miércoles, 27 de abril de 2011

Coralea.com: el portal de la música vocal


¡Quién me iba decir después de veintitantos años que hace que compartíamos litronas de cerveza en remotas tabernas castellanas que iba a colaborar con mi amiga Paloma Mantilla en temas relacionados con la música antigua! Pues sí señor, por la presente, declaro la adhesión y el apoyo de este nuestro blog, “Soledad tengo de ti”,  al maravilloso proyecto que han emprendido Paloma y Luis Fernández: Coralea, una web dedicada al mundo de la música coral.

Coralea, en palabras de sus responsables, surgió porque queríamos facilitarnos el acceso a la información sobre la cada vez más numerosa oferta musical coral: qué se puede hacer y dónde, qué coros hay,  cuándo se pueden oír… Pero sentimos que no bastaba con eso, que lo que verdaderamente nos interesa es qué opinan los que los forman y los que, como a nosotros, les apasiona la música. Y por eso pensamos en Coralea.com: Actualidad coral y musical”. En este espacio podéis encontrar información relativa a eventos en toda España y en algunos países americanos, una completa oferta de formación musical ordenada por comunidades autónomas, y un exhaustivo registro de grupos corales de nuestro país. Además, la página cuenta con un blog de redacción colectiva que abunda en noticias, experiencias y opiniones relacionadas con el maravilloso mundo de la música clásica, y más en concreto, con la música vocal.

Me honra y me llena de orgullo que hayan tenido en consideración el contar conmigo en Coralea, aunque no negaré que me asusta un poco el que mis textos de aficionado compartan tribuna con las aportaciones de los expertos, dado que este proyecto está integrado por gente profesional y semiprofesional del mundo de la música. Lo único que he pretendido con “Soledad tengo de ti” es compartir música que me gusta, sin la menor pretensión de erudición, y demostrar que estas melodías son de todos y para todos, no sólo para una élite intelectual. Espero estar a la altura.

viernes, 15 de abril de 2011

La vihuela, esa desconocida

Si en el rock el instrumento estrella es la guitarra eléctrica, la vihuela de mano constituyó el instrumento de moda en las cortes de reyes y nobles durante el siglo XVI, época en la que alcanza su máximo apogeo. El aprendizaje de la interpretación de este instrumento formaba parte de la formación básica de toda persona culta y aristocrática, puesto que era un elemento indispensable en las reuniones y eventos de los altos estamentos de la sociedad renacentista española.  De hecho su popularidad y difusión se limitó a nuestro país y al sur de Italia.

En la cadena evolutiva de los instrumentos de cuerda –dicho sea con sorna porque unos no descienden de otros y de hecho conviven durante largos periodos de tiempo-, la vihuela sucede al laúd, que fue el cordófono de moda a lo largo del siglo precedente, véase el XV. En un principio guitarras, laúdes y vihuelas convivieron pacíficamente en las veladas musicales, pero pronto la selección natural entró en juego y el laúd fue perdiendo protagonismo, hasta el punto de ser dejado de lado completamente en beneficio de la vihuela. Ésta resultaba de confección más barata que el laúd, cumplía la misma función, dado que era un sucedáneo, y además no tenía ese regusto morisco que tanto irritaba a nuestros racistas antepasados de la época de los Reyes Católicos y después. En cuanto a la guitarra, que en principio era un instrumento zafio solamente destinado a la plebe, a partir del siglo XVII comenzó a desplazar a la vihuela como ésta hizo previamente con el laúd. Lo que yo decía, selección natural.

Para acometer la descripción técnica de la vihuela de mano acudiremos al experto y lutier Jose Luis Romanillos, que la define de esta manera: “el funcionamiento acústico de la vihuela de mano y de la guitarra de cinco órdenes es similar al de un buen número de cordófonos y se basa, principalmente, en una cavidad sonora llamada cóncavo o caja de resonancia, con la parte superior cubierta por un trozo de piel tensada o una lámina de madera fina sobre la cual, a través de las cuerdas atadas al puente, recaen las vibraciones emitidas por las tensas cuerdas, éstas atadas a clavijas o a cuerdas enroscadas al extremo superior del mango.” No hay que confundir la vihuela de mano con la vihuela de arco, dado que esta última era más parecida a una viola de gamba que a una guitarra, tocándose utilizando el accesorio que le da nombre a diferencia de la otra que se tocaba tañendo las cuerdas con los dedos.

