jeremías  a secas. Es un testimonio que expresa el sufrimiento por la destrucción de Jerusalén por los invasores babilonios en algún momento del siglo VI antes de Jesucristo.

La pasión que expresa Jeremías en su texto es trasladada al escenario del calvario de Cristo,  a través de las Lecciones de las Tinieblas,  y pasa con los siglos a formar parte de la liturgia y el culto celebrado en la Semana Santa.

El texto de las lecciones sigue al pie de la letra las Lamentaciones de Jeremías y además hace coincidir los versículos con las letras del alfabeto hebreo: Aleph, Beth, Guimel, Daleth…

François Couperin pertenecía a una familia de músicos cortesanos, es decir, como ocurría con innumerables profesiones en la corte de Luis XIV, la función pública se heredaba de padres a hijos, independientemente de la habilidad para desempeñar las funciones encomendadas, como bien apunta Adolfo Salazar en su monumental obra La música en la sociedad europea (1942-1946). Comenta al respecto que los hijos de Jean-Baptiste Lully ocuparon el puesto de su progenitor como músicos del rey a pesar de su escasa aptitud para este arte, si bien su padre les instruyó para hacer componer sus ballets y óperas a músicos profesionales mediante retribución.

El caso de los Couperin es completamente distinto pues el último descendiente de la saga, Françoise, eclipsó a sus predecesores, a pesar de sus respectivas maestrías al clavicémbalo, y se ganó con justicia el sobrenombre de “el grande”.  Al servicio de Luis XIV compuso suites y conciertos que le hicieron  destacar entre sus rivales italianos e ingleses.

Volviendo a las Lecciones, Couperin las compuso cuando ya era un hombre célebre, pues desde 1693 ocupaba el puesto de organista de Versalles. Había igualmente compuesto en ese momento de su vida su obra más brillante. Las Lecciones de las Tinieblas constituyen una cumbre tardía en su obra por su plasticidad y su capacidad expresiva, y por su habilidad para transmitir distintos estados de ánimo a través de las notas, desde la lamentación a la esperanza.

Las tres piezas acaban con la misma frase, Jerusalen, convertere ad dominun tuum,  que quiere decir Jerusalén, conviértete a tu Señor. Os dejo aquí la tercera, sin duda mi favorita.


viernes, 5 de abril de 2013

De Occulta Philosophia: el cine de los acordes barrocos

Si en el post precedente del blog hablábamos del proyecto de crowdfunding del dúo Dolce Rima, quienes por cierto han conseguido recaudar el montante necesario para grabar su anhelado primer disco, en esta ocasión traemos otro proyecto que se ha financiado gracias a las aportaciones de los cibernautas. En este caso se trata de un documental, De Occulta Philosophia, que dirigido por el cineasta Daniel V. Villamediana, se adentra en la magia que acompaña el proceso que desemboca en la interpretación de la música barroca.

El protagonista indiscutible del film es La Reverencia, dirigido por Andrés Alberto Gómez y considerado como uno de los conjuntos relevantes de música barroca de nuestro país.

Concebido con la sobriedad que implica el rodar con una sola cámara y sonido directo, De Occulta Philosophia persigue ser algo más que un vídeo con piezas de música antigua interpretadas. Los autores han buscado plasmar todo aquello que no se ve en un concierto y que no se escucha en una grabación. Todo aquello que rodea la relectura de una partitura de varios siglos de antigüedad: desde la construcción de un instrumento hasta la transcripción de las notas, pasando por las conversaciones de los músicos. Una verdadera inmersión en el universo de la creación e interpretación de la música del siglo XVII.

El proyecto fue cobrando forma a través de los encuentros que fueron sucediéndose entre el director Daniel Villamediana y el músico Andrés Alberto Gómez. Partiendo de la idea nebulosa de rodar algo relacionado con la música barroca, la película se fue planteando como un reto: establecer una reflexión sobre cómo aproximar la música barroca al lenguaje cinematográfico, o viceversa, cómo abordar el rico y complejo mundo de la música antigua y sus intérpretes desde la lente de la cámara. Un objetivo tan ambicioso como difícil de abarcar.

Es éste el verdadero valor que aporta a mi modo de ver De Occulta Philosophia, teniendo en cuenta que solamente he visto el trailer del documental, el ofrecernos un cómo y por qué, que enriquezcan la mera interpretación de las piezas musicales. Lograr explicarnos cómo llegan un grupo de músicos a poder grabar o interpretar en directo una determinada música, todo el proceso precedente de investigación, aprendizaje y ensayo. Y también contarnos el porqué de la iniciativa: por qué se elige una partitura determinada, por qué es así tratada, etc. Respuestas que solamente los músicos profesionales pueden ofrecernos.

La última noticia que ha llegado a nosotros acerca De Occulta Philosophia es que ha sido seleccionada en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires. Esperamos sinceramente que coseche un gran número de galardones y éxitos para que de esta forma otros realizadores se animen, siguiendo el ejemplo de Villamediana, a rodar producciones en torno a la música antigua. ¡Mucha suerte en el empeño!

Os dejo el trailer de la película.