En la época dorada, la vihuela presentaba seis órdenes (pares de cuerdas) mientras que la guitarra tenía cuatro. También existían diferencias en la técnica de interpretación: en la vihuela se punteaba mientras que en la guitarra plebeya se utilizaba la mano para rasguear. En cuanto a la afinación, por lo que he podido averiguar se parecía a la afinación convencional de la guitarra actual, excepto en la tercera cuerda (cada orden o par de cuerdas se afinaba al unísono) que iba más grave, en sostenido: mi, la, re, fa#, si, mi. También parecer ser que la afinación variaba en función del tamaño del instrumento.

La primera mitad del siglo XVI conoció el florecimiento de los grandes vihuelistas españoles, algunos de los cuales merecen un post aparte, por lo que me limitaré a mencionar solamente algunos de sus nombres. Aunque el primer tratado para vihuela se publica en 1536, la perfección de su contenido hace suponer a los expertos que la técnica del instrumento se estuvo cultivando durante un largo periodo precedente. Entre los grandes vihuelistas del XVI, me gustaría destacar a Luis de Milán, Alonso Mudarra, Luis de Narváez o Enríquez de Valderrábano. Todos ellos publicaron libros de cifra con sus composiciones, que al haber llegado hasta nosotros, nos permiten disfrutar de una música tan bella como relajante.


sábado, 9 de abril de 2011

La danza en el Renacimiento español


El tema de buscar la rentabilidad de las industrias culturales, actualmente de rabiosa actualidad, no es nuevo. A principios del siglo XVI los editores musicales europeos buscaban productos susceptibles de generar fuentes de ingresos. La música sacra, las misas y los motetes, tenía sus propios cauces de edición en manuscritos ilustrados y en los libros de coro de las capillas principescas. Y fueron los impresores de música de Venecia los primeros que apostaron por un modelo de negocio basado en la edición de piezas musicales de uso cotidiano: canciones, madrigales, fanfarrias y danzas. Crearon por  tanto productos bibliográficos de carácter laico destinados a la alta burguesía de las ciudades y a la nobleza ociosa, aprovechando la música de moda de la época, y más en concreto, las danzas. En suma, encontraron un nicho de mercado en respuesta a la demanda y necesidad de ocio de los altos estamentos de la sociedad europea. Lo siento, se me ha ido la mano con el tufillo a marketing de este párrafo, no volverá a suceder (o sí).

A pesar de determinados rasgos homogéneos de la cultura europea renacentista, que explica que los estilos y formas se exporten de unos países a otros, cada nación o protonación, según las circunstancias, comenzó a desarrollar  sus propios modelos autóctonos, a menudo derivados de la música popular local.

La España recientemente unificada como nación por los Reyes Católicos conoció también sus danzas de moda, bailadas tanto en las cortes como entre el pueblo, algunas importadas de procedencia europea y otras nacidas en el seno de nuestras tierras. Todos estos bailes de la época dejaban poca iniciativa al ejecutante: todos los pasos y movimientos estaban minuciosamente prefijados y medidos constituyendo figuras artísticas muy rígidas.

Todo aquel que se haya interesado alguna vez por la música antigua española se habrá topado con palabras como “gallarda”, “folía” o “pavana”, que no son otra cosa que géneros de danza en uso en el siglo XVI. Me gustaría realziar a continuación una breve relación de los principales estilos de moda en la península en la época.

 La Pavana

Tiene sus orígenes en la primera década del siglo XVI y a finales de éste ya estaba pasada de moda, como apunta el profesor francés Thoinot Arbeau en su tratado de danza “Orchesographie”, publicado en 1588 y reeditado en 1596 (todo aquel que lea el francés lo puede consultar aquí). De más que probable origen italiano, parece ser que se caracterizaba por la exagerada solemnidad en su ejecución y se basaba en un tiempo lento binario. Arbeau explica en su tratado particularidades de “La Pavane d´Espagne”: “cuando se ha danzado avanzando hacia delante durante el primer pasaje (dos compases) es necesario retroceder hacia atrás con el mismo aire”. Cada dos partes se hacían dos floreos, o sea levantar un pie y realizar un molinete en el aire, para luego hacerlo con el otro pie. Alonso de Mudarra fue al parecer el primer compositor español en incluir pavanas en sus libros de cifra. En el vídeo es interpretada a la guitarra mi pavana favorita de Luis de Milán.




La Gallarda

Danza de origen lombardo muy breve en tiempo de ejecución que contrasta con la anterior por lo violento de sus movimientos. De hecho era habitual que la sucediese como complemento y contrapunto. El bueno de Thoinot nos vuelve a ilustrar sobre el particular: “la tablatura de los cinco pasos de la Gallarda muestra que los movimientos son como los del tordión (¿?), pero es fuerza que se ejecuten más altos y más virilmente”.  Parece ser que los compases impares se empezaban con el pie derecho y los pares con el izquierdo. La variación en la melodía de la Gallarda hace que este estilo adquiera formas diferentes.



La Calata Española

Aunque procedente de Italia como las anteriores, la Calata fue muy trabajada por los músicos españoles de la época lo que da pie para hablar de una Calata Española, es decir, un estilo autóctono con elementos diferenciados. Se cree que en principio fue una danza campesina que posteriormente ascendió a baile cortesano.

El Canario

Por fin un estilo de origen español, en concreto, de las Islas Canarias, pues lo bailaban los nativos antes de convertirse en danza de salón. El Canario lo baila una sola pareja; entre múltiples reverencias, el caballero se levanta y recoge a la dama para después marchar hacia atrás mientras ella se acerca a él de frente. Finalmente, el hombre avanza haciendo retroceder a la mujer hasta que la devuelve a su sitio. En el vídeo, un canario de Gaspar Sanz, gran compositor para guitarra del siglo XVII que merece un post aparte.



La Danza de las Hachas

También conocida como la “morisa” o “morisca”, este baile fue muy popular en la corte de Felipe II, hasta el punto que el rey contaba entre sus oficiales cercanos con Sebastián Sánchez conocido “maestro de avezar a dancar”. Uno de los bailes más pomposos y espectaculares de la época, la Danza de las Hachas requería la presencia de un grupo de pajes moros que sostenían antorchas formando guardia para que los caballeros y las damas ejecutasen los difíciles pasos y figuras del baile.



La Folía

Junto con la Pavana y la Gallarda fue una de las danzas más populares en la corte española desde el siglo XV. Aunque tuvo su origen como baile movido y ruidoso en su versión portuguesa, su adaptación a España la trasforma en una danza grave y reposada, perfectamente adecuada incluso para acompañar textos religiosos.


viernes, 1 de abril de 2011

Un portátil del siglo XIV


Vale, el título tiene truco, pero como podéis imaginar un blog como éste no tiene centenares de seguidores, ni tan siquiera decenas, por lo que tengo que recurrir al titular sensacionalista. Por supuesto que no hablamos de un ordenador portátil del siglo XIV sino de un órgano del tamaño de un acordeón que a juzgar por su presencia en la iconografía medieval (escultura, lienzos, frescos, vidrieras…) gozó de gran popularidad entre los siglos XIII y XV: el organetto florentín.

Según fuentes consultadas, el órgano portátil nace a finales del siglo XII, paralelamente a la aparición del órgano gótico en iglesias y catedrales. Su función consistía precisamente en sacar la música de órgano fuera de los templos de cara a acompañar musicalmente procesiones, obras de teatro o salones y jardines cortesanos. Este pintoresco instrumento estaba diseñado para ser tocado sentado, manteniéndolo apoyado sobre el muslo, de pie, reposando sobre una pierna levantada sobre un taburete, o caminando, en cuyo caso se fijaba entre el hombro y la cintura. A pesar de que algunas de estas piezas podían alcanzar los veinte kilos de peso, parece ser que determinados intérpretes se las apañaban para tocarlo y bailar a la vez.

El organetto fue utilizado tanto para música sacra como para melodías seculares. Desde los motetes de la Escuela de Notre Dame, hasta las canciones trovadorescas y las baladas francesas e italianas. De hecho, su presencia abarcaba gran parte de Europa, desde Escandinavia hasta España, pasando por las Islas Británicas y Polonia.

De entre todos los virtuosos del órgano portátil como Gherardello o Masini, destaca la figura de Franceso Landini, verdadero maestro del instrumento a finales del siglo XIV. A pesar de ser ciego de nacimiento, Landini fue un compositor genial, poeta, filósofo, astrónomo, organista y, por si fuera poco, fabricante de instrumentos. De su extensa obra en dialecto toscano destacan por cantidad y calidad ciento cincuenta ballate.

El estilo conocido como ballata fue un género musical destinado a ser interpretado, bailado, escuchado e incluso discutido en los círculos cultos de la Florencia de la época. La selección de ballate conservada en la obra “Codex Squarcialupi” incluye piezas de Landini, Gherardello y Lorenzo Masini, y constituye una antología de Ars Nova italiano que sirvió como modelo para generaciones de músicos posteriores.

La llegada el Renacimiento acaba con el organetto para siempre. De hecho, probablemente por casualidad y haciendo elucubraciones, en un cuadro de Rafael de Urbino (el que ilustra este post) aparece Santa Cecilia, patrona de los músicos, sosteniendo el instrumento bocabajo, como despreciándolo y condenándolo al olvido, lejos de las esferas celestes en las que la santa proyecta la mirada. Pero bueno, esto no deja de ser una interpretación simbólica gratuita.